Continuación del artículo El peak oil argentino.
En el anterior artículo expuse mi teoría de que la expropiación de YPF vino motivada por la escasez de petróleo detectada por el Estado argentino y la consecuente necesidad de importar crudo en grandes cantidades. Culpar de ello a una empresa extranjera que no realiza inversiones suficientes es mucho más fácil que admitir los hechos físicos del peak oil nacional, por lo que ya sabemos como ha acabado la historia. Pues bien, en un reciente artículo del Financial Times, el embajador argentino en EE.UU., Jorge Agüero, confirma que Argentina decidió expropiar YPF para evitar una crisis energética en el país derivada de la dependencia de la importación de crudo. Según el diplomático, el Gobierno de Cristina Fernández consideró que la medida era necesaria ante la cada vez mayor dependencia del país en la importación de energía por la negativa de Repsol a invertir en una nueva exploración en Argentina.
Según Agüero, "desde que Repsol compró YPF, la producción de crudo bajó un 54 por ciento", y es cierto. Pero claro, lo que Agüero no sabe o no quiere decir es que esta reducción de producción de petróleo no está motivada por la negativa de YPF a invertir, sino por los límites físicos que presenta un bien finito como es el petróleo. Como ya dije, explotar el muy prometedor yacimiento de Vaca Muerta no hará sino retrasar un poco el problema. Pegarle patadas adelante a una situación complicada no es una política acertada. Con el tiempo, auguro, y no quisiera ser pájaro de mal agüero, Argentina comprobará lo imposible que será volver a la autosuficiencia petrolera. Mientras, habrán pasado preciosos años en los que podría haber invertido en ahorro, renovables y transporte sostenible para adaptarse a lo que viene.
Cuanto antes nos percatemos todos de que es necesario un cambio de paradigma energético, tanto mejor. Hasta Arabia Saudí ha dado el salto a la diversificación energética emprendiendo un ambicioso programa de inversión en renovables. Estamos hablando del mayor exportador de petróleo del mundo, con las mayores reservas conocidas, casi nada.
No obstante, creo que los argentinos invadidos de soflama patriótica quizás sean de los últimos en darse cuenta de ello. Pasarán años antes de que la fase de entusiasmo desmedido dé lugar a otra de resignación y aceptación de esta realidad física. Para entonces puede ser tarde y quizás no tengan más remedio que llamar a empresas extranjeras que sepan sacar partido de su viento, agua y sol. Aviso, las empresas españolas del sector están excelentemente posicionadas para competir en el mercado internacional, sería una bonita ironía del destino.