El genio del genial Goscinny se muestra en todo su explendor en el primer cómic de Asterix que lleva el nombre de su fiel amigo Obelix: Obelix y compañía. Publicado originalmente en 1976 y traducido en España por el brillantísimo Víctor Mora. En esta aventura, Julio César utilizará el plan de uno de sus asesores, salido de la escuela imperial de administración (parodia de la ENA francesa): reducir a los irreductibles galos a través de la introducción del sistema de mercado más salvaje en su vida cotidiana.
El plan de Cayo Coyuntural (una caricatura de Jacques Chirac, por otro lado, que era en aquel entonces primer ministro en Francia) es introducir el ansia de dinero en la economía de la aldea gala, para corromper así a sus ciudadanos, del mismo modo que la cúpula romana estaba ya corrupta.
Cayo Coyuntural se encuentra en el bosque con Obelix y le compra un menhir por 200 sextercios, asegurándole que le comprará todos los que pueda repartir. Obelix, sintiéndose con un encargo, deja de cazar y divertirse para tan sólo dedicarse a producir menhires. Cayo Coyuntural le sigue comprando más, aumentando los precios, y del mismo modo aumentando la avaricia del galo, que comienza a contratar a otros galos para que cacen por él jabalíes o trabajen con él.
Pronto, Cayo Coyuntural convence a Obelix para que comience a gastarse el dinero, lo que comienza a generar envidias en el pueblo. Asterix tiene entonces una idea: animar a todos a dedicarse al menhir. Si los romanos quieren menhires, eso tendrán. Sin saberlo, Astérix comienza a hinchar la burbuja. Cayo Coyuntural tiene dinero ilimitado para comprar algo limitado. Y la respuesta es un incremento de la producción inmediato, gracias a un incremento de la mano de obra y a un aumento de la productividad (Panoramix se ofrece a proveer de poción mágica a todo aquel que esté interesado). En la aldea cambia el modelo productivo: Ordenalfabetix, Edadepiedrix, Esautomatix… todos quieren dedicarse a producir menhires. Y los que no, cazan jabalíes para los productores.
En este momento parece que Asterix ha colaborado a que se cumplan los planes de Cayo Coyuntural: quienes no se dedican al menhir/la caza no disponen de sextercios y están por lo tanto fuera del sistema. Así lo confiesa Abraracurcix a Asterix y Panoramix. Se siente no respetado a pesar de ser el jefe del pueblo porque no tiene dinero.
En fin, que en todo caso Cayo Coyuntural muestra al César la amplitud de su plan: vender ahora los menhires. Así, diseña un genial plan de marketing que pone poco a poco de moda los menhires, hasta que su venta es un éxito y Roma hace mucho dinero.
Pero ocurre algo inesperado. La intervenida producción del menhir galo se ve amenazada por la entrada en el mercado del menhir romano. Más barato, de mejor calidad, hecho en casa. Un mercado tan grande como el romano no es posible de manipular, y pronto entran otros competidores, como los egipcios, griegos, fenicios… todos quieren aprovecharse de la moda del menhir. Y entonces, estalla la burbuja. La gente de repente no quiere más menhires, ni con precios más bajos al principio, ni dos por uno, ni con regalos y, finalmente, ni siquiera gratis.
El cómic es una sátira del otro lado del capitalismo salvaje, cuando éste se desboca, cuando la mano invisible destapa la avaricia hasta del más humilde y finaliza en sufrimiento. Cuando la codicia no es buena, ni necesaria, ni funciona.
Llámalo menhir, Tulipán, puntocom o subprime. La próxima burbuja está hinchándose en estos momentos, nadie sabe dónde (si bien se puede intuir). Nadie sabe cuándo explotará. Pero la realidad será la misma al final: que nadie sabe a ciencia cierta para qué sirve un menhir y que el sextercio acabará devaluado. ¿Tú haber entendido?
Tomás V. García-Purriños, CFA, CAIA
@tomasgarcia_p