FERNANDO ESTEVE MORA
Es un hecho inevitable e incontestable, Y por eso mismo ciertamente requeriría una explicación...que no voy a tratar de dar hoy aquí. El caso es que es una realidad el que en toda "profesión" formal siempre, siempre, hay un grupo más o menos amplio, más o menos reducido, de excéntricos entre sus miembros, un grupo pequeño, sí, de "frikis", de raritos que se separan de modo más o menos radical y a veces hasta agresivo de las formas de pensar y de las metodologías usadas generalmente, de los análisis y conclusiones aceptados genéricamente, y de las aceptables recomendaciones, terapias y consejos de sus "compañeros" de profesión formal. Da igual que hablemos de arquitectos, científicos naturales, sacerdotes o abogados. Siempre entre ellos es posible encontrar grupos de "profesionales" que disienten del paradigma respetado por la mayoría de sus colegas de profesión o "correligionarios".
Quizás una metáfora sirva para dar una idea de lo que quiero decir. Cada "profesión", sus creencias y sus modos de actuar puede quizás representarse -en un periodo determinado- como un sistema planetario afín a un sistema solar. El "sol" de ese sistema que es una profesión lo ocupan la mayoría de sus profesionales. Son los que aceptan y se conforman con lo que han aprendido de sus maestros, tutores o predecesores, conocimientos y prácticas que -de nuevo- se conforman en profundizar o generalizar, pero que nunca los cuestionan. Conocimientos que, además, les valen para "buscarse" la vida de modo estable, seguro y adecuado. Obviamente, siendo la mayoría y ocupando la posición central o clave en el "sistema", son conservadores. Nada radicalmente nuevo se puede esperar de ellos. No puedo aquí dejar pasar por alto la primera vez que tuve constancia de ese peso del conservadurismo hasta en la ciencia de las ciencias. Recuerdo hace muchos años estar leyendo un libro de Cosmología de Josep Comas y Solá editado allá por los años 30, el que sin duda fue el mejor astrónomo del primer tercio del siglo XX en España, y sorprenderme ante su increíble desprecio por la obra de Einstein, que obviamente no entendía, y no porque no tuviera la capacidad para ello, sino porque no quería entenderla pues ello significaría la muerte del sistema conceptual newtoniano que había informado toda su vida intelectual
Entorno a ese "centro" de un sistema profesional, giran los planetas habitados por los profesionales más o menos excéntricos, o sea, aquellos no tan conformistas que dudan en mayor o menor grado de los saberes establecidos en la profesión. A algunos, los más frikis, los más excéntricos suele costar trabajo reconocerles como "profesionales" de un sistema profesional dado su alejamiento de las normas o estándares de la profesión, tanto que -incluso- puede pensarse que ya son parte de otro "sistema" profesional, que ya giran en tormo a otro centro, a otro sol
Es de sobra sabido que en cualquier profesión los excéntricos cumplen un papel importante, cual es el de posibilitar que la profesión no degenere y se anquilose. Es lo habitual que la ciencia y la técnica de una profesión cambie de dirección, "avance" por otros caminos gracias a los excéntricos, aquellos que se fijan en lo que el saber convencional y admitido en una profesión deja de lado, no puede explicar.
Pero, hay otros excéntricos que no cumplen ningún papel productivo sino todo lo contrario. Son aquellos cuyo descuerdo con la sabiduría convencional o establecida dentro de una profesión se convierte paradójicamente en apoyo de lo que el saber ahora convencional ya superó en el pasado, previamente. Es decir, la crítica de estos excéntricos a la sabiduría convencional es de tan corto recorrido que se convierte en defensa de lo que la sabiduría convencional de hoy destrozó en el pasado. Estos excéntricos, más que hacer avanzar por nuevos caminos lo que buscan es retroceder.
Normalmente, estos profesionales frikis no causan ulterior problema. Incluso sirven como fantoches folclóricos que al divertir al público con sus estupideces, llaman la atención hacia los asuntos realmente importantes. Por ejemplo están los negacionistas del cambio climático o los terraplanistas.
