¿Hacienda somos todos? Puede
Leyendo la semana pasada el artículo de Fernando Suárez sobre los paraísos fiscales, me acordé de la increíble historia que me contó hace nada un subastero de Guadalajara, similar a otra que ya me había contado otro subastero madrileño en términos bastante parecidos.
Por lo visto se adjudicó un piso en subasta la pasada primavera. Cuando le dieron el Auto de Adjudicación acudió a su delegación de Hacienda y liquidó el Impuesto de transmisiones Patrimoniales.
Poco después de la subasta alguien le llamó por teléfono y le preguntó por cuánto pensaba vender el piso recién adjudicado, pues podría estar interesado. Hasta aquí todo normal.
Lo que excede de todo a lo que hasta ahora estaba acostumbrado es que unos meses después de la liquidación del impuesto, Hacienda le ha presentado una paralela argumentando algo así como:
".....no pudiendo darse como válido el precio conseguido en la subasta pues es obvio que allí se acude para comprar a precios por debajo del mercado, siendo más cercano a la realidad el que el propio subastero manifestó telefónicamente al sub-inspector de la Agencia Tributario que contactó con él para sondearle acerca del precio estimado del bien....."
Toma ya.
Parece que los de Hacienda están tan desesperados por que les caiga algo que ya están probando nuevos métodos de apretarnos las clavijas, pero éste truco es más digno de la pandilla de truhanes de la peli "El golpe" que de unos empleados de Hacienda que consiguen su empleo mediante una dificilísima oposición.
Hasta ahora el tema del Impuesto de Transmisiones Patrimoniales estaba bastante claro, al menos en Madrid. Al contrario que el precio firmado en los actos notariales, en el que sí puede haber cantidades entregadas en dinero negro, en las subastas se supone que el precio obtenido es más indiscutible que ninguno porque se forma al amparo del juez, por medio de sucesivas pujas que los asistentes hacen libremente.
Je-je, eso si no tenemos en cuenta las trampas de las que ya hemos comentamos algo, pero de las que oficialmente no hay constancia.
La anécdota me ha recordado aquel post de Echevarri sobre el valor fiscal de los inmuebles y me parece que ni él se imaginaba que Hacienda pudiera llegar tan lejos. Desde luego, si esto va a ser así a partir de ahora quizá la mejor solución es la que apunta que han adoptado en el País Vasco donde, por lo visto, el impuesto no se aplica sobre el valor declarado en la escritura sino sobre un valor fijado por la propia Hacienda Vasca, siendo lo suficientemente inferior al de mercado para que los contribuyentes no se levanten en armas.
O buscan una solución de ese tipo o van a conseguir que todos los españoles nos convirtamos en el Borjamari y su amiga H de "Evasión o victoria".