En una de mis primeras entradas, titulada “La inversión en Donuts de Peter Lynch y Pat Dorsey”, comentaba lo siguiente:
“En mi experiencia como inversor, he vivido una única ocasión en la que me subí a tiempo en uno de esos trenes que se multiplican, pero decidí bajar antes de llegar a final de trayecto. Quien haya vivido algo parecido, seguro que se sigue lamentando como yo, pues no resulta nada sencillo de encontrar.”
Hoy, que se publica la noticia de que DS Smith lanza una OPA sobre EUROPAC, he vuelto a lamentarme. Ésta era la compañía de la que hablaba.
¿De qué conozco EUROPAC? De toda la vida. Cuando estudiaba en Valladolid, pasaba cada día junto a su fábrica de Dueñas, a escasos 15 kilómetros de mi casa. También tengo conocidos trabajando en ella, e incluso me inscribí en una oferta de empleo unos meses antes de comprar sus acciones.
¿Qué me hizo invertir? Un artículo de Expansión hablaba por aquel entonces de las compañías “Value” más infravaloradas del mercado, en donde también se mencionaba CAF y Miquel y Costas. Comencé a investigar y vi que estas dos últimas habían sido compañías habituales dentro de las carteras de Paramés, Guzmán de Lázaro y Bernard en Bestinver. EUROPAC no aparecía en sus carteras, ni tenía caja neta como Miquel y Costas, pero cotizaba con mucho más descuento.
Por aquel entonces, octubre de 2016, sabía mucho menos de lo poco que puedo saber ahora, así que estudié las cuentas anuales y extraje a duras penas unas pocas ideas:
- Bajo PER (alrededor de 8 si no recuerdo mal)
- Endeudada, pero no preocupante.
- Mejorando ventas, márgenes y beneficios.
- Integrada verticalmente, pues cuentan con extensiones de bosque de las que extraer su propia materia prima. Además, recuperan el producto usado, lo procesan y lo devuelven al mercado, pues la propia compañía se encarga de recogérselo a los clientes para reciclado.
- Empresa familiar controlada por los hermanos Isidro.
- Buen historial de dividendo abonado de forma ininterrumpida.
Así que no lo pensé más e invertí. Sin duda, el componente emocional de ser una empresa de la tierra influyó, como también influyó el primer libro de bolsa que leí por primera vez unos meses antes, y que tantas veces voy mencionando ya. “Once upon Wall Street” hablaba de las ventajas de los inversores particulares frente a los gestores de fondos, que son capaces de descubrir pequeñas empresas locales antes de que un gestor de fondos ponga su radar en ella. Quizá porque sea desconocida, no sea popular, o simplemente esté ocupado en empresas más grandes o con resultados más predecibles. El caso es que, a pesar de tener reservas sobre que ese fuera el caso de EUROPAC (es de sobra conocida y lleva cotizando en bolsa desde hace muchos años), me creí la historia y decidí comprar acciones.
Eso sucedió un 9 de noviembre de 2016, y el precio de compra sumado comisiones, 4,32 €/acción. Entenderéis ahora por qué la situación es para tirarse de los pelos. Ahora mismo, con la noticia de la OPA, su cotización asciende a 16,8 €/acción, quedando al borde de convertirse en una 4-bagger.
Pero quedémonos con la siguiente línea que escribí en aquella entrada sobre inversión en Donuts:
“Sin embargo, no debemos desanimarnos, pues el mercado está lleno de otros tantos títulos a los que subirse y experimentar la adrenalina de las revalorizaciones "x-bagger".”
Y en esas estamos. Para que, la próxima vez que esté ante una acción que se pueda multiplicar por 2, 3 o hasta 4 veces su cotización, sea capaz de mantenerme con las ideas claras hasta el final. Resulta fundamental repasar lo que sucedió e identificar los múltiples fallos cometidos. De esta forma, quizá la próxima vez se repitan los menos posibles.