Pero hay dos profesiones donde este tipo de excéntricos radicales o "frikis" dejan de ser un asunto marginal o folclórico para convertirse en algo más serio, más peligroso y costoso.
En efecto, hay dos profesiones, la Medicina y la Economía, donde los "profesionales" raritos pueden convertirse en muy pero que muy problemáticos, en el sentido de que sus actuaciones profesionales, cuando son seguidas por el público, pueden poner en riesgo lo más preciado: la misma vida de la gentes. Homeópatas, naturópatas, adeptos a las medicinas tradicionales, ayurvédicas, orientales y chamánicas son médicos cuyos tratamientos, semejantes en todo a los de la "brujos" y "curanderos" de tiempos pasados, y superados hace siglos en todo -tanto en lo que respecta a la explicación de las causas de las enfermedades como en la efectividad terapéutica contra ellas- por la medicina occidental alopática y científica, tienen para los enfermos que "creen" en sus "ideas" un altísimo coste de oportunidad, cual es el no tratarse efectivamente contra aquellas enfermedades y padecimientos para los que la medicina científica ya tiene cura o tratamiento, que es cierto no son todas ni mucho menos. Pero, debiera resulta obvio, del hecho de que la medicina científica no sea eficaz contra todas las enfermedades sólo un "friki" carente de toda lógica (y que abundan hasta el aburrimiento, por cierto) concluiría que ello avala el uso de la medicina alternativa como respuesta a esas enfermedades a las que la medicina occidental no ha logrado aún dar respuesta lo suficientemente eficaz.
En Economía, también hay excéntricos. Por ejemplo lo son los marxistas, los economistas ecológicos, los postkeynesianos...Pero hay un grupo de frikis tan peligrosos para la salud de las economías y las sociedades que siguen sus explicaciones, prescripciones y recetas como los homeópatas y naturópatas. Son los libertarios o anarcocapitalistas, o sea, los economistas austriacos radicales, los neoliberales radicales. En los últimos tiempos, han alcanzado cierto renombre y enganche popular entre las generaciones más jóvenes gracias a sus intervenciones en las redes sociales así como por el nada extraño hecho de que los oligarcas más conspicuos del mundo de las nuevas tecnologías, como por ejemplo Elon Musk, se hayan declarado devotos de ellos.
(No puedo dejar aquí pasar por alto un hecho que quizás ejemplifique lo que estoy diciendo. Y es la muerte por cáncer de páncreas de Steve Jobs, quizás el más respetado de estos oligarcas. Como se supo, Steve Jobs no se dejó tratar por la medicina occidental y prefirió toda una suerte de médicos-curanderos, hasta que cuando quiso enmendar ya era demasiado tarde para un cáncer tan maligno como es el de páncreas que no tolera ningún tipo de retrasos o dudas)
Es curioso, peto este tipo de economistas frikis comparte con los médicos también frikis la misma actitud o posición metodológica a la hora de entender las causas de las enfermedades así como también el mismo tipo de terapéutica. Si para los médicos frikis, la causa de las enfermedades está en un modo de vida antinatural d(sea lo que sea que esto signifique para una especie tan cultural y no natural como lo es la humana) de modo que hay siempre que dejar que la Naturaleza siga su curso o apoyarla para que así lo haga puesto que todos los padecimientos de los hombres individualmente surgen de no llevar una vida natural, para los economistas neoliberales de la escuela austriaca de Economía, pasaría exactamente lo mismo. Los problemas económicos de las sociedades se deberían a su alejamiento de vida económica "natural", de la auténtica Naturaleza económica que sería el Mercado. El Mercado haría para la economía el mismo papel que la Naturaleza lo haría para la Biología. Y claro está, las causas de esos desvíos, de esos alejamientos del Mercado están en todo tipo de instituciones que mediante la acción colectiva traten de orientar el funcionamiento de los mercados, por ejemplo, los sindicatos. Pero obviamente, el Gran Culpable, el auténtico malo de la película de estos frikis económicos es el Estado operen al margen de los mercados: sindicatos, desvío el problema económico de las sociedades se debe al "alejamiento" del Mercado, que actúa pues como Naturaleza. Para estos anarcocapitalistas la causa de todos los problemas económicos de las sociedades está en último extremo la existencia del Estado
