Me he propuesto orientar en un asunto muy poco frecuente, en relación a los seguros médicos.
Antes de entrar en materia, recomiendo visitar unos links particularmente interesantes.
El primero es un gráfico de la evolución de la población humana desde la prehistoria hasta hoy. Se puede colegir la creciente carga sobre los recursos de que dispone nuestro planeta que supone tales incrementos. La pregunta obvia es ¿durante cuanto tiempo más eso será viable?
"Si la población terrestre continúa duplicando su número cada treinta y cinco años (como lo está haciendo ahora) cuando llegue el año 2.600 se habrá multiplicado por 100.000 (..) ¡La población alcanzará los 630.000.000.000! Nuestro planeta sólo nos ofrecerá espacio para mantenernos de pie, pues se dispondrá únicamente de 3 cm2 por persona en la superficie sólida, incluyendo Groenlandia y la Antártida. Es más, si la especie humana continúa multiplicándose al mismo ritmo, en el 3.550 la masa total de tejido humano será igual a la masa de la Tierra.
Si hay quienes ven un escape en la emigración a otros planetas, tendrán materia suficiente para alimentar esos pensamientos con el siguiente hecho: suponiendo que hubiera 1.000.000.000.000 de planetas habitables en el Universo y se pudiera transportar gente a cualquiera de ellos cuando se estimara conveniente, teniendo presente el actual ritmo de crecimiento cuantitativo, cada uno de esos planetas quedaría abarrotado literalmente y sólo ofrecería espacio para estar de pie allá por el año 5.000. ¡En el 7.000 la masa humana sería igual a la masa de todo el Universo conocido!
Evidentemente, la raza humana no puede crecer durante mucho tiempo al ritmo actual, prescindiendo de cuanto se haga respecto al suministro de alimentos, agua, minerales y energía. Y conste que no digo "no querrá", "no se atreverá" o "no deberá": digo lisa y llanamente "no puede". (Isaac Asimov, Introducción a la Ciencia, Basic Books, 1973)
Si quiere, hasta puede consultar en una web la proyección de población mundial HOY. En todo caso, la profecía de Asimov no tiene visos de cumplirse, gracias a que estamos tan contaminados y estresados que el ratio de fertilidad de la especie humana se está reduciendo a pasos agigantados. No obstante, el problema base, la sobrepoblación, subsiste. Es un dato objetivo que no admite discusión en la comunidad científica.
El segundo gráfico nos proyecta la evolución de la población española, su envejecimiento paulatino, desde la huella de la Guerra Civil, pasando por el Baby Boom hasta un futuro ya próximo. El gráfico es, permítanme la redundancia, gráfico.
¿Adonde quiero ir a parar? ¿Qué tiene que ver esto con el seguro?
Contrariamente a lo que muchos creen, el seguro no es un producto financiero que se nutre de datos estadísticos aislados, sino que lo hace a tenor de comportamientos estocásticos. Ello significa que no solo le afecta la relación básica entre la frecuencia esperada de un determinado suceso con sus consecuencias económicas y el importe medio del mismo, combinado con la máxima exposición en una situación de cúmulo. Al seguro también le afecta, y muy gravemente, la evolución conocida y esperada de dichos ratios en el tiempo. Así, obtenemos una matriz multidimensional que incluye grados de incertidumbre que se intentan controlar en base a proyecciones a medio y largo plazo.
Así, en el seguro de salud, que el mercado reconoce más fácilmente cuando hablamos de "seguros médicos" el comportamiento estocástico del riesgo está muy seriamente afectado por lo que se apuntaba en la introducción de este artículo. ¿Por qué?
Imagine usted una aseguradora que hoy está ofertando su seguro médico a un colectivo indeterminado de personas; realiza una serie de cuestionarios para determinar cuales de ellos son actualmente sanos y, solo a estos, les ofrece cobertura ante la eventualidad de una enfermedad o accidente futuros. Descarta a todos aquellos que, razonablemente, ya llevan la palabra "gasto" tatuada en la frente.
