No me ha quedado más remedio que permitirle a Don Pablo el derecho de réplica. Me ha hecho una oferta que no he podido rechazar. Tristán.
Ajá, este calzonazos de Tristán no sabía dónde se metía cuando decidió escribir sobre mí. Ahora le tengo a él y a Rankia agarrados por los huevos y no voy a parar hasta que haya dicho todo lo que tengo que decir. Puede que me baste un post o puede que necesite dos, pero no pienso dejarme nada en el tintero. Me las va a pagar con creces por haberme llamado hiena.
Empiezo por aclarar que Juanito no es la pobre víctima que Tristán nos ha pintado. Al contrario, es un majadero al que siempre le ha venido todo regalado, cuyos abuelos eran los dueños del pueblo y cuyos padres, sin ser tan ricos, sí lo eran lo suficiente para no tener apenas que trabajar gracias a las muchísimas tierras que poseían. Ha tenido siempre de todo y se ha convertido en el más inútil del pueblo. Nunca ha hecho nada práctico y nadie sabe de qué vive realmente. Desde que murieron sus padres, hace quince años, se ha ido comiendo su herencia y pronto no le quedarán ni las raspas.
Respecto a lo de su mujer, que tan poco os de pena por eso, que no se ha ido con el moreno por el tamaño de su pene ni nada parecido, sino porque Juan la trató siempre de pena y claro, esas cosas se aguantan mejor con dinero. A este Juanito, lo que le está pasando es simplemente que el baño de realidad le ha llegado un poco tarde.
Y respecto a mi negocio, si, soy prestamista y a mucha honra. De la misma forma que a Tristán no le avergüenza definirse como subastero al contrario que sus compañeros de negocio, que siempre se camuflan como "inversores" o "asesores" inmobiliarios, a mí tampoco me avergüenza el término prestamista porque es la mejor forma de definir a qué me dedico.
¿Y a qué me dedico? pues básicamente a aportar liquidez a la economía en operaciones de riesgo extraordinario que nadie más es capaz de afrontar. Precisamente en estos días el foco de la actualidad está en la ministra Salgado, que está muy quejosa porque dice que los bancos no están prestando todo lo que deberían, dejando estrangulada a la economía. Pues bien, me permito desde aquí decirle a la señora ministra que estoy dispuesto a aceptar la medalla al trabajo porque yo si estoy haciendo lo que los bancos se niegan a hacer.
Los bancos cerraron el grifo mucho antes de que su morosidad llegara al 9%. Pues bien, la mía actualmente supera el 90% de media. Eso quiere decir que le estoy prestando a gente de la que estoy completamente seguro que no me va a devolver el dinero. En estas circunstancias qué harías tú Tristán, listillo ¿prestarías el 80% del valor de la casa al euribor+1 y a 20 años? Tú y tus lectores sois unos hipócritas y unos sepulcros blanqueados llamándome a mí estafador y usurero, pero vosotros tampoco sacaríais vuestro dinero de la cuenta corriente sin pensar en el retorno. Lo se porque Rankia es un portal económico cuyos lectores se interesan por temas de banca, fiscales, de bolsa etc. Aquí la palabra especulación no te lleva directo a la pira.
Cuando hace seis años Juanito, o Don Juan, como le llaman en el pueblo, vino a verme al despacho, lo hizo lloriqueando como un mierda y suplicando por el alma de su madre. Yo me resistía a prestarle nada, precisamente por la antigua relación con su familia y porque sé cómo suelen acabar estos negocios. Pero a él no le importó emplear el chantaje emocional para conseguir el préstamo.
Es lo de siempre, la historia siempre se desarrolla de la misma forma. Al principio, cuando están acongojados porque el banco de turno les va a subastar en un par de días (todos estos majaderos siempre esperan al final), vienen lamiéndote las botas y todo son parabienes, don Pablo esto y don Pablo lo otro.
Siempre les explico la realidad con la máxima crudeza:
Venís a mí porque los bancos (vuestra banca amiga) no os quieren, os desprecian y no confían en vosotros. Yo tampoco soy vuestro amigo y tampoco os quiero. Prestaros a vosotros es un riesgo de la hostia porque sois la élite del RAI y del ASNEF. Aprecio y conozco por su nombre a cada uno de mis euros y por eso no me mola nada ponerlos en manos tan poco fiables como las vuestras.
Pero esto es un negocio, de algo hay que vivir y no me queda más remedio que jugármela. Ahora bien, aunque me estáis jurando por vuestros muertos que me lo vais a devolver en seis meses, yo voy a proteger mis intereses asegurándome de que si no lo hacéis os cueste muy caro. Mi precio es el 25% de interés desde el primer día del crédito hasta el último y solo presto hasta un máximo del 25% de lo que yo diga que vale vuestra casa. No me habléis de tasaciones, que yo se más que todos los tasadores juntos (...)
Eso les digo antes casi de empezar a hablar, para que queden las cosas claras desde el principio. También les aclaro que ojalá me paguen, porque si no lo hacen al cabo de un año, los intereses se acumularán de tal forma que será casi imposible que salgan del aprieto.
Y eso es todo. Casi nunca consiguen pagarme y, cuando lo hacen suele ser con otra letra hipotecaria que también les hago yo. A partir de ahí la sentencia está dictada. Al final de la historia, que empezó con besos y agradecimientos, siempre acaban maldiciéndote. Serán hijoputas.
El abanico de mis clientes es muy variado. Los mejores son los empresarios, casi los únicos que a veces consiguen pagarme. Por ejemplo ahora tengo a varios que son constructores o proveedores de las distintas administraciones públicas. Los muy ilusos creen que les van a pagar de un momento a otro. Si lo consiguen mejor que mejor porque me gano mi dinero y me ahorro problemas en los juzgados. Si no lo consiguen, al menos estos comprenden que en los negocios a veces se gana y a veces se pierde y son los que menos se quejan.
Pero el cliente más frecuente es el típico moroso empedernido al final ya de su loca carrera crediticia. Estos son los peores, lloriquean al principio y al final y son completamente incapaces de asumir las consecuencias de sus actos. Les falta hombría.
Y creo que esto es todo lo que quería comentar. Tampoco creáis que los prestamistas atamos los rabos con longanizas. Todos los que conozco hemos perdido mucho dinero con casi todas las letras hipotecarias que firmamos entre los años 2.005 y 2.008. Yo me confié y empecé a firmar segundas hipotecas, la muerte del prestamista. Aquellos morosos, tras el desmoronamiento de los precios, en cuanto vieron que el total de sus deudas superaba con creces el valor de sus propiedades, dejaron inmediatamente de pagar. En muchos casos ni siquiera me he tomado la molestia de comenzar la ejecución hipotecaria. ¡Porca miseria!
Postdata (3 nov): Siempre es recomendable leer todos los comentarios porque suele ser donde está la chicha. En esta ocasión eso es más cierto que nunca. Este post no acaba hasta el último comentario, habiendo en algunos mucha información aprovechable y reservándome una pequeña sorpresa al final. Tristán.