Después de décadas de que todos los países tuvieran el oro depositado en manos de los Banksters y por las noches durmieran de un tirón, parece que han empezado a ponerse nerviosos.
Ayer fue Alemania, que empieza a preocuparse de que sus reservas de oro en el exterior no se auditen como sería lógico suponer (lo tiene claro, el oro de Fort Knox hace 50 años que no lo ha visto nadie).
Y ahora le pica a Suiza. Miembros del parlamento quieren un referéndum para que el pueblo vote tres puntos:
1 – Que el oro suizo esté depositado en Suiza.
2 – Que el Banco Nacional de Suiza no tenga la potestad para vender ese oro.
3 - Que al menos el 20% de sus activos estén en lingotes de oro.
Si se produce un contagio (ya procurarán los Banksters que no ocurra) y algunos países piden su oro, ocurrirán dos cosas:
1 – Que el precio del oro se irá a las nubes.
2 – Como los bancos depositarios de esas miles de toneladas de oro no lo tienen depositado, a pesar de que están cobrando comisiones de custodia todos los años, y es imposible que lo compren una vez destapado el timo, se producirá un colapso (otro más) mundial de confianza.
Estos bancos, junto con los bancos centrales, han estado durante años prestando el oro a gente que lo vendía y se gastaba el dinero. Eso ha servido para que el continuo flujo de metal al mercado haya impedido que el precio subiera mucho más todavía.
A los bancos emisores de papelitos de colores no les interesa que el precio del oro suba mucho, pues el precio del oro y la plata son como el canario en la mina. Por eso han vendido oro de todas las maneras imaginables, incluyendo el oro depositado de terceros.
El pasado verano, cuando Venezuela pidió que le entregaran su oro, provocó una subida de al menos 300$ la onza. Los depositarios tuvieron que comprar ese oro en el mercado para entregárselo. Si la compra de alrededor de 100 toneladas del oro de Venezuela produjo esa subida, ¿qué ocurrirá si Alemania y Suiza piden sus miles de toneladas?.