¿Recordáis que hace unos meses publiqué un post sobre si serían más seguras o no las ascensiones al Everest si se pudiera llegar en tren al campo base?
En aquél artículo yo argumentaba que por mucho que los adelantos técnicos facilitaran la afluencia de personas al campo base del Everest no por eso más alpinistas alcanzarían la cumbre dado que son precisamente las marchas de aproximación, realizadas a gran altitud, las que facilitan que el cuerpo se adapte al trabajo en altura y, a la postre, que solo accedan a intentar el asalto final quienes hayan pasado ese filtro.
Mi conclusión era que con las subastas judiciales iba a suceder lo mismo, pues lo único que iba a cambiar era la forma de realizarse.
Las subastas iban a dejar de ser presenciales para pasar a ser telemáticas, lo que iba a facilitar la afluencia de nuevos postores novatos y poco preparados y, desde luego, desconocedores de la que se les iba a venir encima.
Todo se ha confirmado.
Desde la entrada en vigor, el 15 de octubre, de la Ley 19/2015 que implantaba las subastas judiciales electrónicas, el número de subastas no desiertas, es decir, con postores, se ha multiplicado por seis, pasando del 5 al 30% en tan solo cinco meses. Y eso sin tener en cuenta que en este periodo aún se han celebrado muchísimas subastas presenciales.
El éxito ha sido rotundo.
Y los subasteros habituales también lo hemos notado.
Quien más quien menos hemos visto las barbaridades que los nuevos postores están ofreciendo en las subastas.
Hace un año se celebró en Madrid la subasta de un piso interior de 30 m2 en un segundo con ascensor en el madrileño barrio de Lavapiés. El subastero adjudicatario pagó unos 34.000 euros y todos nos hicimos cruces de aquella barbaridad. El lunes pasado se pagó por un piso similar, pero en la cuarta planta sin ascensor, la friolera de 67.500 euros. A los que el feliz adjudicatario tendrá que sumar la reforma completa.
Y esto es solo un ejemplo.
El resto de subasteros españoles esta viviendo experiencias similares y aún no sale de su asombro.
Otro ejemplo sería lo sucedido este pasado fin de semana con el piso de 96 m2 de la calle Caños del Peral subastado en el Portal del BOE con el número SUB-JA-2016-3228 y que se adjudicó en nada menos que 291.300 euros, un poquito menos de su valor real actual.
Al menos el adjudicatario del pisito de Lavapies podrá disponer de su propiedad en un periodo no muy extenso. Digamos que si lo hace todo legal y no entra al piso por las bravas (está deshabitado) podrá disponer de él en más o menos un año. Pero el adjudicatario del piso de Ópera lo tiene crudo del todo. Si consigue entrar antes de veinte meses podrá considerarse afortunado.
Y en ese juzgado... ¡guau!
Así que, queda confirmado, las subastas judiciales online están atrayendo a más postores, sí, pero también les está arruinando. Muchos primos se están llevando desagradables sorpresas en estos primeros meses de subastas telemáticas.
Un ejemplo perfecto de ello es el Relato de Daniel que publiqué la semana pasada en Subastanomics.
Daniel es un tirillas que hace unas semanas fue a visitar la casa que se acababa de comprar en una subasta de Barcelona y cuyo expropietario le dio la del pulpo. Su error fue no haber llevado a cabo ninguna investigación de la subasta, más allá de lo poco que cuelgan en el portal de subastas.
Una buena investigación de una subasta no puede limitarse a mirar una nota simple.
Daniel ni siquiera había visitado el piso subastado ni había hablado con el demandado.
De haberlo hecho, o al menos de haber hablado con los vecinos del inmueble, habría averiguado que el tipo era una bestia parda y que obtener la posesión de esa casa iba a resultar un calvario.
Ahora está en tratos con cierto oportunista que le va a comprar su "magnífica" adjudicación por bastante menos dinero de lo que le costó a él.
De verdad que os recomiendo la lectura de ese post porque las consecuencias de comprar a lo loco no son ninguna broma.
Aunque sí, el post es desternillante.
Lo siento Daniel.
Y ojo, que el próximo post que publicaré aquí, en Rankia, también va de otro iluso que creyó que se iba a hacer rico con las subastas electrónicas y que también ha dado otro patinazo de órdago.
Este también va a perder un buen montón de dinero.
Y de muchos de estos fiascos yo soy un testigo privilegiado pues muchos de ellos acaban contactándome y relatando sus malas experiencias.
Ventajas de publicar los dos únicos blogs de subastas judiciales en castellano.
CONCLUSIÓN, que los peligros inherentes a invertir en este negocio van a seguir por muchas subastas electrónicas que haya, PORQUE NO DEPENDEN DEL FORMATO DE LA SUBASTA SINO DEL SISTEMA JUDICIAL ESPAÑOL y que hasta que los legisladores no eliminen de la ecuación la inseguridad jurídica, garantizando la transparencia absoluta en las subastas y entregando los pisos limpios de polvo y paja, sin cargas ni ocupantes, llave en mano y completamente libres de desagradables sorpresas, los novatos que se acerquen a este negocio atraídos por la facilidad para pujar online van a ser triturados como carne de cañón.
Y los inversores con experiencia no tenemos más que sentarnos a la puerta de casa para ver desfilar sus cadáveres. A la vuelta de no demasiados meses.
¿Apostamos?
Atentos al próximo post que va a ser la monda.