Antes de seguir con la larguísima vuelta que me estoy dando para justificar que no vamos a ir a la hiperinflación, y la estrambótica apuesta por el dólar; me gustaría volver a hacer un pequeño resumen; Lo primero fue tratar de explicar las contradicciones o incoherencias de los bancos centrales, que están tomando todas las decisiones contrarias a lo que se supone que deben hacer y además a lo que proponen, (la fed intentando devaluar un dólar bajo, el BoE igual, el BCE intentando apreciarlo). Todo se explicaba analizándolo desde la óptica del carry trade; El caso es que así no encajaba la actuación de China, (a la que se empiezan a sumar ahora el resto de bancos centrales de los emergentes). El caso de Japón es completamente distinto, porque está intentando devaluar el yen sin éxito. Por tanto el siguiente post fue en el que trataba de explicar si Japón (o nosotros estábamos en trampa de liquidez). A pesar de que la situación actual tiene algunos aspectos en común con la trampa de liquidez, realmente estamos ante una situación completamente diferente.
Dado que no estamos en una situación de trampa de liquidez, tenemos que entender que está ocurriendo. Y la realidad es que no es demasiado complicado verlo. Lo que tenemos que entender es que la política monetaria, (y la fiscal), se basa en mecanismos de transmisión.
Usando el símil que había utilizado en ese post, la trampa de la liquidez se podía comparar a cuando intentábamos pedalear en una bicicleta, que va a toda velocidad. Difícilmente podríamos conseguir incrementar la velocidad. Eso es trampa de liquidez, pero sin embargo, la situación actual es aquella en que la cadena está rota y por mucho que se pedalee, la velocidad no funciona. Está explicación es desde luego mucho más plausible y significaría que el banco central de Japón ha perdido el control de la situación, y que el resto de bancos centrales de países desarrollados acabarán perdiéndolo, si no lo han perdido ya.
Lo primero que tenemos que entender es el proceso de creación del dinero, (ya lo traté en un post en su día). Resumiendo, los bancos centrales inyectan una determinada cantidad de dinero en la economía, de forma que conforman la base monetaria. Esta cantidad es la que determina la cantidad que el banco que recibe los fondos pude prestar, de forma que una parte de este importe va a otro banco, que a su vez puede prestarlo. De esta forma tenemos el multiplicador monetario. Matemáticamente es muy sencillo ver que si los bancos prestan el 90% de los fondos que reciben, la cantidad de dinero en la economía es igual a diez veces la base monetaria.
La cantidad de dinero en la economía es muy sensible a este multiplicador, de forma que si el crédito se reduce, la cantidad de dinero cae de forma muy pronunciada. En principio, cuando se analizan las decisiones, todo el mundo asume, (aunque sea inconscientemente), un latinazo imprescindible en economía: “ceteris paribus”; esto quiere decir que cuando los bancos centrales intentan calcular la cantidad de dinero que existe en la economía, toman como constantes las variables de velocidad y producción, (si optan por un diseño de la formula de Fisher), o bien toman constante tanto las reservas que se quedan los bancos, y la proporción de efectivo que se quedan los clientes. Es decir, asumen que si hasta ahora se prestaban 90 de cada 100, (voy a asumir que nadie se queda con liquidez por comodidad de cálculo); con las nuevas inyecciones se van a prestar 90 de cada 100; por lo tanto si necesitan introducir 1000 en la economía, tendrían que inyectar 100, (despejando una simple ecuación).
Sin embargo esta suposición de ceteris paribus, no es más que una simplificación no realista, y de hecho la realidad es que la situación va evolucionando. Por tanto la efectividad de los bancos centrales va evolucionando. Supongo que es comprensible entender que cuando los niveles de deuda son bajos, los procesos de creación de dinero son mucho más efectivos, porque existe la posibilidad de endeudamiento. En cambio cuando el endeudamiento alcanza niveles insostenibles, la realidad es que las inyecciones de dinero no funcionan, de forma que no se crea dinero y de esta forma la cantidad de dinero no se incrementa.
Si pensamos en la situación, con cierta perspectiva, nos encontramos con que tras las punto.com, los mercados financieros se derrumbaron; En ese momento en todo el mundo se lanzaron políticas monetarias que fueron muy expansivas, (incluido en Japón), que generaron una expansión monetaria espectacular, (salvo en Japón), que se ha traducido en los precios. Concretamente en los precios de los activos a los que se dirigió el dinero para los que se fue el dinero.
De esta forma, pido considerar la posibilidad, (por lo menos eso), de que los bancos centrales hayan usado la burbuja inmobiliaria como salida a la crisis punto.com. Es decir, para tratar de inyectar dinero en la economía, lo mejor es la combinación de dinero barato, destinado al mercado hipotecario, (sencillo de hacer para los bancos centrales, a través de los colaterales), de tal forma que además tiene una gran ventaja al ser un bien necesario, (en contraposición a las punto.com, donde se invirtió y financiaron compañías de las que no se tenía clara ni tan siquiera la función).
En Japón, estás políticas no funcionaron, ya que ellos alcanzaron la burbuja con anterioridad, por lo que aunque se incrementen yenes en la base monetaria, la cantidad de dinero no se incrementa. Pero sin embargo, en los primeros años del tercer milenio, estás políticas monetarias expansivas funcionaron muy bien en el resto del mundo occidental.
Pero aunque las expansiones monetarias funcionaron, la realidad es que ahora mismo, la situación no es la misma. ¡Porque todo el mundo olvida el pasado!. La consecuencia directa es que el mecanismo entre las decisiones de los bancos centrales y los resultados, (que ha de ser la cantidad de dinero en la economía), está completamente roto.
La primera señal la podemos encontrar en julio de 2008, cuando se redujeron espectacularmente los tipos de interés, y esta medida simplemente no tuvo efecto alguno. Y simplemente no tuvo efecto alguno, porque simplemente para que los bancos centrales puedan influir sobre la cantidad de dinero que existe en la economía es necesario un requisito imprescindible; ¡que los distintos agentes económicos tengan la capacidad de endeudarse!.
Las medidas tomadas a partir de 2001, nos han llevado a la situación de que ni los particulares, ni las empresas podían endeudarse. A partir de 2008, cuando esto falló, la responsabilidad de la deuda se trasladó a los países, pero en el 2010 esta posibilidad tampoco es posible.
En octubre de 2009, colgué un post en el que trataba de explicar si era previsible la reactivación del crédito, en el que trataba de justificar lo que por otra parte es muy obvio. Es imposible hoy en día la reactivación del crédito y de hecho las decisiones tomadas lo que hacen es ir en contra de esto, haciendo incluso cada vez más dificil el proceso de desapalancamiento. Es fácil comprobar por tanto que los bancos centrales tienen límites a la hora de tratar de influir en la cantidad de dinero que existe en circulación, lo cual al final acaba afectando a los precios y a los tipos de cambio y sobre todo al sistema financiero, en una espiral en que cada medida a la desesperada puede frenar un poco la situación, pero a cambio de empeorarla.
Dicho de otra forma, yo he propuesto apostar contra la FED, a sabiendas del gran riesgo que se corre; por un lado, los bancos centrales no pueden mantener las situaciones indefinidamente, sino que van perdiendo efectividad, a medida que dejan agentes económicos fuera de los circuitos económicos; pero por otro lado, es difícil saber a priori cuando se van a derrumbar.