Decía Henrik Scharfe que “La robótica no se trata de reemplazar al ser humano, sino de aprender más sobre nosotros mismos. La base de nuestra vida moderna cambia la manera en la que pensamos, nos comportamos y vemos el mundo de manera diferente”. No cabe duda, las maquinas están aquí para quedarse, pero su empleabilidad es indisociable del factor humano, pues éste no es sólo quien las programa sino por encima de todo quien las interpreta.
Cuando se habla de la industria robótica mucho inversor arquea la ceja, lo cual no es más que un epítome gestual fruto de una combinación de escepticismo y conceptualización errónea del producto finalista. Está bastante consensuada la idea de que el boom dará comienzo cuando obtengamos una inteligencia artificial medianamente lograda, una suerte de C3PO en el recibidor, pero ello es confundir automatismo con autonomía. La gran revolución de la robótica pasa por la fabricación de maquinas que coadyuven al ser humano en el desempeño de su labor y el desarrollo de su vida diaria, las llamadas tecnologías asistenciales. Y eso está pasando hoy. Las estimaciones desde luego abruman: si tomamos el Robot Report 2016, vemos que se prevé un crecimiento exponencial de la “robótica de servicios” en los próximos diez años frente a una “robótica industrial” con cifras más modestas, llegando incluso a igualarse en proporción (en la actualidad la industria copa al 80% de los robots en uso). Los datos directos de la International Federation of Robotics (IFR) proyectan para el periodo 2015-2018 unas ventas cercanas a los 35 millones de unidades de uso personal, una cifra nada desdeñable.
De la infinidad de posibles aplicaciones en desarrollo (domótica, ocio, transportes, atención al público, etc.) sin duda alguna el crecimiento que mayor interés despierta es el vinculado al sector salud, tal y como corrobora Michio Kaku, científico japonés conocido por ser uno de los principales divulgadores de la materia. Basta el ejemplo del Robot DaVinci, que permite a un cirujano de Houston operar a tiempo real a un paciente en Madrid, o las unidades RP-6 están permitiendo el telediagnóstico en hospitales norteamericanos.
Apostar por el negocio de Salud no es algo nuevo, al fin y al cabo la pirámide poblacional de los países desarrollados mantiene una tendencia creciente de sus franjas superiores en detrimento de las inferiores, la temida pirámide invertida, con personas que viven más años y que están dispuestas a destinar mayores recursos a paliar situaciones de enfermedad, reparar su falta de movilidad o simplemente salvarse de las dificultades que encuentran en el desempeño de sus labores diarias. Tradicionalmente las carteras toman posiciones al respecto a través dos grandes bloques: biotech y heatlhcare. Descubrimos pues una nueva posibilidad, enfocar nuestra inversión en el sector salud por medio de la robótica.
Como es lógico el mercado se está reinventando de cara a poder aprovechar todos los nichos de mercado que quedan abiertos. Dicho lo anterior, lo cierto es que el reflejo de la industria dentro de las IIC es todavía bastante embrionario, de hecho en la mayoría de casos lo que encontramos son fondos de Renta Variable de amplio espectro que han ido tomando posiciones en empresas ligadas a los robots. Es el caso por ejemplo del Alliance Bernstein FCP American Growth, el MSIF Global Discovery, el BNY Mellon Long-Term Global Equity Fund o el Amundi Equity US Growth . No obstante, disponemos ya de un índice, ROBO Global Index, nutrido con hasta 13 subsectores que abarcan desde la manufactura hasta su integración. Es un primer paso extremadamente importante por tratarse de un benchmark específico, ya que compararse con un tecnológico genérico adolecería de poca precisión y Tracking Error irreal. La misma casa ha desarrollado también un ETF de réplica sintética que expande la capacidad comercial, el ROBO Global Robotics and Automation ETF, con denominación en USD, GBP, CHF o EUR según se prefiera trabajar con o sin cobertura de divisa.
La rebelión de las máquinas es inminente, ¿qué tal incorporar a sus carteras un satellite con alma de Terminator?.
Un fondo para creer: Pictet Robotics
SI algo ha caracterizado a la casa PICTET es, entre otras cosas, su acierto a la hora de crear vehículos sectoriales focalizados en nichos concretos de la industria, forma en la cual el inversor puede cerciorarse de tomar posiciones fuera de la ambigüedad que sugieren maximalismos categóricos. Un ejemplo claro lo fue y sigue siendo el Pictet Biotech.
En este caso, el fondo lo capitanea Karen Kharmandarian, vinculado a la gestora desde 2004 tras su paso previo por Société Géneralé e Ixis AM. Como no podía ser de otra forma, la distribución geográfica básicamente se circunscribe a EEUU y Japón, tomando el 64% del peso total de la cartera. Si bien es cierto que por protección se han reorientado los pesos hacia compañías value o large-cap como Alphabet, la propia vocación inversora del fondo hace que la principal vía de retornos se busque en la maraña de mid-caps y small-caps, naturaleza growth como el segmento en el que operan.
De entre sus principales posiciones destacar Intuitive Surgical, fabricante del mentado Robot DaVinci, Stryker, dueña de la empresa MAKO que desarrolla ortopedia robótica, o Fanuc, líder mundial de brazos articulados.