Ayer volví a ver “La Gran Apuesta” (en inglés, “The big short”), película que cuenta con un reparto excepcional (Christian Bale, Ryan Gosling, Brad Pitt, …) y premiada con el Oscar al mejor guion adaptado. Más allá de su mejor o peor calidad artística o cinematográfica, lo que resulta indudable es su calidad didáctica, siempre y cuando se logre entender la trama, ya que gira sobre conceptos financieros no tan fáciles de entender como son las compras en corto, las opciones, los swaps, los bonos sobre hipotecas, las agencias de rating,…). Nos ofrece una auténtica lección de lo que sucede en los mercados financieros cuando la gente de a pie accede a dinero fácil y barato, mientras la industria y los reguladores, para no detener la máquina de hacer dinero, miran hacia otro lado.
Salvando las distancias con lo anterior, pero en la misma línea, muchos de mis amigos se ríen cuando les hablo de que los bancos, con todas las facilidades que nos ofrecen para que operemos desde la web y paguemos rápidamente mediante el móvil, nos están empujando sin que nos demos cuenta a aumentar nuestro nivel de gasto, sin que ninguno de los reguladores parezca alarmado por ello. Si bien todas estas facilidades bancarias, bien usadas, tienen un indudable beneficio en la operativa (agilidad en las gestiones, monitorización de movimientos bancarios, disponibilidad de medios de pago,…) el problema está, como siempre, en el mal uso y falta de supervisión. Muchos se preguntarán qué ganan los bancos con que nosotros aumentemos nuestro nivel de gasto, ya que ninguna entidad nos está cobrando comisión (de momento) por el uso de estos servicios y aplicaciones tan fáciles de manejar. Miremos más allá. Encendamos la TV o accedamos a la web de nuestro banco y nos daremos cuenta del continuo bombardeo de anuncios sobre hipotecas a tipo variable con el Euribor por los suelos, o microcréditos y préstamos al consumo sin papeleos ni condiciones y con un interés nominal superior al 15%. Después de esto, resulta mucho más sencillo entender por qué los bancos se frotan las manos cuando nos ofrecen las máximas facilidades para pagar y operar. Más gasto implica menor ahorro, y menor ahorro implica mayores necesidades de financiación. En resumen, más financiación es igual a mayor negocio altamente lucrativo para los bancos y entidades de crédito.
¿Alguna noticia de que los reguladores estén preocupados por ello? Sí, el Banco de España, entre otros, han avisado del problema del alto endeudamiento y aumento de la morosidad en varias de sus comunicaciones. Sin embargo, ¿qué ciudadano de a pie consulta habitualmente los comunicados y recomendaciones del Banco de España? Los diferentes Gobiernos, que debieran ser garantes del bienestar de sus ciudadanos, apenas se preocupan de diseñar estrategias a nivel nacional o europeo para mejorar la información atajar este tipo de problemas. ¡Qué esperar de ellos cuando ni tan siquiera los Gobiernos de los Estados más endeudados de la Unión Europea (España, Italia,…) han hecho caso a las recomendaciones del BCE de aprovechar los bajos tipos de interés para reducir su abultada deuda pública! Por el contrario, lo que han hecho es aprovechar los bajos tipos para aumentar el endeudamiento a bajo interés, o dicho en otras palabras, agravar el problema.
Sin embargo, desde otros países de la Unión Europea, concretamente Finlandia (como siempre, los países nórdicos), parece que se toman más en serio los problemas de sus ciudadanos, y empiezan a acotar y combatir las causas de su alto endeudamiento. Señalan como culpables a los bajos tipos de interés, la proliferación de empresas crediticias que ofrecen micropréstamos rápidos y fáciles de conseguir, y a la digitalización de los pagos en detrimento del uso de dinero en efectivo. No olvidemos que en los países del norte de Europa el dinero en efectivo prácticamente ha desaparecido (en el artículo se habla de que el pago con dinero en efectivo ha caído desde un 70 % en el año 2000 hasta un 19% en el año 2018. Fuente: Banco de Finlandia). Como solución al problema, van a coordinar una estrategia nacional que imparta educación financiera a sus ciudadanos, con el objetivo de que aprendan a tomar decisiones responsables en materia económica y atajen el problema del excesivo endeudamiento.
