La gente trata de evitar los riesgos cuando busca la ganancia, pero elige el riesgo si se trata de evitar una pérdida segura. En el caso de la Seguridad, la "pérdida segura" es el desembolso en asesoría, equipamiento, formación, etc, frente a la pérdida tan sólo "probable" que representa la materialización de la amenaza, aunque las consecuencias de ésta última sean 100 o 1000 veces más costosas que la adopción de medidas preventivas.
En el caso del que hablamos, hubo quien prefirió no cubrirse ante el riesgo divisa y así le fue. No gastar en seguridad le salió caro.
Pero ahora que se acercan las fechas navideñas hay quien percibe que este modelo de comportamiento se extiende a otras situaciones. Por ejemplo a poner freno a una vieja costumbre como es la de intercambiar decimos de lotería con otras personas.
Kiko, en En Silicio, se hace eco de un post de microsiervos en el que comentan que se ha estudiado y llegado a la conclusión de que la gente es reacia a intercambiar billetes de loteria. Vamos, que hay una cierta resistencia a soltar ese décimo, aunque te den otro a cambio (como mucho participaciones, ya se sabe).
Los autores del estudio sostienen que imaginarse que va a tocar justo ese décimo hace que crezca en nosotros la creencia de que dicho evento puede suceder. Ya se sabe para conseguir algo, lo primero es creérselo.
Pues bien Kiko apuesta por una explicación alternativa, basándose en las teorías antes descritas:
Podríamos decir que las personas preferimos renunciar a ganar con el billete intercambiado, que arriesgarnos a perder dando el nuestro… por que tenemos aversión al riesgo.
Casi nada. Podríamos añadir que nos jode especialmente que le toque a otro y no a nosotros, de ahí lo de las participaciones. Y también que compartir es en el fondo un acto de aprecio hacia la persona en cuestión dado nuestro egoísmo irracional.
Para acabar con un tono serio este minipost, dos ideas:
1. La aversión al riesgo es bien conocida entre los gestores financieros en relación con sus clientes. Es inexplicable el pavor que sienten hacia el mismo en unos casos y como en otros no son conscientes del piso de hielo fino que están pisando (véase inversores en Lehman).
2. En el caso que nos ocupa creo que la irracionalidad es la base de la explicación. Creemos que tenemos algún tipo de control sobre nuestro futuro en la lotería, y que por tanto ese número nos esta predestinado. Creemos que aquellos juegos en los que los números los elegimos nosotros, o de alguna manera nos han sido destinados, tienen una mayor probabilidad de resultarnos beneficios, cuando realmente no es así. Curiosamente, no encuentro esa fe en nuestras posibilidades cuando hablamos de Bolsa, valores o inversión. Sólo miedo. Cosas veredes.