Ángel no comparte esta visión, y no se puede decir que sea por falta de experiencia emprendedora. Pero el asume la recomendación de Kiyosaki. Para los (pocos) que no lo conozcan, Kiyosaki es uno de los gurús de referencia en materia de lo que podríamos denominar autoayuda financiera. Ún autor especializado en bestsellers en los que se enseña a la gente a mejorar sus finanzas. Confieso que no lo he leído nunca. Mis conocimientos acerca del mismo vienen a través de la iniciativa impulsada por Jaizki, de los comentarios de Gurús Mundi, etc... Pues bien, una de las reglas-consejos de Kiyosaki a los emprendedores consiste en el Páguese Vd. primero. Cito a Ángel.Reduje también los gastos de personal, incluyendo los míos. Prescindí del comercial, y asumí yo esa función. Eso supuso una disminución en las ventas, pero también una mucho mayor en los gastos. Al final del proceso, los gastos fijos no eran ni un 15% de los que habían sido.
Y eso significó, al final, la supervivencia de la empresa. Yo acabé muy cansado, y tuve que volver a la administración porque la empresa seguía sin ser capaz de pagarme el sueldo. Pero hoy, cinco años después de su creación, Alanta es una empresa viva, que da de comer a varias familias y que está consiguiendo clientes nuevos. Dentro de un par de años, cuando pueda volver a coger una excedencia voluntaria, espero que sea capaz de acogerme de nuevo y (esta vez sí) pagarme el sueldo sin problemas.
Como dice Kiyosaki citando a G. Clason, páguese primero. Antes deja de pagar el alquiler, a los proveedores o al banco. Negocia las deudas, pide crédito, pero págate primero. Esto es más fácil de decir que de hacer, y yo mismo sucumbo muchas veces a no apartar mi “nómina” (que no es tal, ya que opero como autónomo, pero prefiero mantener cuentas separadas y la “ilusión” de una asignación fija mensual por mi trabajo).
¿Por qué es importante pagarse primero a uno mismo? Por varias razones. En primer lugar, porque estamos haciendo un esfuerzo importantísimo para sacar adelante nuestra empresa, y si no lo recompensamos adecuadamente corremos el riesgo de perder la ilusión (o, como en el caso de Borja, tener que aparcar el proyecto aunque sea parcialmente hasta que esté más maduro). En segundo lugar, si la empresa sólo funciona a base de no cobrar un sueldo, es que nos estamos engañando y la empresa en realidad no funciona: por supuesto, si abro un negocio de “pintura gratis” en el que me dedico a pintar casas cobrando solo el coste de la pintura, tendré mucha demanda y venderé un montón, pero sólo a costa de perder dinero en cada operación. Como vemos dinero entrando por la caja, nos parece que en realidad ganamos, pero cada hora trabajada y no cobrada rara vez se contabiliza, y en realidad debe ir directamente a los gastos (pérdidas netas).
Dicho esto, hay algunas salvedades: la financiación con recursos propios puede ser más barata que la bancaria (de hecho, yo estoy haciendo eso mientras mis recursos me lo permiten), y al final viene a ser lo mismo meter 6.000 euros de ahorros en la empresa que dejar de pagarse cuatro nóminas de 1.500. Pero tiene que quedar claro que la empresa tiene una deuda de 6.000 euros que debe ser repuesta en cuanto sea posible. Es decir: estamos hablando de financiación, no de subvención.
Erase una vez un proveedor al que una empresa familiar controlada al 100 por un padre y dos hijos le debía desde hace tiempo una importante suma de dinero. Rondaba los 90.000 euros, y a pesar de que, dada la estrecha relación comercial y casi de amistad que les unía, habia reclamado la deuda con una exquisita corrección, la situación se le estaba complicando. Su propio negocio se resentía y no veía ningún gesto de buena voluntad por parte de los deudores. Así que un día, ya muy cansado, se agarro el coche y se personó en la Nave. Casualmente, cuando llegaba, vio al hijo mayor, el gerente de la firma, bajándose de un BMW con inmenso alerón de mal gusto. Al proveedor le constaba que ese coche era nuevo. El caso es que se saludaron afectuosamente, y le hizo ver la necesidad imperiosa que tenía de cobrar la deuda de un modo rápido, y al menos parte inmediatamente. El chaval le miró a los ojos y le dijo que no podía ser, que la empresa estaba pasando por un malísimo momento, que los Bancos se le habían echado encima, y que a duras penas subsistían gracias a que buena parte de su ciclo de compras-ventas se movía totalmente con dinero en efectivo. En ese momento, mi amigo el acreedor no pudo menos que señalarle que tan mal no irían, cuando acababa de pillarse aquel trastomóvil. La respuesta le dejo helado: "Eso lo he comprado con un préstamo, y lo pago con mi nómina". Recuerdo que la cara de mi amigo era un poema. ¿Nómina?, ¿qué nómina?, ¿cómo podía equipararse a uno de los currelas?