Hace exactamente dos meses me quejaba amargamente del error como constante de los juzgados españoles porque una empleada judicial había redactado el Decreto de Adjudicación (de un piso que ya tenía vendido) sin hacer mención expresa de las cantidades adeudadas y así lo había notificado al demandado junto con la tasación de costas y la nueva secretaria se había plantado y había dejado claro que había que redactarlo de nuevo y que se tenía que volver a notificar; pero que no te preocupes porque vamos a tener en cuenta el perjuicio causado y lo vamos a hacer a toda leche y blablablá.
Ya entonces la vivienda estaba vendida y afianzada y solo faltaba escriturarla para dejar cerrado el negocio. Pues han tenido que pasar exactamente dos meses desde que tuve aquella conversación en el juzgado y hacer varias visitas más, incluso poniéndome bastante desagradable en la última de ellas para que hoy, por fin, me hayan dado el Decreto y los Mandamientos y los haya podido llevar al Registro de la Propiedad previa visita a la oficina liquidadora, que Hacienda somos todos.
Desde entonces pasó de todo. Al principio me distraje y dejé pasar cuatro semanas sin dar la lata en el juzgado y cuando volví me encontré con que la subnormal (sí, he escrito subnormal) de la empleada judicial, en vez de enviar al demandado el decreto indicado le había enviado el decreto de la subasta de otro procedimiento. No se qué tendrá que decir Feinman a esto, seguramente responderá con estadísticas que evidencien que la culpa no es de los funcionarios judiciales (perezosos, desidiosos, desinteresados, holgazanes, apoltronados, haraganes y camastrones) sino que más bien responde a que están mal gestionados, que también.
Ante la enormidad del nuevo error y habiendo pasado un mes desde la fecha en la que se suponía que me iban a entregar originariamente el decreto, me he saltado a la funcionaria y he entrado a hablar con la secretaria judicial, por una parte para quejarme de que la empleada estaba cometiendo un error tras otro y por otro lado para convencerla de que no era necesario hacer un nuevo decreto y notificarlo sino que como el primer Decreto de Adjudicación y las Costas ya estaban notificados y eran firmes y no podían recurrirse, bastaría con hacer una adición en la que constasen las cantidades adeudadas y santas pascuas.
Al principio me dijo que no, ya os podéis suponer lo difícil que es que convencer de nada a semejantes Miuras, pero finalmente me dijo que lo meditaría leyendo la L.E.C. y a los dos días la funcionaria me confirmó que había recibido instrucciones en ese sentido. Y desde entonces la he visitado todas las semanas y siempre, por un motivo o por otro, resulta que la muy holgazana no había encontrado el momento para ponerse con ello. Por lo visto siempre se había colado delante algún asunto prioritario. ¿Qué puede ser más prioritario que terminar la redacción de un decreto de adjudicación de una subasta celebrada a finales de abril?
Para los que no lo sepáis os diré que estamos hablando de un sencillo "copia y pega" que no puede ocupar más de diez minutos.
Finalmente, la semana pasada tuve que volver a entrar al despacho de la secretaria y... la verdad es que me puse francamente desagradable. Por lo general soy una persona muy cortés, me educaron los hermanos Menesianos de Madrid y no he olvidado nada de lo que aprendí con ellos, pero lo cortés no tiene por qué quitar lo valiente, así que le largué un par de verdades y una amenaza relacionada con el Consejo General del Poder Judicial.
Conclusión, que no se si ha sido por las amenazas o por vergüenza torera de la secretaria, pero el caso es que esta mañana me han entregado los documentos y ya están en el Registro. La buena noticia es que por el poco movimiento que hay no van a tardar nada en inscribirme el título y la mala noticia es que hace quince días tuve que devolverle la fianza al cardiaco del comprador, que ya estaba atacado. En medio del disgusto por la pérdida de la venta tuve la suerte de que al tipo se le olvidó que me podía haber reclamado el doble en concepto de indemnización y naturalmente yo no se lo recordé.