No es nada extraño observar lo que he observado a lo largo de estos años. Y es que los grupos donde estos planteamientos frikieconómicos gozan de muchos adeptos están en buena medida perjudicados mental o intelectualmente hablando. Lo están el grupo de los traficantes de drogas más o menos blandas residuos del viejo hippismo de los años 60 para quienes la intromisión del estado en sus ahumadas vidas supone un estrés considerable. Recordaré aquí, y como figura paradigmática y egregia de este tipo de defensores filosófico-existenciales de la libertad de mercado al ya fallecido Antonio Escohotado, un hombre que fue otrora extremadamente inteligente, pero al que quizás el abuso prolongado en el consumo de drogas a lo largo de toda su vida le hizo caer al final en una suerte de logorrea incontinente, una verbosidad sin pañal que le hacía escribir de todo (ya fuera de filosofía que era lo suyo, como de Física, Matemática o de Economía que no lo eran) sin el menor pudor y continencia. Fue así cómo, sin saber nada de nada de Economía, se lanzó a escribir tres larguísimos y a veces delirantes tomazos insufribles en defensa del Mercado y de una utópica Sociedad de Mercado, ajena a los desmanes de todo Estado, como si los mercados necesitasen hoy por hoy alguna defensa en vez de contención o regulación. No dejo de pensar, un poco cínicamente, cómo sería la vida de todos estos hippies anarcoliberales trasnochados ibicencos en algunos de esos países en donde se han cumplido sus deseo, y los estados han devenido en estados fallidos.
Un segundo grupo de estos perjudicados mentales donde los anarcocapitalistas alcanzan amplia audiencia lo son por un normal infantilismo. O quizás, "juvenilismo", pues lo componen bastantes de mis estudiantes a los que seducen las prédicas de los neoliberales más conspicuos y mediáticos de nuestros país. Por ejemplo, Jose Ramón Rallo. Por ejemplo, Daniel Lacalle. Son esos de mis alumnos, frecuentemente de buena familias, a los que por estar en la "flor de la vida" creen que están predestinados a la gloria y la riqueza, que han nacido para ser triunfadores y que, por tato, cualquier cortapisa a sus carreras en los "juegos de los mercados" hacia su "inevitable y grandioso" triunfo económico y social por parte del estado interventor es vivida como una intromisión ilegítima e inmoral y un obstáculo en el camino a lo que tienen derecho.
Con los años he observado que estos neoliberales juveniles moderan mucho mucho sus posturas, Les empieza a pasar ya al poco de acabar sus estudios cuando entran en el mercado de trabajo y se tropiezan de entrada con la verdad del famoso "dictum" evangélico que dice que "muchos son llamados pero pocos los elegidos". Conforme el fracaso va cobrándose crecientemente más víctimas entre sus filas empiezan a reconocer que no está mal que el Estado ofrezca redes de seguridad para que los que caigan no se desnuquen e incluso claman porque el estado del bienestar extienda aún más sus protecciones a las empresas que han formado. Y es que por la más evidente lógica es imposible que todos seamos el número UNO. Que, por definición, número UNO sólo puede serlo UNO:
Hay una sentencia de G.K. Chesterton a la que a veces he hecho referencia en este blog que, sin venir al caso, suelo utilizar cuando me enfrento con estos libertarios de mercado que demandan la abolición del estado. Chesterton decía que lo que pasa cuando se deja de creer en Dios no es que no se crea en nada, sino que se pasa a creer en cualquier cosa. Pues bien, me da la impresión que en nuestros tiempos está sucediendo lo mismo, y ello da cuenta de un tercer grupo de creyentes radicales neoliberales que, incluso, se han alzado ya con la presidencia de un país como la Argentina.
