Estimado Sasha,
me permito contestar a tu intervención en mi anterior post a través de este, ya que creo que planteas una serie de cuestiones lo suficientemente interesantes como para que sean tratadas en el blog.
Antes de nada, deduzco de tus palabras que tus padres se han visto afectados por las quitas de las preferentes de Bankia. Si es así, lo lamento, sinceramente, y espero que puedan recuperar todo lo que puedan de dicha inversión.
Planteas en tu comentario varios temas entremezclados, e intentaré contestarte a todos ellos.
En primer lugar, ironizas sobre cómo formar al gran público. Vaya por delante que, de todos los colectivos que mencionas, creo que al menos uno puede y debe formarse en temas económicos de carácter general: los estudiantes. ¿Tan malo es que un joven de 17-18 años acabe su enseñanza secundaria sabiendo qué es el Euribor, o que implica endeudarse o cómo puede gestionar su propia economía? Conceptos básicos, nada de complicadas formulas, lo necesario para poder defender sus intereses como adulto. ¿Tan malo resulta? En mi opinión, no, y es algo de lo que hemos carecido y creo que en su mayor parte carece la sociedad. Y teniendo en cuenta lo ocurrido en los últimos años, tal vez le hubiese ahorrado muchos disgustos a mucha gente…
Cuando hablaba de formación, me refería más en concreto al papel que, en mi opinión, debemos de desempeñar aquellos que realizamos labores de asesoramiento. Creo que es fundamental que las personas que depositan su confianza en nuestro trabajo sepan qué están haciendo con su dinero y puedan dormir perfectamente tranquilos, sabiendo qué pueden esperar y qué riesgos están corriendo, sin tener ningún atisbo de duda que pueda minar la confianza depositada, y aunque ello implique dedicarle más horas de las estimadas a explicar el funcionamiento de las inversiones propuestas.
En todo caso, si lees detenidamente mi post, es cierto que menciono la formación financiera como una herramienta del público general para la defensa de sus intereses, pero incido, fundamentalmente, en la información, porque creo que la información es la herramienta más útil para conocer en qué y con quién invertimos nuestros ahorros. Y, por suerte o desgracia, esta es una herramienta al alcance de todo el mundo y que, además, tiene carácter FORMADOR, porque, evidentemente, si nos interesamos por un tema y leemos buena información al respecto, acabamos interiorizando dicha información como parte de nuestros conocimientos.
Claro está que resulta mucho más divertido leer sobre el último fichaje de nuestro equipo preferido, o sobre cómo le va el último romance al cantante de moda, pero, es posible que si muchas de las personas a las que colocaron preferentes hubiesen hecho el pequeño esfuerzo de navegar un rato por internet y buscar noticias sobre este producto podrían haber leído noticias como esta, esta o esta (perdona la auto cita del último enlace). Por cierto, fíjate la fecha de las noticias y verás que todas están fechadas en 2009. No hacía falta que se hubiesen leído en ese año. Si se hubiesen leído año y medio después, aun podrían haber salvado una buena parte de sus ahorros.
¿Significa esto que las personas que están sufriendo la pérdida de sus ahorros son culpables de lo ocurrido? En absoluto. Salvo contadas excepciones, estoy convencido de que la inmensa mayoría han sido VICTIMAS de una venta en el mejor de los casos deficiente en cuanto a información ofrecida. Pero tampoco deja de ser cierto que existían numerosas voces en el mercado y los medios de comunicación que advertían de que lo que está ocurriendo podía pasar.
