No hay peor ciego que el que no quiere ver y quien quiera creer que los ciclópeos plazos judiciales de la Justicia española se deben a la sobrecarga de trabajo es que, o no ha pisado un juzgado en su vida, o se ha puesto deliberadamente anteojeras para no ver lo que no le gusta y de lo que no quiere hablar.
Por eso me he permitido variar un poco el título del artículo de hoy de El País que trata sobre este problema. Allá ellos si ha decidido titularlo "La sobrecarga de trabajo atasca 864 juzgados en toda España". Lo único cierto es que en los juzgados no todo el mundo está a lo que tiene que estar. El rendimiento no es el mismo cuando se está atento a la pantalla del ordenador que cuando se está simultaneando el trabajo con las dos o tres conversaciones cruzadas entre los empleados.
Ahhh, que lejos aquellos buenos tiempos en que España iba bien y apenas había conflictividad judicial por haber disminuido el número de morosos. Llegó un momento en que los empleados del Ministerio de Justicia apenas tenían carga de trabajo. Pero aquellos vientos trajeron estos lodos. Los funcionarios se adaptaron rápidamente a aquella buena vida y bajaron la productividad a mínimos. Ahora que ha aumentado el número de demandas los pobres han perdido la costumbre de trabajar.
Perdón por generalizar porque lo cierto es que esto no le afecta a todos por igual. De ninguna manera. Son pocas las manzanas podridas, pero como están muy repartidas el mal se ha extendido.
¿Cómo es posible que en un juzgado de los más atascados de España, cuyos funcionarios tienen una media de cinco a ocho meses para proveer un escrito, haya uno de ellos que esté al día?
Me explico. En ese juzgado en el que estoy pensando y que los subasteros madrileños conocemos muy bien, los escritos que se presentan tardan entre cinco y ocho meses en ser leídos y atendidos por el funcionario tramitador y el secretario judicial. Ahora bien, uno de los tramitadores de ese mismo juzgado está al día y provee los escritos según le van llegando.
¿Eso no significa nada?
¿Cómo es posible que en ese juzgado tarden una media de diez o doce meses en entregar el testimonio de los decretos de adjudicación cuando en el juzgado vecino tardan entre tres y cuatro meses?
¿Eso tampoco significa nada?
Porque que yo sepa ambos juzgados reciben el mismo número de demandas al año.
¿Cómo es posible que un juzgado que marchaba estupendamente cambie radicalmente y comience a acumular retrasos por el simple recambio de su secretario judicial?
Cuando entras en uno de los juzgados buenos el ambiente es siempre el mismo. Los funcionarios trabajan en silencio, cada uno a lo suyo, todo está ordenado (u ordenadamente desordenado), te tratan con respeto y tienes acceso al secretario si así lo solicitas. En cambio produce vergüenza ajena visitar los juzgados que acumulan con los mayores retrasos. En ellos hay varias conversaciones cruzadas, la mitad del juzgado está vacío porque los empleados se van a desayunar en grupo, te tratan a patadas y es imposible que el secretario te atienda.
Por otro lado nuestros amados legisladores (¿la casta?) no solo no ayudan sino que empujan en sentido contrario. Hace unos años bastaba con que un vecino del edificio del demandado firmara la notificación y se hiciera responsable de hacerla llegar al destinatario y, aún así ya era difícil y las malas notificaciones judiciales eran motivo de retrasos. Luego los legisladores subnormales hicieron obligatorio que la notificación debía recibirla directamente el destinatario para darla por buena. ¿A alguien le extraña que ahora los procedimientos se eternicen?
Que sí, que actualmente hay sobrecarga de trabajo, eso nadie lo discute, pero el problema del atasco es de recursos humanos. Pero no de aumentar el número de empleados sino de incentivarles más y mejor.
Pero eso ya lo expliqué en "Mi solución al desastre judicial" y todavía no me ha hecho caso nadie.
Pero no pierdo la esperanza. No me cabe ninguna duda de que dentro de cien años todos estaremos calvos y de que nuestros nietos disfrutaran de una Justicia con incentivos a la productividad y con collejas a la negligencia.
¿No lo veis así vosotros?