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Nota previa:

Otro aspecto que hemos de cambiar para evolucionar. No se puede admitir la existencia de tantos y tantos expertos que no paran de decir burradas interesadas sin ningún tipo de penalización. Es evidente que esto no se ha de entender como una limitación a la libertad de expresión; todo el mundo ha de ser libre, pero también responsable.

Este post es una reedición de otro publicado con el mismo nombre el 13 de octubre de 2009. Se han corregido algunos fallos de redacción. Sin embargo, los datos, el análisis y las conclusiones se han de entender referidas a 2009.

 

Información y Responsabilidad.

 

El gran “pero” de Internet es que se trata de un medio para propagar todo tipo de rumores, fundamentos y noticias infundadas, (cuando no sencillamente falsas).

Por supuesto en Internet coexistimos todos; los que nos equivocamos, los que acertamos, (no tenemos por qué ser distintas personas), los conspiradores, los formadores de opinión y demás agentes; cada uno con su objetivo, se punto de vista, su formación e informaciones distintas. Internet se convierte por tanto en un instrumento que cada cual usará para sus fines. Al final es solo un medio para tratar de transmitir a la opinión pública un punto de vista o una información. Un medio mucho más potente y sencillo que dar charlas en locales sociales, usar panfletos en la calle o convencer a determinados grupos de referencia sociales, pero un medio a fin y a cuentas.

Existen muchas campañas en Internet (algunas fundadas y otras no tanto). Cualquiera puede encontrar cientos de ejemplos: las teorías del Club Bilderberg, el Amero, hasta la plataforma de afectados de los bloqueos de fondos inmobiliarios.

 Sin embargo el ejemplo que me toca más cerca es el mío. Al final yo estoy usando Internet ante el hartazgo de una situación en la que observo un nivel de demagogia que jamás sería capaz de describir. No siento ninguna necesidad de aclarar que mis post salen de mis análisis; que, por supuesto, parten de la información a la que puedo acceder y de mis puntos de vista (que recogen tanto mi carácter como mis experiencias vitales). Es obvio que todos y cada uno de mis post orbitan en torno a un diagnóstico actual, y a unos deseos en el futuro para la sociedad, (que no dejamos de ser nosotros).

De vez en cuando surgen las discusiones acerca de la información en Internet; ¿Cómo se controla la veracidad? ¿se puede limitar o bloquear determinada información? ¿Cómo compatibilizamos el derecho de expresión con los daños que ese derecho pueden producir en terceros? La mayor parte de estas discusiones sobre Internet no son exclusivas sino que se refieren a disyuntivas que se han producido (sin soluciones definitivas) en el mundo real y que ahora se magnifican e intensifican en el mundo virtual.

Sin embargo, metidos en el maremágnum de las discusiones y opiniones, encontramos una gran paradoja. Se cuestionan hasta el infinito las conclusiones de determinadas personas, pero sin embargo frases del  estilo: “economistas de relevancia”, o el famoso: “los expertos”, inmunizan contra cualquier crítica.

Es difícil cuantificar el daño que puede hacer un comentario o un rumor infundado en Internet; en todo caso, no puede compararse con el daño que pueden hacer los informes emitidos y transmitidos por supuestos expertos.

Hemos salvado el sistema financiero porque venía el Apocalipsis, el BCE ha subido los tipos al 4,25 porque venía la hiperinflación, asumimos un déficit de la tarifa eléctrica que no aparece en las cuentas registradas de las compañías, concluimos que el petróleo cueste 150 $, 200 $ o 70 $ en base a los mismo argumentos y, por supuesto, no subimos el tipo de las SICAV porque pagan mucho o porque en caso contrario se va el dinero de España. Además hemos de reducir el coste del despido porque en teoría esto mejora el empleo.

Puedo seguir y seguir; apabulla la lista de informes y conclusiones que han servido para tomar una serie de decisiones que han tenido como resultado la situación actual.

¿Recordamos la historia del Fiat Uno blanco del servicio secreto inglés sacando de la carretera y estrellando el Mercedes en el que viajaba Diana de Gales? Tal cuento no sostiene demasiados análisis: ¿Se imaginan a los agentes del servicio secreto forzando un accidente con un Fiat Uno contra un mercedes perseguidos por unos cuantos paparazzi? Teniendo claro que este tipo de chismes no tienen demasiada base y que deberían regularse de alguna forma, debería entenderse que hay extremos más urgentes.

