A propósito de las disoluciones de proindivisos, alguien muy sensato y que no quiere pelearse con su familia me envía la siguiente consulta:
(...) somos dos hermanos copropietarios de una casa de pueblo que era de mis padres, la casa está en muy malas condiciones, tiene planta baja de 7 m de fachada, imposible partir por la mitad y las golfas, que son las paredes y el tejado solamente. Queremos disolver la copropiedad y que sea uno u otro quien se quede con ella. El problema viene porque los dos la queremos y no nos ponemos de acuerdo ni en el precio que hay que ponerle. Yo digo que la sorteemos y que al que le toque le dé su media parte al otro y santas pascuas, pero la otra parte no quiere de ninguna manera renunciar a la casa, no se aviene a razones, dice que sorteemos arriba y abajo y que cada cual se arregle su parte de la casa como quiera, pero es que arriba solo están las paredes y el tejado y si me toca a mi tengo que hacérmelo todo nuevo y me es imposible. Para mi es indivisa totalmente, ya le he explicado el artículo 400, 1051, 1052, 1062, pero ella erre que erre. ¿Como podríamos convencerla de que llegue a un acuerdo sin pasar por el juzgado?
Ni se me ha pasado por la cabeza la idea de que partan la casa en dos. Mi respuesta ha sido más bien esta:
Si no llegáis a un acuerdo la vivienda saldrá en subasta y la comprará uno de los dos hermanos u otro cualquiera que pase por allí. Y del dinero recaudado en la subasta se descontaran las costas judiciales, minutas de los abogados y procuradores y el resto se dividirá por dos, la mitad para cada uno.
Dos buenos hermanos lo que harían si fueran listos es hacer la subasta entre ellos, comenzando desde 1.000 euros y subiendo hasta que uno de los dos ya no pueda pagar más. Sabiendo que la oferta mayor se dividirá entre dos y el ganador solo le tendrá que pagar al otro la mitad del precio acordado.
Sin gastos, sin impuestos, sin extraños, sin malos rollos... ¿Se puede pedir más?
Y vosotros, ilustres lectores que aún me aguantáis, ¿qué le habríais aconsejado?