Y es que cuando se deja de creer en el estado, la gente se pone a creer en cualquier cosa, incluso en la realidad factible de ese paraíso terrenal neoliberal que defienden los anarcocapitalistas. Y la causa de este desplazamiento ideológica es bastante obvia. Conforme los estados han ido abandonando sus otrora objetivos de mayor igualdad y mayor seguridad económica y en sus comportamientos se han aliado cada vez más con las élites económicas globalizadas, es decir, conforme más a las claras han mostrado su incapacidad para afrontar los problemas reales de la mayoría de las gentes, a estas sólo les queda "jugar a la lotería política", es decir, confiarse a la suerte y esperar que en ese juego de la lotería que es el mercado les salgan las cosas bien (véase a este respecto: https://www.rankia.com/blog/oikonomia/5922595-juan-perez-emprendedor-cuento-empresarial.) aun sabiendo que si asó ocurre a otros le irá mal.
Es decir que a este tercer grupo de seguidores de los anarcocapitalistas les mueve más la fe que la razón, la esperanza que la seguridad o la certidumbre de que la llegada de una auténtica "sociedad de mercado" ideal es la solución, el bálsamo de Fierabrás de todos los problemas económicos, como así piensan los "teóricos" de la "revolución anarcocapitalista"
El problema es que ni aun "eso", ni aún una "sociedad de mercado" está garantizada. Y es que conforme, gracias a los anarcocapitalistas repunta la libertad, ¡carajo! no es que "desaparezca" el estado" y florezca la utopía de una sociedad de mercado libre, eficiente y justa, sino que lo que uno se encuentra es con un "estado fallido" un caos donde los grupos mafiosos usando de la violencia y la extorsión generan un desorden que acaba con la posibilidad de una sociedad y una economía mínimamente productiva como los ejemplos de tantos países africanos lo ha mostrado en el pasado. Y la razón es muy simple, y ya la tenía por cierto meridianamente clara Thomas Hobbes en el siglo XVII, y es que cuando no hay estado y, además, se vive en un mundo en que se predica como virtud y se premia el egoísmo y al persecución del propio interés, en el que todos compiten y son rivales los unos de los otros, pues la única institución social vertebradora es el Mercado, ¿qué es lo que impide a unos hacer uso de la violencia para conseguir sus fines económicos cuando, por medios pacíficos, o sea, mediante la producción y el intercambio no lo consiguen?
Y, al final, como las sociedades no pueden sobrevivir en el desorden, este se restablece pasando por encima de la libertad. Viene aquí el caso del desmantelamiento del estado soviético allá por los años noventa del siglo pasado siguiendo las directrices de muy reputados economistas liberales norteamericanos. Si la utopía de una sociedad comunista en una sociedad como al rusa había sido un fracaso a lo largo del siglo XX moderado por el ascenso al rango de gran potencia de la URSS, la utopía de una Rusia Capitalista fue un fracaso mayor, un desorden que sumió a la sociedad rusa en un caos económico, demográfico, espiritual y moral que, como era de esperar, acabó en el ascenso de un hombre como Putin como encarnación del orden al precio que fuera. Y en esas estamos. Y lo están empezando a estar en Argentina, que a lo que parece, va a ser el nuevo experimento "terapéutico" de estos frikieconomistas , de4 estos economistas que sí son realmente alternativos, que son los economistas de la escuela austriaca.