Según la directora de comunicación del Banco de Finlandia, Jenni Hellström:
"El endeudamiento tiene que ver con la forma en que se realizan los pagos en los países nórdicos, porque todo el proceso de pagar las compras se ha vuelto literalmente invisible. Lo que vemos es que, especialmente entre los jóvenes, pero también en otros sectores de la población, a veces sucede que se pierde un poco la cuenta de cuánto se gasta realmente, pagar es tan fácil que ya no se le presta tanta atención"
El efecto visual de pagar en dinero físico, unido a la limitación de presupuesto hasta la cantidad que se llevase encima, conseguían mantener hasta hace no tanto una cierta disciplina de gasto. Hoy en día, estas prevenciones han desaparecido. El dinero es sólo un número en la pantalla de nuestros teléfonos o nuestros ordenadores. Y el presupuesto es ilimitado: si en nuestra cuenta bancaria no disponemos de la cantidad, en pocos "clicks" y sin apenas condiciones podremos disponer de un crédito casi de forma ilimitada. Además, el desarrollo del comercio online está terminando con una de las últimas barreras que quedaba para frenar el gasto incontrolado. Si no hace tantos años, desde que veíamos el anuncio de un producto en TV hasta que acudíamos a la tienda para comprarlo podían pasar días e incluso semanas, hoy en día, en cuestión de segundos podemos ordenarlo desde nuestro teléfono móvil. ¿La consecuencia? Decisiones de compra impulsivas, cuando el sentido común y la racionalidad deberían ser quienes guiasen nuestras decisiones. ¿Cuántas decisiones de compra hubiesen sido diferentes de haber pensado durante un tiempo las cosas? Para que exista racionalidad ha de haber una reflexión, la que sólo el tiempo puede aportar. Los botones “One-Click”, por definición, buscan ahorrar tiempo en la compra, lo que inevitablemente impide esa reflexión.
El ciclo por el que la banca se frota las manos vuelve a producirse: facilidad de pago implica aumento de gasto, lo que conlleva a un menor ahorro de los ciudadanos. El menor ahorro lleva a una mayor financiación de las compras, lo que incrementa el número de operaciones altamente lucrativas de los bancos y entidades de crédito.
Volvemos a señalar que el problema de que este ciclo se produzca no es causado directamente por la banca ni por el dinero virtual. Ellos no nos ponen una pistola en la cabeza. Tan sólo facilitan los instrumentos, mientras que los ciudadanos ponemos todo lo demás, sin olvidar a las entidades reguladores, que con su inoperancia ejercen de cooperadores necesarios. El dinero virtual, en sí, no es un problema, sino todo lo contrario, ya que ayuda, entre otras cosas, al desarrollo del comercio y a combatir el fraude fiscal. Como siempre, el problema es el mal uso que podamos hacer de él.
Se echa en falta que alguien desee atajar el problema. No implica, ni mucho menos, que debamos volver a los tiempos del trueque, si no que los ciudadanos seamos conscientes y responsables de las consecuencias de nuestras decisiones, sea a la hora de pedir un crédito al consumo, una hipoteca, o de efectuar un pago. Esto únicamente puede proveerlo una buena educación financiera. Pero me temo que, como en la película “La gran apuesta”, todos los que pueden hacer algo están muy ocupados dándole a la máquina del dinero. Que Finlandia decida implantar una estrategia nacional de educación financiera destinada a atajar los problemas financieros de sus ciudadanos habla muy bien de cuáles son sus prioridades. Ojalá aquí, en vez de perder tanto tiempo en enfrentamientos por razones sentimentales o ideológicas, alguno levantase de vez en cuando la cabeza y decidiera de una vez hacer frente a los problemas graves, los de verdad. Aquellos que, como pasa con las enfermedades, cuando aparecen todo lo demás deja de ser tan importante. No son muy difíciles de señalar: elevada deuda pública, insostenibilidad de las pensiones, alto desempleo, sueldos precarios, alquileres inasumibles, falta de competitividad de nuestra industria, despoblación, emigración internacional de la mano de obra más cualificada,….
Para solucionar algunos de esos problemas, los financieros, podríamos empezar por implementar la misma solución sencilla e inmediata que va a aplicar Finlandia. Así seríamos menos susceptibles de que los distintos Gobiernos nos traten como ignorantes financieros, es decir, como lo que hoy en día somos. Precisamente, quizá esa sea la razón por la que el problema no sea para ellos una prioridad.
PD: Espero que después de leer este artículo, mis amigos empiecen a darme un poco más la razón cuando les digo que las aplicaciones de banca no son tan buena idea como creen, sobre todo, cuando sólo se ven las ventajas sin cuestionar los inconvenientes. Por supuesto, hay muchísima gente consciente de ello, capaz de sacar partido de sus ventajas y evitar sus inconvenientes.