Los prestamistas y sus maniobras
Ser subastero no siempre es fácil, en ocasiones nos encontramos con situaciones realmente desagradables, tan reales como la vida misma. Draco, asiduo lector del blog y subastero en Vizcaya, nos trae hoy una historia real, como tantas...
Ayer me toco experimentar el peor lado de las subastas. Acudimos a visitar un caserío que próximamente se subastará. Después de dar muchas vueltas por el monte, y preguntar mucho, fuimos a parar a una vieja casa, preguntamos a un anciano que estaba sentado fuera (...) Tenía 4 perros juguetones que no paraban de corretear y saludarnos. Nos presentamos y le dijimos que veníamos a ver el caserío, porque estaba próxima la subasta. El hombre negaba con la cabeza, no sabía nada de ninguna subasta. Le pregunté si conocía a los prestamistas que le embargaban. Seguía negando. Bueno nos explicó que vivía allí como un "perro", que estaba casado y que su mujer no le dirigía la palabra. Nos invitó a pasar a las cuadras y allí entre varias vacas apareció una señora de unos 65 años, atareada en su labor. Tras presentarnos, vimos en su rostro una cara de furia seguido de un rotundo no. Le preguntamos que si conocía a los prestamistas, dijo que si, pero que no se subastaba nada. Bueno, pues "buenas tardes", y salimos fuera con el anciano.
Empezamos a conversar con él, y le advertimos que fuese al juzgado a enterarse bien de lo que pasaba. Empezó a sincerarse con nosotros, dijo que había ido a firmar a la notaría en Bilbao con unos señores, que el dinero era para reformar la casa, y que su mujer lo había cogido todo y ni reformar el caserío ni nada. El decía que no creía que nadie les echaría de allí y que no pasaba nada. Le advertimos que estos señores (los prestamistas), no dudarían en quedarse con la casa y desahuciarles, que nosotros ni ningún inversor nuestro iría a la subasta, pero que la cosa pintaba muy mal. Que intentase vender alguna tierra rápido para pagar la deuda. Bueno cabizbajos nos fuimos de allí.
Los números son los siguientes:
2006 hipoteca de la inversora del prestamista
135.000 de principal
29% demora
30% costas y gastos
2006 hipoteca del propio prestamista
29.000 de principal
29% demora 5 años
30% costas y gastos.
Los terrenos contiguos al caserío son tres fincas registrales y en las tres ha metido el prestamista otra hipoteca, también en el 2006
29.000 principal
29% durante 5 años demora
30% costas y gastos
Echando cuentas, la deuda del caserío se ha puesto por las nubes, casi durante 3 años al 29% del principal. Implica el doble de la deuda. El que ejecuta es el prestamista, que no ha puesto el realmente ni un duro.
La cuestión es que estos señores recibieron 90.000 euros y firmaron 135.000 a 6 meses. La inversora puso 112.500 y los 22.500 que recibió el prestamista como comisión se los volvió a prestar, pero hipotecando los terrenos. Al final él no pone dinero y se queda con los terrenos. Hipoteca el caserío que tiene como carga anterior a la inversora, a la que no va a pagar hasta que vendan el caserío.
Al anciano su querida mujer le ha engañado pero bien, puede que sea ludópata o vete a saber, igual enferma mental. De todos modos son conjeturas, lo que si está claro es que los financieros que han hecho esta operación, no tienen sangre en las venas.
Un saludo. DRACO
En mi experiencia cotidiana me he encontrado muchos casos similares a éste, algunos incluso peores, por lo que he desarrollado una inquina sin concesiones hacia el negocio de los "prestamistas". Así de sencillo, inquina sin concesiones.
Como se desprende del relato de Draco (muchas gracias por tu colaboración), este prestamista se va a quedar con el caserío sin haber gastado ni un euro, porque el dinero que ha prestado lo ha sacado de la comisión que su inversor le pagó por conseguirle la primera hipoteca del caserío, y con solo ese dinero ha hecho un préstamo hipotecario que afecta a los terrenos y al propio caserío. Ningún subastero querrá participar en la subasta por tener una carga anterior de 135.000€ + 3 años al 29% + costas, carga de la que solo él tiene información. Y cuando se haya adjudicado el caserío y los terrenos en esa subasta, lo venderá todo, liquidará la hipoteca de su amigo el inversor inicial y se habrá embolsado una pasta gansa, gracias a su falta de escrúpulos y a las rencillas de una vieja rencorosa y majadera.
Para aquellos que me acusan de generalizar demasiado diré que no todos los prestamistas actúan así, algunos otros... dejémoslo ahí.