Finalmente, una nota de precaución. Y es que harían bien nuestras élites europeas en abandonar sus ínfulas de superioridad de todo tipo y recordar que también ellas, por su absoluta rendición intelectual y política, están posibilitando que lo mismo acabe sucediendo en Europa. Que aquel refrán acerca del afeitado de las barbas del vecino no ha dejado nunca de ser certero
Es un hecho inevitable e incontestable, Y por eso mismo ciertamente requeriría una explicación...que no voy a tratar de dar hoy aquí. El caso es que es una realidad el que en toda "profesión" formal siempre, siempre, hay un grupo más o menos amplio, más o menos reducido, de excéntricos entre sus miembros, un grupo pequeño, sí, de "frikis", de raritos que se separan de modo más o menos radical y a veces hasta agresivo de las formas de pensar y de las metodologías usadas generalmente, de los análisis y conclusiones aceptados genéricamente, y de las aceptables recomendaciones, terapias y consejos de sus "compañeros" de profesión formal. Da igual que hablemos de arquitectos, científicos naturales, sacerdotes o abogados. Siempre entre ellos es posible encontrar grupos de "profesionales" que disienten del paradigma respetado por la mayoría de sus colegas de profesión o "correligionarios".
Quizás una metáfora sirva para dar una idea de lo que quiero decir. Cada "profesión", sus creencias y sus modos de actuar puede quizás representarse -en un periodo determinado- como un sistema planetario afín a un sistema solar. El "sol" de ese sistema que es una profesión lo ocupan la mayoría de sus profesionales. Son los que aceptan y se conforman con lo que han aprendido de sus maestros, tutores o predecesores, conocimientos y prácticas que -de nuevo- se conforman en profundizar o generalizar, pero que nunca los cuestionan. Conocimientos que, además, les valen para "buscarse" la vida de modo estable, seguro y adecuado. Obviamente, siendo la mayoría y ocupando la posición central o clave en el "sistema", son conservadores. Nada radicalmente nuevo se puede esperar de ellos. No puedo aquí dejar pasar por alto la primera vez que tuve constancia de ese peso del conservadurismo hasta en la ciencia de las ciencias. Recuerdo hace muchos años estar leyendo un libro de Cosmología de Josep Comas y Solá editado allá por los años 30, el que sin duda fue el mejor astrónomo del primer tercio del siglo XX en España, y sorprenderme ante su increíble desprecio por la obra de Einstein, que obviamente no entendía, y no porque no tuviera la capacidad para ello, sino porque no quería entenderla pues ello significaría la muerte del sistema conceptual newtoniano que había informado toda su vida intelectual
Entorno a ese "centro" de un sistema profesional, giran los planetas habitados por los profesionales más o menos excéntricos, o sea, aquellos no tan conformistas que dudan en mayor o menor grado de los saberes establecidos en la profesión. A algunos, los más frikis, los más excéntricos suele costar trabajo reconocerles como "profesionales" de un sistema profesional dado su alejamiento de las normas o estándares de la profesión, tanto que -incluso- puede pensarse que ya son parte de otro "sistema" profesional, que ya giran en tormo a otro centro, a otro sol
Es de sobra sabido que en cualquier profesión los excéntricos cumplen un papel importante, cual es el de posibilitar que la profesión no degenere y se anquilose. Es lo habitual que la ciencia y la técnica de una profesión cambie de dirección, "avance" por otros caminos gracias a los excéntricos, aquellos que se fijan en lo que el saber convencional y admitido en una profesión deja de lado, no puede explicar.
Pero, hay otros excéntricos que no cumplen ningún papel productivo sino todo lo contrario. Son aquellos cuyo descuerdo con la sabiduría convencional o establecida dentro de una profesión se convierte paradójicamente en apoyo de lo que el saber ahora convencional ya superó en el pasado, previamente. Es decir, la crítica de estos excéntricos a la sabiduría convencional es de tan corto recorrido que se convierte en defensa de lo que la sabiduría convencional de hoy destrozó en el pasado. Estos excéntricos, más que hacer avanzar por nuevos caminos lo que buscan es retroceder.
Normalmente, estos profesionales frikis no causan ulterior problema. Incluso sirven como fantoches folclóricos que al divertir al público con sus estupideces, llaman la atención hacia los asuntos realmente importantes. Por ejemplo están los negacionistas del cambio climático o los terraplanistas.
