Ramón y Cajal: El Escritor – I
Santiago Ramón y Cajal, Premio Nobel de Medicina y Fisiología 1906, apellido Ramón por parte de padre y Cajal por parte de madre, el más grande científico de España de todos los tiempos y a la altura de los mejores del mundo de toda la Historia de la Ciencia, muy vinculado a Aragón por raíces familiares, así como iniciales décadas de vivencia y formación en territorio (Larrés, Luna, Valpalmas, Ayerbe, Jaca, Huesca, Zaragoza) desarrolló sus importantes innovaciones y contribuciones científicas en el siglo XIX, probablemente el más tumultuoso y aciago de la Historia de España. Destacados estos relevantes detalles, es también reseñable que quizás en general su enfoque vital y valoración global sigue siendo una excepción que confirma la regla, de manera que probablemente podrían seguir siendo en parte válidas las palabras de Ortega y Gasset en el Imparcial de 1908: “el caso Cajal no puede significar un orgullo para nuestro país: es más bien una vergüenza porque es una casualidad. No se trata ya de que nuestra vida sea ya más o menos incómoda; eso sería, al menos, un sufrimiento español, doméstico y soportable. Lo angustioso, lo que pone rubor y vergüenza en toda honrada mejilla, es que somos culturalmente insolventes, que arrastramos una deuda secular del espíritu, que estamos inscritos en el libro negro de Europa..”.
Laín Entralgo señala respecto a la siguiente generación de “regeneradores de España entre los que se encuentra Costa, perteneciente a una ilustre promoción en la que también se encuentra Macías Picavea y Benito Pérez Galdós, como un inspirador de Ramón y Cajal, en ciertos aspectos “ La promoción siguiente se halla constituida por los que inician su vida propia en la calma de la Restauración: Ramón y Cajal, Menéndez Pelayo, Julián Ribera. Estos son profesores, sabios y, tras un fugaz episodio de arbitrismo económico y educacional, pensarán que la verdadera renovación de España no puede llegar sino por obra del trabajo personal cotidiano y especializado. «La generación presente -decía Menéndez Pelayo, aludiendo, claro está, a los hombres maduros de su tiempo- se formó en los cafés, en los clubs y en las cátedras de los krausistas; la generación siguiente -esto es, la suya, si algo ha de valer, debe formarse en las bibliotecas»; y en los laboratorios, hubiese añadido Cajal.” Junto con la primera promoción de predicadores, en la que se encuentra Costa, en la segunda de sabios como Ramón y Cajal, se puede hablar de una tercera de literatos: Unamuno, Ganivet, Baroja, Azorín, Maeztu, los Machado, Valle-Inclán, Benavente, es decir el grupo eponímico por antonomasia "generación del 98" asociado al cierre de ciclo histórico que comienza con los Reyes Católicos y Cisneros y se cierra con el desastre de Ultramar y la necesidad de una “regeneración” de España, reinventarse o vuelta a nacer.
Ramon y Cajal fue un gran humanista polifacético y, entre otros aspectos, como no podía ser de otra manera, un gran escritor trufado de valores humanos como la tolerancia, solidaridad, compasión, generosidad, cercanía e implicación con los problemas del ser humano, de los procelosos y turbulentos tiempos que le tocó vivir. Don Santiago tenía, y sigue teniendo por supuesto, una prosa amena, directa, amigable, entrañable y muy fluida, no sólo escritor de relevancia científica trascendental y universal, sino de ensayos, cuentos, autobiografía, novelas de ciencia ficción y manuales de fotografía.