El pasado 19 de enero el índice composite de Shanghai cayó más de lo usual, un 7,7%. La caída pudo ser mucho mayor de no haberse activado la suspensión de la cotización por parte del regulador de aquellos valores que llegaron a perder un 10%.
Esta caída fue provocada por el regulador de mercado al anunciar que impondría medidas severas a varios brokers que se están embarcando en la peligrosísima actividad de conceder a sus clientes acciones en crédito, exigiendo como garantías del crédito las propias acciones. Es decir, se está pignorando el valor concedido en préstamo contra sí mismo. Este tipo de prácticas fue, precisamente, una de las que precedieron al crash de 1929 en Nueva York y de las que más contribuyeron a la tremenda subida que precedió al jueves negro.
Es cierto que la bolsa de Shanghai puede estar un poco recalentada (o mucho), pero es normal si tenemos en cuenta que muchos chinos de la pujante clase media (la clase media de verdad, la que cada año gana más dinero y tiene expectativas mejores para sus hijos, no la clase "media" española) no saben ya que hacer con el excedente de dinero tras haberse embarcado en un cipotecón por adquirir una miserable celda de entre las miles de colmenas que abundan en su país.
Colmenas de uso residencial en Wuhan, en la provincia de Hubei. Fuente: Darley Shein (Reuters), vía El País
Así que la entrada en aparición de un prudente regulador chino me pareció una medida sana en un mercado, obviamente, demasiado entusiasmado. Lo lógico sería que la bolsa asumiera una sana corrección en los sucesivo, pensé.
Pero claro, no lo que no esperaba es que, apenas una semana después, el índice de Shanghai hubiese recuperado ese -7,7% como si tal cosa. Pues... lo ha hecho y marcando un triple o cuádruple techo.
Y mi asombro ha sido mayor, si cabe, al percatarme de la brutal subida que ha vivido el índice en sólo un año. El SSE composite se ha apreciado un 68%... ¡en sólo ocho meses!
Esta subida, especialmente intensa en los meses de noviembre y diciembre de 2014, ha coincidido también con brutales aumentos del volumen de negociación y, recordemos el origen de este post, una más que evidente relajación a la hora de conceder créditos para comprar acciones por parte del público minoritario. Relajación que ha comenzado, que casualidad, a lo largo del mes de octubre, pavimentando de esta forma la limpia superación de los 2.500 puntos en el índice SSE.
Casualmente, he leído recientemente un artículo de Hugo Ferrer donde expone una teoría curiosa: Cuando el SP&500 se desvía un -10% de la media de 50 sesiones, es poco probable que el movimiento siga más allá. O dicho en otras palabras: El hecho de que el SP&500 caiga tanto como para llegar al -10% de la media a 50 días (MM50), suele coincidir con suelos de mercado.
Ni Hugo ni un servidor somos precisamente fanáticos del Análisis Técnico ni creemos a pies juntillas en las virtudes de las medias móviles. Antes bien, ambos creemos que este hecho no es más que eso, un indicador que junto con otras herramientas pueden ayudar a decidir si puede ser un buen momento para ser precisamente alcistas en medio de un escenario donde "la sangre corre por las calles".
Esta, llamémosle, cualidad del SP&500, se cumple de forma escrupulosa los últimos tres años también en el DAX30.
Vaya, también en el CAC40.
Y, si en vez de un -10% hablamos de un -15%, también en el Índice General de la Bolsa de Madrid (IGBM).
Como vemos, la "magia" no está en si se trata de un -10% o un -15% de caída relativa con respecto a la media móvil de 50 días, sino en que la desviación con respecto a la media de 50 días coincide con tres veces la desviación típica estándar, considerando que hablamos de una distribución probabilística normal. Hablamos de eventos bajistas que son tan improbables que se den como el 0,13% de las ocasiones [(100-99,74) / 2].
Sin meternos en más honduras matemáticas, que ya he largado bastante rollo, es tentador pensar que ocurre también al contrario, que si el SP&500 alcanza una subida tal que iguala el 10% por encima de la media móvil a 50 días, estaremos probablemente en techo de mercado. El propio Hugo Ferrer nos advierte de que NO ha encontrado evidencia estadística de tal correlación y, por tanto, no deberíamos liarnos a vender nuestras acciones americanas como locos si se diera el caso.
Pero claro, no deja de llamarme la atención que, hasta hace pocos días, el índice de Shanghai no se encontraba un +10% por encima de la MM50, sino nada menos que un 20%.
Y que el hito alcanzado en enero coincidió, además, con una limpia superación de tres veces la desviación típica, incluso forzando la vista en el gráfico creo que casi se llegó a cuatro veces la desviación típica.
En términos probabilísticos hablamos de una auténtica barbaridad, tienda a ser volátil el índice o no (en este caso, el índice no parece haber sido demasiado volátil los últimos tres años). Pero este dato por sí solo no basta para especular a la baja contra el índice de Shanghai. Habría que ponerlo todo en contexto: La temida (si es que llega) desaceleración de la economía china, su tremenda e innegable burbuja inmobiliaria, una copra masiva de valores a crédito las últimas semanas y que, seguramente, habrá no pocos limpiabotas y ascensoristas en las megalópolis chinas recomendando a todo el mundo, incluído a algún magnate financiero, comprar acciones a crédito como ellos; porque "la bolsa siempre sube".
Es arriesgado y muy, muy difícil, predecir un crash o una gran bajada en un índice, ya sea basándose en esta historia de las desviaciones típicas, ya sea teniendo en cuenta que ha habido un triple techo en los 3.400 las últimas semanas. Más arriesgado todavía sería ponerse corto si el entusiasmo (y el consecuente flujo de pasta a crédito) sigue en máximos. Si esperan de mí que después de esta disertación diga "compren puts de la bolsa de Shanghai", lo confieso: no tengo bemoles de hacerlo. Pero desde luego tengo clara una cosa a la vista de lo que he escrito: Ese aumento de volumen indica que muchos incautos han entrado al calor del entusiasmo, pero también que las manos fuertes les han vendido todas las acciones que han querido, y más acciones aún. Nos encontramos en la tercera fase del Huevo de Kostolany. Para un inversor prudente, no son tiempos de estar largos en la bolsa china.
Como dice una vieja maldición china:"Ojalá vivas tiempos interesantes". Me temo que el año 2015 será de interés extremo en la bolsa china y, además, podría constituir probablemente uno de los cisnes negros que nos acompañarán a lo largo del año.