Hoy mi mujer y yo hemos abierto una cuenta a nuestra hija, que tiene sólo 8 meses, desde la que haremos una primera aportación a Madriu SICAV. El objetivo es que cuando sea mayor pueda comprender de manera práctica el concepto del interés compuesto, y a su vez disponga de mayor de unos recursos que le puedan servir de soporte.
Cuando explico a familiares y amigos el interés compuesto y su importancia, parto siempre del mismo ejemplo. Imaginemos que tenemos 1.000 euros y con esos obtenemos un 10% de retorno anual a perpetuidad (el objetivo es tener números fáciles, cada uno después podrá jugar con su casuística; dejo los efectos fiscales y la inflación fuera del estudio). Al terminar el primer año tendríamos 100 euros. Si uno retira esta cantidad y vuelve a poner los 1.000 euros iniciales, el segundo año volvería a tener otros 100 euros. Llamaremos a este el método A.
Pero podemos empezar de nuevo, haciendo un pequeño cambio: vamos a asumir la reinversión de las ganancias que hayamos obtenido en el periodo previo (a este método le llamaremos B). Así, al terminar el primer año volvemos a tener unas ganancias de 100 euros, pero al empezar el segundo año, vamos a asumir que invertiremos los 1.100 euros que tenemos (la cantidad inicial más la ganancia del primer año). Al terminar el segundo año ya no obtendremos 100 euros como en el ejercicio anterior, sino 110 euros (1.100 x 10%). 10 euros más. ¿Parece poco relevante verdad?
Los 10 euros extra que hemos obtenido al reinvertir los 100 euros obtenidos pueden trabajar a partir de entonces para nosotros, tanto tiempo como podamos o deseemos. ¿Cuál sería la diferencia en el largo plazo de un método u otro?
La diferencia acumulada cuando mi hija tenga mi edad será impresionante:
Dentro de 34 años, si seguimos el método A habríamos acumulado unos 4.400 euros, mientras que siguiendo el método B el acumulado sería más de 5 veces esa cantidad y más de 25 veces la cantidad inicial de 1.000 euros: 25.547 euros [1]. El impacto de aquellos 10 euros y los sucesivos generados ya no parecen insignificantes. El interés compuesto funciona.
Y antes de terminar un último ejercicio. Sabemos que en prácticamente cualquier aspecto de nuestras vidas la constancia tiene recompensa. ¿Qué ocurriría si anualmente se añadiesen 100 euros al mes (1.200 euros anuales) con las mismas asunciones del método B?
El total acumulado ascendería a un total de 320.119 euros, de los cuáles algo menos de 42.000 euros sería el capital aportado a lo largo del tiempo (¡todo lo demás es rendimiento!).
Con este ejercicio hemos querido aprovechar para repasar la importancia de la constancia, del enfoque a largo plazo y del efecto del interés compuesto, en esta ocasión desde la óptica de las finanzas personales. En el futuro quizás hagamos otro ejercicio para medir la contribución de las distintas variables al éxito final (tipo de interés, periodo de tiempo, importancia de las aportaciones... etc). Hasta que ese momento llegue, ¡os deseamos un feliz verano a todos!
[1] Algunos dirán que entonces con ese dinero ya no compraremos lo mismo que hoy, y estarán en lo cierto, pero hemos dicho que dejamos fuera del estudio el impacto de la inflación (que afectaría a los dos casos).
Otros argumentaran que un 10% de retorno anual es agresivo. Creemos que no en nuestro caso. Si cogemos por ejemplo el comportamiento de la bolsa americana en el largo plazo los retornos alcanzados han sido similares (superiores al 9%), y pese a que el momento actual apuntaría a un menor retorno de largo plazo, parece un buen punto de partida, sobre todo teniendo en cuenta que pretendemos hacerlo mejor que el mercado.