Y esto me lleva a las comparaciones que realizas. Evidentemente, nadie está a salvo de una mala venta, en ningún sector, y probablemente todos hayamos sufrido una experiencia en ese sentido. Pero, tenlo claro, si estoy seguro que lo que necesito es un disco duro USB3 de 2 TB y tú me ofreces cualquier otra cosa, antes de comprar nada, me informo de lo que me estás vendiendo y veo si eso satisface o no mis necesidades. ¿Acaso alguien conoce a algún padre de familia con varios hijos que tenga como único coche un descapotable biplaza? Yo no, por más que la gran mayoría los preferiría. Como tampoco conozco a muchas personas que hayan comprado un coche sin haber visto y/o probado varias opciones. Entonces, ¿por qué conocemos muchos casos de gente que va a realizar un ingreso o cualquier otro trámite habitual y acaba saliendo de la oficina con un fondo de inversión que no se ajusta a su perfil, un plan de pensiones que no necesita o unas preferentes? Tal vez no sea plato de buen gusto, pero informarse sobre las opciones que tenemos para invertir nuestros ahorros, o buscar un asesor que, de verdad, nos oriente sobre que tenemos que hacer con nuestro dinero es una labor muy importante a la que le dedicamos (en muchos casos) una parte ridícula de nuestro tiempo. Y, como se ha podido comprobar en los últimos años, esto puede tener catastróficas consecuencias para nuestra economía.
Comentas que la solución a estos problemas se llama protección y control… pero es que ¡¡ya existen!! Y, además, tienen nombres: Mifid por un lado y Banco de España, C.N.M.V. y Dirección General de Seguros por otro. Y el problema es, una vez más, la falta de información y la poca atención que, en general, se presta a los asuntos económicos y financieros. La directiva europea Mifid obliga a todas las entidades y empresas de servicios de inversión a realizar un test de idoneidad y otro de conveniencia a la hora de prestar servicios de asesoramiento y vender productos financieros, respectivamente. Por ejemplo, si intentas operar con derivados, solo has contratado depósitos y no tienes conocimientos financieros, una entidad no puede dejarte operar con este tipo de instrumentos en base al test de conveniencia. Y este test debería de ser rellenado por nosotros o, al menos, en nuestra presencia, y no entregado como parte del papeleo a la hora de contratar un producto. De hecho, varios contratos de productos “tóxicos” han sido anulados por la ausencia de este test firmado por el cliente.
El problema viene cuando los organismos, encargados de velar por los intereses de los ahorradores, mantienen un conflicto de intereses, como ocurrió en 2008-2009 con la comercialización masiva de preferentes. En este caso, la C.N.M.V cumplió con su cometido, advirtiendo del riesgo que suponían estos instrumentos. Banco de España, en su doble condición de protector del cliente y del sistema financiero español, primó este segundo punto sobre el primero, con las funestas consecuencias que conocemos. En todo caso, esta situación vuelve a poner de manifiesto lo esencial que resulta contar con información suficiente e independiente.
Y es que, la prohibición total de ciertos instrumentos tampoco soluciona nada. Al revés, perjudica a aquellos que realmente conocen el funcionamiento de estos instrumentos y su mercado. No hace falta ir muy lejos. Basta con echar un vistazo a los blogs de Fernan2 y Francisco Llinares en esta misma comunidad para comprobar que pueden ser un excelente instrumento de inversión, pero, claro, con los conocimientos e información necesarios.
En definitiva, Sasha, sigo pensando que la mejor protección, para la toma de decisiones en general, y las de ahorro en particular, es contar con la mayor y mejor información posible, porque sólo así podremos tomar la mejor de las decisiones. Esto no implica que no podamos incurrir en pérdidas, pero, al menos, contaremos con todo lo necesario para que, si ocurren, estas sean lo más bajas posible. Tampoco esto nos salvará de encontrarnos con vendedores sin escrúpulos, pero, al menos, nos otorgará armas para poder defendernos.
No sé si podré ser de alguna utilidad, pero si puedo ayudarte en algo con el problema que (intuyo) están sufriendo tus padres, quedo a tu disposición.
P.D.: Se me olvidaba el tema I.C.O. Muy al contrario de lo que piensas, a las entidades les interesa prestar fondos I.C.O., ya que este tipo de préstamos se realiza con fondos públicos, no de las entidades, lo que reduce el coste soportado por el banco para obtener los fondos
a prestar. El problema es que el riesgo de impago lo asume al 100% el propio banco, es decir, tiene que devolver el dinero al I.C.O. haga lo que haga el prestatario. Esto hace que el banco exija las mismas garantías que exigiría con préstamo “propio”, lo que, dadas las circunstancias actuales, provoca una (imagino) elevada denegación de operaciones por parte de los departamentos de riesgos.