Pero hay dos profesiones donde este tipo de excéntricos radicales o "frikis" dejan de ser un asunto marginal o folclórico para convertirse en algo más serio, más peligroso y costoso.
En efecto, hay dos profesiones, la Medicina y la Economía, donde los "profesionales" raritos pueden convertirse en muy pero que muy problemáticos, en el sentido de que sus actuaciones profesionales, cuando son seguidas por el público, pueden poner en riesgo lo más preciado: la misma vida de la gentes. Homeópatas, naturópatas, adeptos a las medicinas tradicionales, ayurvédicas, orientales y chamánicas son médicos cuyos tratamientos, semejantes en todo a los de la "brujos" y "curanderos" de tiempos pasados, y superados hace siglos en todo -tanto en lo que respecta a la explicación de las causas de las enfermedades como en la efectividad terapéutica contra ellas- por la medicina occidental alopática y científica, tienen para los enfermos que "creen" en sus "ideas" un altísimo coste de oportunidad, cual es el no tratarse efectivamente contra aquellas enfermedades y padecimientos para los que la medicina científica ya tiene cura o tratamiento, que es cierto no son todas ni mucho menos. Pero, debiera resulta obvio, del hecho de que la medicina científica no sea eficaz contra todas las enfermedades sólo un "friki" carente de toda lógica (y que abundan hasta el aburrimiento, por cierto) concluiría que ello avala el uso de la medicina alternativa como respuesta a esas enfermedades a las que la medicina occidental no ha logrado aún dar respuesta lo suficientemente eficaz.
En Economía, también hay excéntricos. Por ejemplo lo son los marxistas, los economistas ecológicos, los postkeynesianos...Pero hay un grupo de frikis tan peligrosos para la salud de las economías y las sociedades que siguen sus explicaciones, prescripciones y recetas como los homeópatas y naturópatas. Son los libertarios o anarcocapitalistas, o sea, los economistas austriacos radicales, los neoliberales radicales. En los últimos tiempos, han alcanzado cierto renombre y enganche popular entre las generaciones más jóvenes gracias a sus intervenciones en las redes sociales así como por el nada extraño hecho de que los oligarcas más conspicuos del mundo de las nuevas tecnologías, como por ejemplo Elon Musk, se hayan declarado devotos de ellos.
(No puedo dejar aquí pasar por alto un hecho que quizás ejemplifique lo que estoy diciendo. Y es la muerte por cáncer de páncreas de Steve Jobs, quizás el más respetado de estos oligarcas. Como se supo, Steve Jobs no se dejó tratar por la medicina occidental y prefirió toda una suerte de médicos-curanderos, hasta que cuando quiso enmendar ya era demasiado tarde para un cáncer tan maligno como es el de páncreas que no tolera ningún tipo de retrasos o dudas)
Es curioso, peto este tipo de economistas frikis comparte con los médicos también frikis la misma actitud o posición metodológica a la hora de entender las causas de las enfermedades así como también el mismo tipo de terapéutica. Si para los médicos frikis, la causa de las enfermedades está en un modo de vida antinatural d(sea lo que sea que esto signifique para una especie tan cultural y no natural como lo es la humana) de modo que hay siempre que dejar que la Naturaleza siga su curso o apoyarla para que así lo haga puesto que todos los padecimientos de los hombres individualmente surgen de no llevar una vida natural, para los economistas neoliberales de la escuela austriaca de Economía, pasaría exactamente lo mismo. Los problemas económicos de las sociedades se deberían a su alejamiento de vida económica "natural", de la auténtica Naturaleza económica que sería el Mercado. El Mercado haría para la economía el mismo papel que la Naturaleza lo haría para la Biología. Y claro está, las causas de esos desvíos, de esos alejamientos del Mercado están en todo tipo de instituciones que mediante la acción colectiva traten de orientar el funcionamiento de los mercados, por ejemplo, los sindicatos. Pero obviamente, el Gran Culpable, el auténtico malo de la película de estos frikis económicos es el Estado operen al margen de los mercados: sindicatos, desvío el problema económico de las sociedades se debe al "alejamiento" del Mercado, que actúa pues como Naturaleza. Para estos anarcocapitalistas la causa de todos los problemas económicos de las sociedades está en último extremo la existencia del Estado
