Resulta que el triste protagonista de esta historia compró en subasta un piso en vallecas (Madrid) en 2.004 y como ya tuvo algunas dificultades en venderlo, decidió que esta vez se quedaba con el, que ya era hora de ir haciendo un patrimonio, tener una rentita todos los meses, la vejez asegurada y bla-bla-bla. Entonces reformó el piso y lo amuebló completamente, con cariño, haciendo caso a los detalles, buscando que el futuro inquilino se sintiera a gusto y se quedase muchos años. Y vaya si se quedó.
Mohamed (lo siento, pero ese es su nombre) no vino a España a trabajar, ya trabajan bastante sus hermanos. Lo que a él le va es el trapicheo, un poquito de hachís por aquí, dos motos por allá, reventar un camión hoy y mañana ya veremos, lo que salga.
Recién reformado y con los muebles nuevos, el piso le moló un montón desde el principio y cuando le enseñó al propietario los doce meses por adelantado y en billetitos nuevos, a éste se le olvidaron enseguida todas esas tonterías modernas sobre la nómina y los avales y demás zarandajas y firmó.
Ese fue todo el dinero que Luis iba a ver de Mohamed.
Se lo empezó a temer a los pocos meses, cuando empezó a recibir las quejas de los vecinos del bloque. Le contaban que su inquilino era una mala bestia, que les tenía a todos acojonados, empezaron a desaparecer propiedades de los pisos (por lo visto el tío era un figura entrando en casas ajenas), malencarado cuando se le enfrentaban, chulo a todas horas, en fin, un angelito.
Cuando se le olvidaba la llave de su piso, sin pedir permiso a nadie, saltaba desde la azotea al tercero y desde éste a su piso, con dos narices.
Transcurrió el año y, cuando Luis fue a cobrar la siguiente mensualidad lo que hizo fue eso, cobrar, lo suficiente para salir humillado pero no tanto como para poder ir a la comisaría. Así que no insistió más y en cuanto se cumplieron los plazos legales le puso a Mohamed una demanda de desahucio por falta de pago y se dispuso a esperar los doce o quince meses que calculaba le harían falta para recuperar el piso, je-je.
Con lo que no contaba Luis es con que las ong´s que tanto salen en los telediarios se iban a poner en su contra dando asistencia legal gratuita a semejante parásito y consiguiendo eternizar el procedimiento nada menos que cuatro años.
El pasado mes de junio consiguió por fin entrar en el piso vacío de muebles, pero al menos también de inquilinos, y se dispuso rápidamente -el ser humano es optimista por naturaleza- a amueblarlo de nuevo para ofrecerlo en alquiler y recuperarse de las pérdidas.
Lo ha tenido que alquilar más barato, pero al menos será una rentita que entre en su bolsillo todos los meses. Eso sí, esta vez se ha asegurado de que el inquilino sea español, como si eso sirviera de algo. Solo hay una pequeña nube en el horizonte, la semana pasada el inquilino le dijo que quería hablar con él y que le esperaba en la casa y al llegar se encontró al recién estrenado inquilino muy sonriente y abrazado a su querido amigo... Mohamed, más sonriente todavía.
Nota: He contado el relato tal como me lo ha contado la víctima, el inquilino delincuente es marroquí y no hay más que hablar. No es incorreción política, es que realmente es moro.