Estos fueron los acontecimientos que sucedieron mientras fui accionista. También algunas de las opiniones que ya tenía y que se reforzaron:
- Cada poco tiempo, recibíamos en la newsletter un comunicado de la empresa anunciando subidas de los precios de venta de sus productos. Así, los precios por tonelada vendida iban progresivamente subiendo como consecuencia del incremento de la demanda.
- En las entrevistas, los hermanos Isidro hablaban de las buenas perspectivas del sector, y de los problemas temporales que estaban teniendo varias factorías de la competencia. Además, aprovechaban el momento para adquirir más acciones de su compañía a bajo precio.
- Se aprobó el pago de un dividendo complementario, así como la amortización de autocartera comprada a bajo precio, correspondiente al 2% del capital. El ratio de payout ascendía al 60%.
- Los hermanos Isidro son empresarios prudentes y discretos, con intereses alineados con los accionistas. Además, están comprometidos con su tierra, formando parte de la directiva de la asociación de Empresa Familiar de Castilla y León, que engloba a otras empresas importantes de la región, como Prosol, Grupo SIRO, Grupo Oblanca o Cascajares, éstas de capital privado. Varias de ellas me tocan muy de cerca, y puedo asegurar que, si EUROPAC comparte similares principios y estrategias prudentes, el accionista puede permanecer tranquilo en su capital.
Y estos fueron los errores:
- No estimé un precio objetivo: Compré cuando vi barato, pero no establecí ninguna referencia que me hiciera saber cuándo dejaba de cotizar barato. En mi defensa diré que era un novato sin experiencia alguna, y suficiente tuve con saber que la acción cotizaba con descuento.
- Sabía que las materias primas eran cíclicas, pero en ningún momento comprobé en que momento del ciclo se encontraba el papel. Por suerte, y remarco que sólo fue suerte, se encontraba justo a punto de comenzar una subida vertiginosa.
- Los comunicados periódicos de subidas de precios de venta por tonelada de producto final deberían haberme hecho confiar más en la fortaleza del momento que vivía el sector.
- Si hubiera revisado el precio de cotización cada 2 o 3 meses, o cada vez que presentasen un informe trimestral, no habría estado tan preocupado de los vaivenes diarios.
Y, sobre todo, el último (junto con el primero):
5. Si me hubiese aislado del ruido del mercado y hubiese mantenido la paciencia y confianza en mis ideas, no habría experimentado el miedo en el momento que no lo debía haber experimentado.
¿Sabéis quien fue el culpable de que tuviera miedo y vendiera? Aparte de yo mismo, la culpa de que vendiera el 7 de marzo de 2017 fue de una de tantas perlas del recién estrenado presidente de EEUU. Donald Trump, en declaraciones, amenazaba con imponer aranceles a las importaciones de papel. La cotización cayó un 4-5%, y yo, temiendo perder la plusvalía que había acumulado, y pronosticando un futuro negro para todos los seres sobre la tierra, decidí vender a un precio de 6,03 €/acción.
Podéis adivinar qué pasó justo al día siguiente. Las acciones comenzaron a subir de nuevo con fuerza, hasta llevarlas a los 16,8 €/acción con que ha abierto hoy.
¿Es Donald Trump el culpable de que no tenga ya una 4-bagger en mi historial? No, yo fui el único culpable por experimentar miedos infundados y no ser capaz de ver el futuro con realismo, cuando todos los datos indicaban que así iba a ser. Los ingresos crecían, el precio de venta crecía, el beneficio y los márgenes crecían. ¿Por qué no esperé a confirmar mis miedos con los datos negativos que pudieran reflejar los futuros informes trimestrales? Tampoco tenía ningún precio objetivo que me sirviera de referencia.
Me fui de EUROPAC con un 40% de revalorización, más dividendos ordinarios y complementarios, pero también con una inmensa sensación de fracaso. Sólo debía NO HACER NADA para conseguir mi primera 4-bagger, pero lo hice al pulsar el botón de venta.