La Comisión Europea, ese organismo inútil lleno de eurócratas aburridos y que no sabe más que generar papeles inútiles y carentes de toda prospectiva como el Paquete sobre Clima y Energía 2020 o la Hoja de Ruta para una Economía Baja en Carbono para 2050, amén de numerosos reglamentos y directivas como los que regulan la etiqueta energética de electrodomésticos, vehículos y casas, la necesdiad de realizar auditorías energéticas en grandes empresas, la introducción de biocarburantes, la obligación de incorporar energía solar en los hogares desde 2006, los objetivos de reducción de emisiones en coches, aviones, trenes e industrias y, en resumen, el 90% de la normativa española en materia de medio ambiente y energía, ha dado un paso más para ayudar a la industria financiera a centrarse un poquito a identificar lo que es inversión verde y lo que no. La Comisión ha diseñado un Reglemanto Europeo para definir lo que es la ecoetiqueta financiera.
Desde luego los chicos de prensa de la Comisión se lo curran.
Llevo quejándome bastante tiempo en este blog, cual plañidera financiera tras el visillo, de las barbaridades que se ven por ahí cuando alguien etiqueta como "verde" un determinado fondo o producto, así que esta noticia me gusta, y mucho. La primera voz de alarma la dí con el infame "bono verde" de Abengoa, que ni era bono ni era verde, sólo un engendro financiero que ha arruinado a mucha gente. Poco después me quejaba amargamente de que era difícil encontrar un buen fondo de inversión verde en La insoportable ausencia de verdaderos fondos de inversión (buenos) en energías limpias, donde daba mi opinión sobre lo que es y lo que no es un fondo verde. En el post Transición energética mundial en marcha: hacen falta fondos de inversión contra el cambio climático de verdad daba ya directamente la voz de alarma e incluso proponía como debería ser el fondo de mis sueños para aprovecharse de las tremendas oportunidades por descubrir.
Como verán si visitan esos posts, la cosa es muy de sentido común y, al menos para mí, tremendamente fácil de entender: Los productos o empresas de un fondo verde no deben contribuir a generar porquería tales como contaminantes de cualquier tipo, emisiones de gases de efecto invernadero o residuos nucleares ni tampoco, ojo, deben ayudar a financiar negocios de este tipo. Así las cosas no entran, por supuesto, petroleras, gasistas, yacimientos de cabrón, perdón, de carbón, centrales nucleares ni bancos, ojo, que las financien. Es sencillo, ¿no?
Pues eso es ni más ni menos lo que ha hecho la Comisión. No es que yo trabaje allí y les diga lo que tienen que hacer. Es que la cosa es bien fácil de entender, ¿no les parece?
El siguiente paso tras el diseño de este Reglamento, una normativa europea de alto rango con carácter de fuerza legal inmediata en toda la Unión sin necesidad de transposición en los diversos Estados Miembros, es su debate y aprobación o enmienda por el Europarlamento, es decir, nosotros. Pero dado el carácter muy técnico de esta norma, pueden dar por aprobada una gran parte del texto desde ya, se lo aseguro.
A aquellos ultralibeggales que creen que el mercado es todopoderoso y los eurócratas solo están para estorbar, les recomiendo que se lean muy bien la trayectoria en energía, medio ambiente y cambio climático de la UE para aprender algo: La Comisión es un organismo muy poderoso y cualificado, ignorar sus directrices y pistas sale caro. Esta normativa estaba cantada desde hace años, un mindundi como yo venía años reclamándola, y varias gestoras de fondos se han adelantado a ello. Aunque, por ahora, hay para todos.
Quien dude de que en el futuro los capitales europeos y no europeos no se dirigirán en masa a financiar inversiones sostenibles, que se pase por aquí. Commission action plan on financing sustainable growth
El futuro no ha hecho sino empezar.
P.D. Lo diré otra vez, que hay gente dura de oído. Las nucleares quedan excluidas, por si su lamentable estado financiero no lo había hecho ya para cualquier fondo.