En Rankia hay una oferta de contenidos sobre renta variable muy amplia, rayana a veces en lo excesivo. Lo mismo cabe decir, aunque en menor medida sobre ahorro y finanzas personales. También abundan los contenidos sobre diversas opciones más o menos exóticas y/o sofisticadas: metales preciosos, derivados, criptomonedas y, en general la llamada “gestión alternativa”.
Por el contrario, al menos desde mi percepción, los contenidos sobre renta fija son escasos y cuando proceden de los gestores de fondos tienden estar sesgados por la visión y los intereses de quienes los crean.
En esta serie voy a intentar transmitir mis conocimientos desde una perspectiva de divulgación sin hacer una especie de curso pseudoacadémico, pero aspirando a que nada de lo esencial y verdaderamente importante se quede en el tintero (o en el teclado).
Fin del preámbulo, entramos en materia.
Que es la renta fija
Primero hay que acotar lo que entendemos por renta fija. Se trata de deuda de un importe determinado llamado principal, formalizada mediante un instrumento financiero de nombre variopinto (bonos, obligaciones, letras, notas…), dividido en títulos negociados en mercados financieros y con una fecha de vencimiento en la cual el deudor se compromete a la devolución del principal. Estos títulos normalmente pagan un porcentaje anual de la deuda llamado cupón a lo largo de la vida de la emisión.
Sobre esta idea básica el ingenio humano ha desarrollado multitud de variantes en la que ahora no nos vamos a extender, sin perjuicio de abordarlas más adelante.
La idea básica de renta fija tal y como la hemos definido es sobradamente conocido por los inversores con un mínimo de cultura financiera. Partiendo de dicha idea básica y de su sentido común se forman un concepto de la renta fija como algo bastante seguro y bastante estable en comparación con la renta variable, debido a que en renta fija conocemos con exactitud lo que vamos a recibir, no es una estimación o expectativa como sucede en la variable. Hay un riesgo, el de impago, pero está perfectamente acotado en perder todo o parte del principal y en no cobrar los cupones pendientes y está remunerado por un mayor tipo en los emisores con menor solvencia.
La errónea percepción de la volatilidad en la renta fija
Este esquema mental tiende a asociar la inversión en renta fija a un determinado plazo con un depósito a plazo fijo o en general con un contrato de préstamo bilateral no cotizado en el mercado. Esto implica una gran regularidad y estabilidad en el valor de la inversión a lo largo del tiempo. Pero esta percepción es errónea debido a la valoración que el mercado hace en cada momento de la emisión, valoración sometida a fluctuaciones que pueden hacer que su cotización varíe mucho. Y cuando digo mucho, es mucho, en alguna ocasión hasta niveles impensables desde el sentido común.
Entre las iniciativas curiosas de Rankia está el llamado “Desafío del inversor” donde a los concursantes entre otras pruebas se les presenta un gráfico de cotizaciones a lo largo de un período de tiempo y deben adivinar a que activo corresponde. Es algo muy difícil por lo que se van dando pistas al concursante para que pueda adivinarlo. Aun así, el resultado puede llegar a ser bastante divertido por sorprendente
Supongamos que en el concurso se muestra a los concursantes el siguiente gráfico
El gráfico recoge la evolución comparada de cuatro activos en un período de 2 años entre septiembre de 2017 y septiembre de 2019. Hay que adivinar cual es el marcado en rojo que ha llegado a acumular una revalorización de más del 100% y que tras corregir la subida en vertical sigue abismalmente por encima del resto.
Los concursantes van encadenando respuestas lógicas: una criptomoneda, una pequeña acción tecnológica o biotecnológica, una materia prima exótica y escasa… respuestas incorrectas.
Momento de dar pistas. XiaoYing dice con sonrisa burlona
- Es un bono de renta fija
Tras un momento de incrédula estupefacción, la luz se ilumina en el cerebro del desventurado concursante
- ¡Ah, claro! Es un bono de una empresa con graves problemas financieros que cotizaba muy por debajo del nominal. y que ha conseguido llegar a un acuerdo con los acreedores
Ahora la sonrisa de XiaoYing tiene una pizca de sadismo
- Respuesta incorrecta. El emisor del bono no ha tenido nunca riesgo de impago. Es más, su calificación crediticia era en ese momento y sigue siendo ahora AAA, la máxima posible.
- ¿¿Triple A?? ¿Estás de coña?
Pues no, no es broma. Para entender este fenómeno paranormal necesitamos conocer en profundidad dos parámetros de la renta fija esenciales para su comprensión y gestión, la rentabilidad a vencimiento (TIR) y la duración modificada. Como son largos y complejos de explicar, dedicaré una entrada específica a cada uno. Y al final revelaremos la identidad del bono misterioso, cuyo comportamiento a esas alturas os parecerá de lo más lógico y previsible.