Un tratado de libre comercio es en sí una contradicción. Si el comercio es libre, es libre. Como no lo es, hace falta un tratado. Como ya saben, Trump retiró a los EEUU del Acuerdo Transpacífico de Cooperación (TPP), que incluía a 11 países y representaba un 40% del PIB mundial. También ha anunciado que renegociará las relaciones con Canadá y México, dejando claro que sus promesas de proteccionismo van a cumplirse. ¿Está loco?
No hay espacio a la interpretación: el objetivo de las políticas del nuevo presidente venía escrito en su gorra, otra cosa es que el proteccionismo sea la vía. Todos los días oímos el peligro que Trump supone para todos, pero nada es blanco o negro.
Un ejemplo: ¿dónde están los que amenazaban con que la globalización se tragaría el mundo, convirtiéndolo en una masa homogénea y trayendo los siete males? Supongo que en lugar de agradecer las medidas proteccionistas se han cambiado la chaqueta y ahora claman contra él. Los profetas del apocalipsis saben que así venden, y no es una metáfora: Venden libros, conferencias, periódicos, publicidad en sus blogs, etc.
Un ejemplo menos comercial es el Doomsday Clock. Con ese nombre tan tranquilizador (el reloj del juicio final), un panel de científicos trata de dar una medida metafórica de lo cerca que estamos de destruir el mundo con la tecnología, fijando la hora en relación a medianoche (el fin). Pues bien, la acaban de ajustar a dos minutos y medio para medianoche, desde los tres minutos donde estaba. Por tomar una referencia, sólo ha estado en dos minutos en 1953, cuando EEUU y la URSS hicieron sendas pruebas nucleares con menos de 6 meses de diferencia.
Los críticos de Trump dicen que la salida del TPP abre la puerta a China para dominar el acuerdo y el comercio de la zona asiática. Curioso si tenemos en cuenta que el acuerdo estaba ya cogido con alfileres (necesitaba aún el apoyo del Congreso) y que China puede ser muchas cosas, pero no liberal. Y no está en el tratado, a día de hoy.
¿Y los tratados con Canadá y México? Hace veinte años que la zona tiene intensos intercambios comerciales, pero Trump quiere revisar dichos acuerdos por tres cuestiones: Inmigración, comercio y seguridad. Aparentemente le preocupan las deslocalizaciones de empresas americanas y el empleo, ese gran cebo para pescar votos. Aunque me pregunto: Con una economía en pleno empleo como la suya, ¿es esa la prioridad?
Las relocalizaciones estaban encima de la mesa con o sin él, por una razón muy sencilla: en promedio, China ha dejado de ser competitiva en costes laborales con respecto a Mexico porque tienen una renta per cápita similar. Así que no nos rasguemos las vestiduras. Sinceramente creo que la lógica empresarial hoy en día está muy por delante del intervencionismo político. Recuerden, los republicanos son liberales pero Trump no lo es.
En mi opinión, el verdadero problema de Trump y de la clase política en general no es su política económica, es la falta de visión para el largo plazo (más allá de 4 años). Y eso genera problemas presentes. Como las 7 millones de personas que mueren al año debido a la contaminación (más que por ninguna otra causa).
La cifra probablemente aumentará el año que viene, porque la causa viene de décadas atrás. Al mismo tiempo, los nuevos oleoductos entre Canadá y EEUU acaban de recibir luz verde pese a estar paralizados mientras se estudiaba su coste social y ambiental… a largo plazo. ¿Las consecuencias? Preguntaremos a nuestros hijos.