Imagine usted que esa aseguradora mantiene durante n años a esas personas, hasta su vejez. Muchas de ellas, alrededor del 70%, desarrollarán enfermedades crónicas o sufrirán accidentes graves. Otras, simplemente habrán fallecido generando a su vez gasto médico y hospitalario. Solo un pequeño núcleo se podrá considerar relativamente "sano", aunque serán consumidores de medicamentos para mantener dicho statu-quo.
Imagine usted que es el CEO de esa empresa aseguradora y que al revisar sus cuentas anuales observa que se encamina peligrosamente hacia la situación de equilibrio en la que el beneficio=0 pero sabe que, a partir de ahí, asoma su guadaña el fantasma de las pérdidas. ¿Qué haría? Probablemente buscar una puerta por la que escapar de ciertos compromisos que le están costando dinero, manteniendo aquellos que le permiten ganarlo.
Imagine usted que en el contrato de seguro de sus miles o millones de clientes existe una cláusula aceptada por la Ley de Contrato de Seguro que dice algo así como "Cualquiera de las partes contratantes podrá rescindir el contrato de seguro, al término de cada anualidad de seguro, con un preaviso de dos meses" Si usted es el CEO, ya tiene abierta la puerta: solo con mandar una cartita a los miles de clientes deficitarios o probablemente deficitarios (análisis estocástico) se acaba de entrar otra vez en la senda del beneficio.
Imagine, por un instante, que usted es el jubilado que está aquejado de ciertos achaques y que lleva "toda la vida" pagando a ese asegurador. Imagine que le llega la carta y, en el plazo de dos meses se va a encontrar con lo que siempre intentó evitar: la sanidad pública, la masificación hospitalaria, la lista de espera, no poder elegir quien te atenderá y morir acompañado de desconocidos en una habitación compartida. ¿Es lo que ese pobre jubilado pretendía cuando contrató? Lo dudo. Pero el asunto puede llegar a ser terrible si, además, la gestión pública es deficiente o, incluso, cicatera.
Pues ese increible escenario, es el que millones de personas en esta España nuestra conocerán en el futuro. Porque contrataron su seguro médico con empresas que no ofrecen una póliza vitalicia sino que, cada año, a 30 de octubre, se reservan el derecho de echarnos a la calle sin ninguna explicación adicional a la de que "tenemos derecho a rescindir por el artículo tal...".
Recordemos, por sensatez, que toda empresa tiene por objeto ganar dinero, obtener beneficios. Toda empresa, incluyendo las aseguradoras. Quítense de la cabeza cualquier parecido entre estas y una ONG puesto que ese razonamiento infantil puede conducir al desastre.
Algunos altos directivos de aseguradoras con las que he comentado este tema me indican con una ámplia sonrisa que "nunca hemos hecho una cosa tan inhumana". Yo les recuerdo que tienen potestad para cambiar sus condiciones generales e incluir una cláusula que transforme su póliza en vitalicia. Ahí desaparece su bondadosa expresión y aparece el financiero. Está claro, quieren mantener ese As en la manga puesto que piensan utilizarlo.
No todas han caído en la tentación: AXA, FIATC y DKV (entre las grandes) ofrecen sus pólizas con una cláusula de renuncia a ese derecho de anulación unilateral. Sus pólizas son vitalicias. Evidentemente sus productos son algo más caros que los de su competencia, simplemente porque están asumiendo un riesgo mayor a largo plazo y no deben trasladar dicho coste a los años en que su cliente será económicamente más débil.
El consumidor debería reflexionar muy seriamente acerca de este tema. Debería preguntar a su mediador o al canal de venta masiva que intenta endosarle un producto. A lo mejor, lo que se le oferta no es lo que más le conviene aunque vaya respaldado por marcas con mucho prestigio; a veces ganado a base de cuotas de mercado en clientes con baja formación aseguradora y del innegable esfuerzo de una abrumadora fuerza de ventas, no de calidad ni de orientación al cliente.
Supongo que pocas cosas merecen tanta atención para una persona como su salud, el dolor y la angustia. A valorar.