He decidido cambiar de negocio y ampliar la base de clientes.
La idea me ha venido tras leer en El País que otros lo están haciendo en plan macarrilla y con cierto éxito. Aunque yo ya había mencionado este asunto cuando escribí El negocio Okupa, La mafia Okupa y Veinticuatro horas, es ahora cuando se me ha ocurrido implementar yo mismo el método.
El mar de fondo del mercado inmobiliario sigue siendo bajista y, harto de intentar vender pisos a su precio real a clientes que los quieren pagar a cuatro duros, he decidido sumarme a esta moda Low Cost y casi regalarlos, pero a cientos. ¿Y en que consiste la moda Low Cost aplicada al mercado inmobiliario? Muy sencillo, de la misma manera que el low cost en la moda consiste en comprar prendas bien diseñadas y muy baratas, aunque a costa de que por su inferior calidad no nos duren más de un año y de que el low cost en las líneas aéreas consiste en entrar en los aviones a la rebatiña, con el bocata de jamón en el bolsillo y dando codazos a derecha e izquierda para conseguir sentarnos junto a la ventanilla, el low cost del mercado inmobiliario consiste, sencillamente, en vender pisos a solo mil o mil quinientos euros, con el inconveniente de dichos pisos van a ser subastados en el futuro y de que cuando el juzgado lance de los mismos a mis clientes, estos tendrán que irse.
¿Queeee? ¿Tristán se ha hecho del hampa? Pues no, del hampa no, pero si otros lo hacen impunemente y a todos les parece muy bien y lo llaman "diferencia cultural" y lo defienden como medio de vida y como forma de integrarse en la sociedad
Déjales, siempre es mejor que hagan eso a que delincan...
He decidido que yo, que ya estoy integrado, también lo puedo hacer y además mucho mejor que ellos y con más garantías de que mis clientes van a aguantar más tiempo disfrutando de las viviendas okupadas.
El procedimiento va a ser el siguiente: Yo estoy todo el día en los juzgados y por lo tanto nada me va a resultar más sencillo que enterarme de todas las ejecuciones hipotecarias. Solo tengo que contratar a cinco o diez chavales para que visiten todas esas viviendas y tomen nota de las que ya han sido desalojadas por los deudores. He dicho que voy a contratar a los chavales, pero en realidad estoy pensando en contratos basura o, aún mejor, en pagarles en dinero B. Si voy a competir con los clanes tendré que ajustar los costes al máximo y emplear algunos de sus métodos.
El resto ya lo conocemos, cerrajero y okupación. Luego entra el electricista y engancha con la farola más cercana y de paso con el wi-fi y el Canal+ de los vecinos. Mis clientes no tendrán que pagar nada, ni siquiera la comunidad de propietarios. Y así hasta que lleguen los de la comisión judicial uno, dos o tres años más tarde, con el cuento de que se tienen que ir.
Y es en ese momento en el que mi producto va a marcar la diferencia y se va a convertir en imbatible porque.. ¿quién mejor que yo para asesorar a mis "clientes okupas" sobre las marrullerías más exitosas de cara a permanecer en la vivienda el mayor tiempo posible?
Y lo mejor de todo, que ni siquiera tengo que poner anuncios ni carteles de venta. Tengo una bolsa inagotable de clientes precisamente entre los demandados que ya han aguantado en sus propios pisos y cuyo Lanzamiento Judicial ya es inminente. Quizá incluso me interese ofrecerles este producto precisamente a los demandados en las subastas que yo mismo compro. Por solo mil euros les ofrezco volver a empezar con el proceso desde el principio.
Y luego ya veremos, quizá les vuelva a colocar en otra vivienda okupada, en una especie de eterno retorno nietzscheano
Presiento un futuro brillante.