No es nada extraño observar lo que he observado a lo largo de estos años. Y es que los grupos donde estos planteamientos frikieconómicos gozan de muchos adeptos están en buena medida perjudicados mental o intelectualmente hablando. Lo están el grupo de los traficantes de drogas más o menos blandas residuos del viejo hippismo de los años 60 para quienes la intromisión del estado en sus ahumadas vidas supone un estrés considerable. Recordaré aquí, y como figura paradigmática y egregia de este tipo de defensores filosófico-existenciales de la libertad de mercado al ya fallecido Antonio Escohotado, un hombre que fue otrora extremadamente inteligente, pero al que quizás el abuso prolongado en el consumo de drogas a lo largo de toda su vida le hizo caer al final en una suerte de logorrea incontinente, una verbosidad sin pañal que le hacía escribir de todo (ya fuera de filosofía que era lo suyo, como de Física, Matemática o de Economía que no lo eran) sin el menor pudor y continencia. Fue así cómo, sin saber nada de nada de Economía, se lanzó a escribir tres larguísimos y a veces delirantes tomazos insufribles en defensa del Mercado y de una utópica Sociedad de Mercado, ajena a los desmanes de todo Estado, como si los mercados necesitasen hoy por hoy alguna defensa en vez de contención o regulación. No dejo de pensar, un poco cínicamente, cómo sería la vida de todos estos hippies anarcoliberales trasnochados ibicencos en algunos de esos países en donde se han cumplido sus deseo, y los estados han devenido en estados fallidos.
Un segundo grupo de estos perjudicados mentales donde los anarcocapitalistas alcanzan amplia audiencia lo son por un normal infantilismo. O quizás, "juvenilismo", pues lo componen bastantes de mis estudiantes a los que seducen las prédicas de los neoliberales más conspicuos y mediáticos de nuestros país. Por ejemplo, Jose Ramón Rallo. Por ejemplo, Daniel Lacalle. Son esos de mis alumnos, frecuentemente de buena familias, a los que por estar en la "flor de la vida" creen que están predestinados a la gloria y la riqueza, que han nacido para ser triunfadores y que, por tato, cualquier cortapisa a sus carreras en los "juegos de los mercados" hacia su "inevitable y grandioso" triunfo económico y social por parte del estado interventor es vivida como una intromisión ilegítima e inmoral y un obstáculo en el camino a lo que tienen derecho.
Con los años he observado que estos neoliberales juveniles moderan mucho mucho sus posturas, Les empieza a pasar ya al poco de acabar sus estudios cuando entran en el mercado de trabajo y se tropiezan de entrada con la verdad del famoso "dictum" evangélico que dice que "muchos son llamados pero pocos los elegidos". Conforme el fracaso va cobrándose crecientemente más víctimas entre sus filas empiezan a reconocer que no está mal que el Estado ofrezca redes de seguridad para que los que caigan no se desnuquen e incluso claman porque el estado del bienestar extienda aún más sus protecciones a las empresas que han formado. Y es que por la más evidente lógica es imposible que todos seamos el número UNO. Que, por definición, número UNO sólo puede serlo UNO:
Hay una sentencia de G.K. Chesterton a la que a veces he hecho referencia en este blog que, sin venir al caso, suelo utilizar cuando me enfrento con estos libertarios de mercado que demandan la abolición del estado. Chesterton decía que lo que pasa cuando se deja de creer en Dios no es que no se crea en nada, sino que se pasa a creer en cualquier cosa. Pues bien, me da la impresión que en nuestros tiempos está sucediendo lo mismo, y ello da cuenta de un tercer grupo de creyentes radicales neoliberales que, incluso, se han alzado ya con la presidencia de un país como la Argentina.
