Estoy a punto de decidir no volver a comprar nada en el Juzgado de Primera Instancia nº31 de Madrid.
El atasco actual es monumental y ya no se cifra en semanas sino en meses de cien días, que es una medida del tiempo creada expresamente para este juzgado. Es imposible que nadie obtenga un mínimo de Justicia con semejantes retrasos. Ni siquiera la tienen los demandados, pobres ilusos, que creen tener suerte por lo mucho que se retrasa el juzgado en lanzarles, pero que la triste realidad es que cualquier propiedad subastada en este juzgado nº31 alcanza un precio de adjudicación al menos un 20% inferior que si se hubiera subastado en el juzgado vecino, el nº32.
Es curioso cómo se ha llegado a esta situación tan extrema. Hace solo tres o cuatro años ambos juzgados iban más o menos a la par. Dos años después, hace un par de años, el treinta y uno ya estaba claramente por detrás, tardando seis meses en dictar el Decreto de Adjudicación cuando el juzgado vecino solo tardaba cuatro meses.
Y así estaban las cosas cuando de repente... rebelión en el juzgado, casi la mitad de sus empleados se larga con viento fresco y deja al juzgado en bolas durante un par de meses. Para cuando fueron sustituidos, el atasco del juzgado ya era demencial.
Y lo peor es que no solo no han recuperado el retraso, sino que cada vez es más grande, de forma que cada mes de trabajo el juzgado solo saca adelante el trabajo de tres semanas. Así que actualmente la situación es inconcebible. Los escritos tardan unos cuatro meses en llegar a la parte alta de la pila de escritos y así no hay procedimiento que pueda avanzar. Esta mañana he hecho una visita para repasar los expedientes que tengo pendientes en este juzgado y he salido del mismo con una depresión de caballo. Voy a necesitar hacerme un bocadillo de Prozac o irme un mes al caribe para combatirla.
Eso sí, el retraso va por barrios y todavía hay varios funcionarios que van casi al día. Que quede claro, porque su mérito es extraordinario.
Y lo que sí que es una locura es adjudicarte algo por debajo del 70% del tipo de subasta. Yo cometí ese error el pasado diciembre y me temo que voy a tener todo el año 2.012 para lamentarme. No importa que lo hiciera al 19% del tipo, no hay precio que merezca la pena cuando hay que esperar tanto tiempo.
Se trataba de una vivienda vacía hace años y cuyos propietarios se hayan en paradero desconocido, único motivo por el que te puedes arriesgar a que una adjudicación no quede firme, que el demandado sea inencontrable para que nadie te la juegue con la mejora de postura. El resultado es que en estos seis meses transcurridos desde la subasta lo único que ha hecho el juzgado ha sido realizar un intento de notificación en la vivienda vacía. Como, naturalmente, la notificación ha resultado negativa, el juzgado le ha notificado al procurador tal hecho para que la parte demandante exprese cuál quiere que sea el siguiente paso, intentarlo en otro sitio o notificar por edictos.
He tenido suerte y el letrado ha opinado (evidentemente) que sería una tontería seguir intentando notificar a un demandado desaparecido durante todo el procedimiento, de manera que lo que el procurador va a pedirle al juzgado es que se le notifique por edictos. Lo tremendo es que este escrito del procurador no va a llegar a la parte superior de la pila de escritos hasta principios de octubre, que será cuando la funcionaria redactará el edicto y lo colgará en el tablón de anuncios. Diez días después mi adjudicación será firme y siete u ocho meses después podré llevar al Registro de la Propiedad mi flamante Decreto de Adjudicación.
El único signo de esperanza es que el nuevo secretario judicial, que llegó hace un par de meses, parece decidido a cambiar las cosas. A ver si es verdad, porque las dos secretarias anteriores resultaron ser un verdadero desastre.
Por cierto, que en el trato a quienes visitamos el juzgado, ya seamos subasteros, procuradores o demandados, también hay grandes diferencias entre ambos juzgados, el treinta y uno y el treinta y dos. Nuevamente el treinta y uno pierde por goleada. Y nuevamente la amabilidad también va por barrios, siendo precisamente más amables quienes menos retraso tienen. ¡Qué cosas!