En esta crisis lo primero que se ha ido a tomar gárgaras (y aún no se ha hablado de ello) es la credibilidad y la confianza. Supongo que cada vez menos personas se creen los informes de los expertos (por no hablar de la profesión de economista que se encuentra hoy al nivel de consideración de los futurólogos de madrugada de cualquier televisión local). Y eso es porque por alguna misteriosa razón (o no tan misteriosa) resulta que no sólo se penalizan sino que se fomentan las barbaridades y las increíbles incoherencias que nos hemos encontrado en los últimos años en los círculos económicos.


Hace tiempo que cuesta distinguir los periódicos económicos de los tablones de anuncios de publireportajes de determinados grupos de presión. Hemos llegado a una situación en la que se pide rigor a la publicidad y se pide rigor a cualquier persona que escribe un blog;  pero sin embargo, cualquier “experto”, puede salir a decir las mayores tonterías del mundo con total impunidad,  actuando como activista de lobby, para conseguir cualquier fin a costa del resto del mundo.

Alguien que defienda que el 11-S fue provocado por el gobierno USA es un completo irresponsable (aunque evidentemente no está en lo cierto hemos de tener en cuenta que sólo trata de enseñar al mundo una realidad que él cree correcta o  hacerse rico vendiendo un libro). Sin embargo cuando los analistas financieros descartan deflación, valoran zinkia en 85 millones o apuestan por el petróleo a 200 (negando la especulación mientras la practican) están destrozando impunemente la vida de muchas personas, sin que nadie diga nada.

La verdad es que todos debemos tener en cuenta los efectos de lo que decimos sobre los demás, y que somos en alguna parte responsables de los consejos o recomendaciones que damos; debemos tenerlo presente cuando juntamos letras en un papel. Por supuesto, todo el mundo se equivoca (lo importante es minimizar los errores) y, por supuesto, las circunstancias cambian, surge la incertidumbre y la información jamás es perfecta. Pero no podemos eludir la responsabilidad y escondernos en supuestos acontecimientos imprevistos para tapar nuestros errores. Sería deseable que todo el mundo tratase de imponerse códigos, al estilo de una autorregulación, pero lamentablemente esto no es posible. Por esto, una de las medidas que nos ha de sacar de la crisis es incrementar la responsabilidad de las personas encargadas de tomar decisiones, de los asesores, de los formadores de opinión y en general de todo el mundo.

No es de recibo que, sin recordar su último acierto, el Sr. Trichet siga al frente del BCE; afirmando que mantiene su credibilidad y tomando las decisiones que estima oportuno, sin haber cambiado una coma un discurso que hace aguas por todos lados. No es de recibo que el gobierno Español mantenga el mismo discurso, a pesar de que hayan cambiado las circunstancias e incluso las decisiones tomadas. No pretendo entrar a discutir sobre si es improvisación o capacidad de reacción,pero necesitamos, como el agua, que nos expliquen qué ha fallado.

Se han inyectado ingentes cantidades de dinero para reactivar el crédito y encontramos que la banca no reactiva el crédito y lo que hace es comprar deuda pública emitida en su mayor parte para inyectar el dinero, de tal forma que entramos en un círculo completamente demencial que detrae recursos de la economía real. A día de hoy, nadie que haya defendido esta medida para reactivar el crédito ha reconocido su error en público y ni tan siquiera se le ha pedido.

Esto, simple y llanamente, no se puede permitir. Porque estamos asumiendo como ciertas unas recomendaciones en aras a un supuesto fin social, cuando en realidad son de ciertos grupos a los que la sociedad les importa lo justo como para poder generar tres negocios.

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  1. #1
    21/08/15 13:47

    Hola Tomás,

    Estoy de acuerdo contigo, a menudo hablamos de manipulación de los mercados, pero deberíamos hablar también de manipulación de la información.
    Como bien dices lo que cuesta tanto crear o conseguir como es la reputación, se puede hundir con solo poner malos comentarios en internet.
    Lo vemos a diario, y es penoso. Solo tienes que ver que ayer se fue Lina Morgan, y mucho te quiero, cuando hace poco la estaban criticando en los programas. También en el caso de alumnos que termina en desgracia. Hay que ser más prudente a la hora de emitir un juicio, y ser más critico, pero como bien dices, estos a veces son motivados por un intérès, es penoso pero es así.
    Gracias por tu artículo y un saludo.


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