Y es que cuando se deja de creer en el estado, la gente se pone a creer en cualquier cosa, incluso en la realidad factible de ese paraíso terrenal neoliberal que defienden los anarcocapitalistas. Y la causa de este desplazamiento ideológica es bastante obvia. Conforme los estados han ido abandonando sus otrora objetivos de mayor igualdad y mayor seguridad económica y en sus comportamientos se han aliado cada vez más con las élites económicas globalizadas, es decir, conforme más a las claras han mostrado su incapacidad para afrontar los problemas reales de la mayoría de las gentes, a estas sólo les queda "jugar a la lotería política", es decir, confiarse a la suerte y esperar que en ese juego de la lotería que es el mercado les salgan las cosas bien (véase a este respecto: https://www.rankia.com/blog/oikonomia/5922595-juan-perez-emprendedor-cuento-empresarial.) aun sabiendo que si asó ocurre a otros le irá mal.
Es decir que a este tercer grupo de seguidores de los anarcocapitalistas les mueve más la fe que la razón, la esperanza que la seguridad o la certidumbre de que la llegada de una auténtica "sociedad de mercado" ideal es la solución, el bálsamo de Fierabrás de todos los problemas económicos, como así piensan los "teóricos" de la "revolución anarcocapitalista"
El problema es que ni aun "eso", ni aún una "sociedad de mercado" está garantizada. Y es que conforme, gracias a los anarcocapitalistas repunta la libertad, ¡carajo! no es que "desaparezca" el estado" y florezca la utopía de una sociedad de mercado libre, eficiente y justa, sino que lo que uno se encuentra es con un "estado fallido" un caos donde los grupos mafiosos usando de la violencia y la extorsión generan un desorden que acaba con la posibilidad de una sociedad y una economía mínimamente productiva como los ejemplos de tantos países africanos lo ha mostrado en el pasado. Y la razón es muy simple, y ya la tenía por cierto meridianamente clara Thomas Hobbes en el siglo XVII, y es que cuando no hay estado y, además, se vive en un mundo en que se predica como virtud y se premia el egoísmo y al persecución del propio interés, en el que todos compiten y son rivales los unos de los otros, pues la única institución social vertebradora es el Mercado, ¿qué es lo que impide a unos hacer uso de la violencia para conseguir sus fines económicos cuando, por medios pacíficos, o sea, mediante la producción y el intercambio no lo consiguen?
Y, al final, como las sociedades no pueden sobrevivir en el desorden, este se restablece pasando por encima de la libertad. Viene aquí el caso del desmantelamiento del estado soviético allá por los años noventa del siglo pasado siguiendo las directrices de muy reputados economistas liberales norteamericanos. Si la utopía de una sociedad comunista en una sociedad como al rusa había sido un fracaso a lo largo del siglo XX moderado por el ascenso al rango de gran potencia de la URSS, la utopía de una Rusia Capitalista fue un fracaso mayor, un desorden que sumió a la sociedad rusa en un caos económico, demográfico, espiritual y moral que, como era de esperar, acabó en el ascenso de un hombre como Putin como encarnación del orden al precio que fuera. Y en esas estamos. Y lo están empezando a estar en Argentina, que a lo que parece, va a ser el nuevo experimento "terapéutico" de estos frikieconomistas , de4 estos economistas que sí son realmente alternativos, que son los economistas de la escuela austriaca.
Finalmente, una nota de precaución. Y es que harían bien nuestras élites europeas en abandonar sus ínfulas de superioridad de todo tipo y recordar que también ellas, por su absoluta rendición intelectual y política, están posibilitando que lo mismo acabe sucediendo en Europa. Que aquel refrán acerca del afeitado de las barbas del vecino no ha dejado nunca de ser certero