Decía Edmund Burke allá por 1757:
Todo lo que resulta adecuado para excitar las ideas de dolor y peligro, es decir, todo lo que es de algún modo terrible, o se relaciona con objetos terribles, o actúa de manera análoga al terror, es una fuente de lo Sublime; esto es, produce la emoción más fuerte que la mente es capaz de sentir.
Hacia el final de mi licenciatura me ensimismé con la Estética, el estudio no del objeto en sí sino de la percepción en sí del objeto. “De lo Sublime y lo Bello”, obra a la que pertenece el fragmento citado, afianzó la disociación entre belleza y sublimidad al tiempo que corría el s. XVIII y movimientos como el Barroco y el Romanticismo impregnaban (o emergían) en la cultura Europea. Si lo bello como tal, estudiado desde la antigüedad clásica, era una constante vuelta de tuerca a la geometría, lo sublime se desperezaba desde la sensación humana.
Poco después de publicarse la obra de Burke, sería Immanuel Kant quién haría su aportación a la causa determinando que lo sublime vendría por el contraste entre la percepción del objeto y nuestras convenciones morales, distinguiendo lo sublime-terrible, lo sublime-noble y lo sublime-magnífico. El siguiente salto, ya en Romanticismo pleno, serían los ensayos de Schiller y Schopenhauer. Yo, en mi particular filiación al autor, me adhiero a la estética de Nietzsche que brillantemente desgranó el profesor De Santiago Guervós en su ensayo “Arte y Poder”. Para el alemán, lo sublime era el sometimiento artístico de lo horrible o insoportable de la naturaleza, aquello que esté en un plano intermedio entre belleza y verdad.
Si quisiéramos palpar estas distintas concepciones nos basta con admirar obrar de Caspar David Friedrich o Hubert Robert, aunque sin lugar a dudas, si comulgamos con la idea de que lo sublime es “violencia, infinitud, vastedad y magnificencia” puede que el pincel de William Turner nos de la mejor aproximación.
Dicho lo anterior, ¿puede La Naturaleza Desatada convertirse en un activo más de nuestras carteras?¿Un temporal es sublime y a la par que rentable?. Huelga decir que la última de mis intenciones es banalizar la tragedia, pues lo único que busco es poner en relieve la utilidad del seguro como generador de rentas. Si uno conoce a grandes rasgos como es la función aseguradora, sabrá que ha de existir un Objeto de seguro, un Tomador que quiera dar ciertas coberturas a ese Objeto de seguro y un tercer actante, la Entidad Aseguradora, que a cambio del pago de una prima se compromete a la prestación de servicio o indemnización si acontece un siniestro. Se puede asegurar cualquier escala (una moto, un aeropuerto, las piernas de un futbolista) para prácticamente cualquier cosa.
Desde los 90 y cada vez con mayor asiduidad, las grandes compañías aseguradoras lanzan al mercado los llamados Bonos Catástrofe o Cat-Bonds con la intención de cubrir potenciales reclamos ante siniestros de gran envergadura, como terremotos o huracanes, y de manera complementaria al tradicional reaseguro. Se trataría de una suerte de High Yield pero con la particularidad de que presenta una baja correlación con Renta Variable y Deuda Corporativa, puesto que su fluctuación depende más de la temporada de tornados en San Francisco que de los resultados del PMI manufacturero. Si tomamos los datos de Morningstar a 31/12/2016, el Swiss Re Global Cat Bond Index, benchmark más común para este tipo de activos, posee una desviación estándar a 10 años por debajo del Investment Grade Americano y un retorno anualizado a 10 años por encima de sus bonos de alto riesgo.
Los Cat-Bonds no dejan de ser ILS (Insurance Linked Securities) emitidos como SPV´s por aseguradoras que ejercen de promotoras, y por regla general funcionan como Notas flotantes a un máximo de 4 años. No son muchos pero podemos encontrar fondos que nos proporcionan Cat-Bonds, un ejemplo sería el Lombard Odier Cat Bonds, recién llegado al mercado, o un notable Schroder GAIA Cat Bond.
Quizás después de todo apostar por la sublime fuerza de la naturaleza también tenga cabida en el ADN inversor.
UN FONDO PARA CREER: GAM STAR CAT BOND
La casa GAM, en sus tres décadas de vida, ha sido una perla cotizada en el sector, pasando por las manos de UBS y Julius Baer hasta su independencia en 2009. De entre sus múltiples opciones de inversión, donde brillan con luz propia el European Equities y el Credit Opportunities, he querido fijarme en su estrategia de Cat-Bonds lanzada en 2011 y gestionada por el equipo de Fermat Capital, división de GAM fundada por los hermanos Seo y especializado en el sector ILS.
La mayor parte de Cat-Bonds se concentran en cinco grandes familias: Tornados EEUU, Terremotos EEUU, Huracanes Europa, Tifones Japón y Terremotos Japón. La cartera del fondo de GAM establece una muy buena ponderación que lo convierte en el menos volátil de su categoría (1,13 de media) y el más rentable (3,03% media 3 años) dándonos un Sharpe a tres años del 2,72 totalmente elogiable. En resumen, una opción interesante de valorar sobre todo para quienes se devanan los sesos buscando la desconexión de inversiones alternativas.