Supongamos que te llamas Igor y que eres ruso. Además vives en Coslada en un piso de tu propiedad. Pero como ya estás mayor y te has pasado la vida sobreviviendo a crisis económicas (y de las otras), ahora no te apetece soportar la actual viviendo en España, que por mucho sol que haga y por bien que se viva, no deja de ser un país extranjero, así que dejas de pagar la hipoteca y te vuelves a Rusia a disfrutar de la vejez con la dulce Natasha.
Pero como tampoco eres tonto, al menos no del todo, sabes que lo mejor sería vender el piso antes de irte y así juntar el pico que quedará una vez descontada la hipoteca. Pero tienes mucha prisa, ya no aguantas más y no quieres esperar a tenerlo vendido, así que contactas con una inmobiliaria de la localidad que debe de ser muy buena ya que hay una o varias con el mismo nombre en cada pueblo de España.
En la oficina de la inmobiliaria nadie te pone pegas. Te puedes ir a Rusia cuando quieras que ellos se encargarán de todo y ni siquiera tendrás que volver a España para firmar en el notario; les envías un poder desde Siberia y santas pascuas.
Dicho y hecho, ¡bye bye Spain!
Hasta aquí todo bien, querido tovarishch, pero parece que no has contado con la picardía española. Si además de haberte matado a trabajar en España te hubieses preocupado un poco por conocer su cultura y hubieses leído algo de su literatura, quizá hubiese caído en tus manos "El lazarillo de Tormes" o alguna otra novela de picaresca española y así hubieses podido llegar a la conclusión de que aunque los españoles no seamos lo suficientemente listos como para darle a nuestros políticos la patada en el culo que se merecen, si lo somos cuando se trata de engañar al prójimo. Para eso nos bastamos solos y no necesitamos la ayuda de nadie.
Te fuiste en el 2.009 y todavía no has vendido el piso. Cuando le llamas a Pepe, el dueño de la inmobiliaria -qué gusto con los españoles, enseguida te dan pie a que les tutees-, siempre te cuenta lo difícil que está actualmente la venta de pisos en Coslada, pero que se está gastando un pastón en anuncios y que lo está enseñando varias veces a la semana, que siempre tiene muchos interesados y que la venta es inminente. Y sobre todo que no te preocupes, que si el banco llegase a ejecutar esa hipoteca que nadie está pagando, que él te avisaría enseguida e incluso te adelantaría el dinero para impedir la subasta.
Pero lo que no te cuenta Pepe es que el piso ni lo enseña ni lo va a enseñar nunca por la sencilla razón de que en cuanto entraste en el avión lo primero que hizo fue contactar con el banco y comprarle el crédito hipotecario, justo antes de hacer una pequeña obra de reforma y de mudarse a tu piso que, por cierto, sale a subasta el miércoles de la semana que viene, cuando piensa adjudicárselo para poder respirar por fin tranquilo pues entonces todo habrá acabado y ya podrá dejar de disimular.
La siguiente vez que le llames tiene planeado decirte que los cabrones del banco han subastado súbitamente la casa y que para cuando se ha ido a enterar ya era demasiado tarde. Ah y que recuerdos a Natasha, cuyas dulces noches te han salido un poco caras.