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El pequeño inversor inmobiliario está de enhorabuena. Tenemos un gran futuro por delante

 

Lo que ha sucedido la pasada semana es que una juez, en aplicación del decretazo de la Generalitat de la pasada Navidad de medidas urgentes de acceso a la vivienda, paralizó el desahucio de seis familias de okupas que habían usurpado un edificio de Barcelona. Y su señoría no se ha limitó a paralizar el desahucio, sino que también instó a la propiedad a ofrecer en cinco días un alquiler social a las familias.

El fondo inversor propietario del edificio lo había comprado en 2016 con la legítima intención de rehabilitarlo y vender las viviendas por separado. Es decir, que invirtió con la idea de reformar y vender. Pero ahora se va a tener que comer con patatas a esas seis familias de gorrones sociales a quienes no les basta con los subsidios que la esquilmada sociedad catalana les está sufragando con sus impuestos sino que aún quieren más.

De hecho los tristes contribuyentes españoles se echarían las manos a la cabeza si supieran todo lo que estos parásitos sociales tienen en su cartera de exigencias y lo mucho que los políticos que nos gobiernan tienen pensado concederles con el tiempo. Tanto que me iría de inmediato de España si no fuera porque tengo la intención aprovecharme al máximo de esta nueva magnífica oportunidad que el destino nos vuelve a ofrecer a los pequeños inversores inmobiliarios.

¿De verdad soy el único que cree que noticias como ésta son magníficas noticias para el pequeño inversor artesanal?

A ver, querido lector que llevas años leyéndome con paciencia y soportando mis frecuentes salidas de pata de banco. Esta no es una nueva ocurrencia de un sábado por la noche en la barra de un bar de copas. Lo que digo es que la izquierda tiene entre ceja y ceja a los bancos y a los fondos de inversión desde que el gobierno del Partido Popular decidió rescatar a las cajas de ahorro en vez de aprovechar la crisis para expropiar los pisos de los bancos y convertirlos en VPO para ser repartidos entre sus bases sociales.

Además, para la mentalidad de esta gente no hay peor demonio que los fondos de inversión, quienes aprovechando los bajísimos precios de los años de la crisis, invirtieron en España miles de millones de euros comprando activos a precio de ganga. 

Y ahora que gobiernan no van a dejar pasar la oportunidad de perjudicarles todo lo que puedan. Van a intentar ordeñarles como solo los gobiernos populistas e iliberales saben hacer. 

El decretazo de la Generalitat del pasado 23 de diciembre solo es un primer globo sonda. El Decreto Ley obliga a cualquier propietario con más de 15 viviendas a firmar alquileres sociales a los colectivos considerados vulnerables, incluidos okupas. El decreto afecta por igual a personas físicas y jurídicas, con la única diferencia (marcada por la Ley de arrendamientos Urbanos) de que los primeros tienen que firmar alquileres de 5 años y las empresas los tienen que firmar de 7 años. Este decreto contempla otras muchas medidas, todas en la dirección contraria al liberalismo económico y, por lo tanto, todas acabarán produciendo lo contrario de lo que persiguen. Con este decreto ley en vigor ningún gran tenedor va a poder desahuciar a okupas ni a sus inquilinos morosos. Prácticamente ha dejado a los grandes tenedores de viviendas al margen del amparo de la Ley.

Naturalmente, estoy convencido de que más pronto que tarde el gobierno de la nación replicará esta Ley al ámbito nacional.

¿Y por qué afirmo que esto nos beneficia a los oportunistas?

¿Acaso no es obvio que si se les impide a los fondos de inversión desahuciar a sus muchos okupas y además se les obliga a aceptarlos como inquilinos sociales, signifique esto lo que signifique, los fondos van a estar obligados a malvender sus activos a precio de derribo?

La cosa no va a ser inmediata, pero por lo pronto los fondos internacionales ya han dejado de invertir en ladrillo español. En 2019 apenas se han hecho nuevas inversiones. Y no digo que la escabechina se vaya a producir de inmediato, pero sí estoy convencido de que los próximos meses o años se nos van a presentar magníficas oportunidades de comprar viviendas a muy buenos precios.

Y esa no va a ser más que la primera reacción de los fondos de inversión, vender sus viviendas a precios de derribo.

La segunda medida será dejar de pujar en las subastas de las miles de hipotecas que han comprado en los últimos años.

A nadie se le escapa que si el ladrillo se convierte para ellos en un activo tóxico no van a pujar tanto como venían haciendo hasta ahora. Ni ellos ni los bancos que todavía conserven la titularidad de sus hipotecas.

Es decir, por poner un ejemplo que todos entiendan, supongamos un crédito impagado de cien mil euros que el banco le vendió a un fondo por cuarenta mil. En la subasta el fondo no pujará para cobrar la deuda total, como habría hecho hasta ahora, sino que le bastará con pujar hasta cincuenta mil euros para asegurarse una pequeña ganancia sin arriesgarse a adjudicarse un activo tan repugnante como se va a convertir para ellos el ladrillo español.

Y finalmente, su tercera medida será malvender a precio de saldo las hipotecas adquiridas a los bancos.

Y cuanto más baratas las vendan menos fuerte pujaran los inversores que las adquieran porque no necesitarán subir tanto para asegurarse el beneficio.

Podéis estar seguros de que en las sedes de los fondos internacionales ya se está hablando de todo esto. Para nosotros, los pequeños inversores artesanales lo importante va a ser leer e interpretar bien las próximas medidas legislativas y adaptarnos a las circunstancias que de ellas se deriven. Si el corte para ser considerado un inversor sin escrúpulos y vaca a ordeñar lo ponen en los 15 activos, entonces habrá que evitar tener mas de 14 activos a nuestro nombre o al de nuestras empresas. Si el límite lo ponen en 20 activos, pues nos movemos hasta ahí. Y así. Los pequeños inversores españoles somos muchas cosas, pero nadie ha dicho nunca que no tengamos imaginación o que no sepamos adaptarnos a las circunstancias. Llevamos adaptándonos a los pésimos gobiernos desde que existe España.

Por todo esto mi opinión es que los pequeños inversores inmobiliarios estamos de enhorabuena y tenemos un gran futuro por delante. 

Está más que acreditada la capacidad deductiva de los lectores de este blog, que seguramente son los mejores y más inteligentes inversores de España. Por eso me interesa mucho vuestra opinión.

Decidme, ¿no pensáis igual que yo?

 

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