Soy uno de los que piensan que el "gratis total" es una losa que lastra las energías de la sociedad y que la vuelve dócil e incapaz. De hecho creo que nada debería ser gratis y que los españoles deberíamos ser capaces de pagar al menos parte del coste de los servicios de los que hacemos uso. Naturalmente que estoy hablando de la Sanidad Pública, pero también de muchas otras cosas. Nos hemos acostumbrado a no pagar ni un pavo por los medicamentos, por la enseñanza de nuestros hijos, por el uso de las autovías, a que todo esté subsidiado y a que el Estado vele por nosotros desde la cuna hasta la tumba . El establo cada vez es más grande.
Pero no hay que temerle al copago. Hasta las empresas privadas, que no solo tienen que dar un servicio sino que además tienen que tener beneficios para sus accionistas, emplean esa fórmula para evitar los abusos. Por ejemplo, los seguros sanitarios (Sanitas, Adeslas, Asisa, etc.) explican a sus clientes que si no fuera por el copago que aplican tendrían que incrementar mucho las pólizas para compensar las pérdidas derivadas del excesivo uso de los servicios. Sin ir más lejos a mí ir al médico de Sanitas me cuesta cinco euros y estoy encantado con el servicio.
Incluso el club de golf que hay junto a mi casa cobra un copago de 7 euros por el uso del green a pesar del tremebundo precio de la acción y de la cuota anual. Así, con esa pequeña aportación, evitan la masificación y el mal uso de las instalaciones. La condición humana y, en particular, la española, hace que cualquier cosa que es gratuita sea mal utilizada.
Sin embargo, a pesar de todo lo que he dicho hasta aquí, NO ESTOY DE ACUERDO en que por culpa de Gallardón, ese gran hacedor de impuestos, la peor Justicia del mundo sea ahora también la más cara. Dicen que las tasas solo son un pequeño pago para disuadirnos a los españoles de litigar en exceso, como si la lentitud e incompetencia extremas de los tribunales españoles no fueran suficientemente disuasorios. Sería para descojonarse si no fuera por lo dramático que resulta la gran cantidad de profesionales que se quedan sin cobrar lo que se les adeuda simplemente porque no confían en nuestros juzgados. Acreedores que prefieren quedarse sin cobrar que perder el dinero y la salud metiéndose en pleitos. Morosos hijoputas que te dicen con todo el morro que si les aceptas el 25% de la deuda te pagan y que si no lo aceptas, allá tú, tendrás que demandarles, sabiendo lo que eso significa.
¿Es eso Justicia? Y aún más ¿es esa la Justicia por la que ahora nos quieren cobrar? La mayoría de la población se libra de usar los tribunales de justicia y por eso no es consciente de lo mantas que son nuestros juzgados. Bastaría con preguntar a los usuarios habituales, letrados, procuradores y acreedores. Los únicos satisfechos son los morosos profesionales, que están encantados con la situación actual. Y ahora, además, darán palmas con las orejas pues ahora sí que no van a tener que pagar nunca nada sin temor a demandas pues solo podrán demandar aquellos a quienes les sobre el dinero.
Para los que no son usuarios habituales de la Justicia española y que por tanto crean que exagero, les basta con comparar la velocidad con la que en Estados Unidos se ha enjuiciado a BP por el vertido de crudo de hace dos años, que se ha saldado con indemnizaciones y una multa mil millonaria, con el desastre del Prestige, que se hundió hace diez años y que se está juzgado ahora y cuya sentencia no se espera hasta el próximo mes de septiembre.
Otro ejemplo del desastre español podría ser el caso Madof en comparación con todas las estafas habidas en España en lo que va de siglo (Gescartera, Afinsa, Forum, etc.), de las que no se ha resuelto judicialmente ninguna.
Lamento mucho tener que generalizar, pero lo cierto es que la mayor parte de los juzgados españoles son un desastre mayúsculo en el que los pocos funcionarios que trabajan bien destacan como estrellas rutilantes. Los jueces son fatuos y arrogantes señoritingos, ensoberbecidos por su posición, que jamás dan su brazo a torcer y que se encierran en su castillo de marfil para no tener que trabajar de verdad. Ídem con los secretarios judiciales. Por cierto, que el otro día tuve que volver por otro asunto a cierto juzgado de Colmenar Viejo y el secretario sigue sin meterse en faena hasta las once de la mañana, mientras la juez anda por la luna de Valencia charlando con unos y otros y saliendo con sus amiguitas a tomar el café. Veo que les sigue importando un huevo llevar un retraso de cuatro meses en proveer los escritos.
La solución a este desastre judicial español es sencilla y ni se soluciona con el copago ni tiene nada que ver con la falta de medios sino con dar a todos los implicados la motivación adecuada. O eso o crear cinco o diez juzgados privados y comparar su productividad con la del resto de juzgados, a ver que pasa.. Por cierto, que darle a la Mediación judicial y al Arbitraje los poderes necesarios para llevar a cabo su labor tampoco estaría mal.
Yo sería el primero a quien no le importaría pagar, no ya las tasas actuales, sino incluso el doble, a cambio de recibir una justicia rápida y eficaz. Lo que tenemos ahora no es Justicia y por lo tanto su valor es cero.