En una ocasión dijo Jean Paul Sartre aquello de :
“El hombre está condenado a ser libre, ya que una vez en el mundo, es responsable de todos sus actos.”.
Esta sentencia, quizás una de las más representativas del filósofo existencialista francés, poseía un cariz gnoseológico indiscutible y alentó a la audiencia a reflexionar sobre las responsabilidades que conlleva la madurez del individuo.
Sobre esta misma condena pesa la opción que los franceses tiene el próximo 23 de Abril, con posibilidad de segunda vuelta el 7 de Mayo. Nadie es más (ni menos) que nadie, y cada voto cuenta de la misma forma con independencia de que tienda hacia un espectro u otro, si bien parece patente que ciertas órbitas merecen un nivel de alerta superior por cuanto supone para el orden social la ruptura de ciertas convenciones adquiridas. No será esta una alocución a favor de ningún candidato, puesto que no es menester posicionarse, si bien sí quiero analizar someramente las secuelas más previsibles.
El socialismo francés está hundido, la guerra en las primarias bifurca el sendero ideológico entre quienes apoyan un laicismo republicano y quienes apoyan un multiculturalismo integrista, quizás este último el culpable del desencanto que alimenta las posiciones más reaccionarias. Frente al partido conservador se sitúa Fillon, una suerte de Prometeo ideado por una mente Oakeshottiana, que ha de parar los pies al Leviathan hobbesiano de Le Pen. Lo curioso es que la candidata de Front National no agrupa sólo a votantes de extrema derecha, sino también a muchos de los presupuestos para la izquierda que se encuentran entre obreros, campesinos y proletarios varios. La razón es lapidaria y además se repite a lo largo y ancho del emerger populista continental: un rechazo frontal al estabishment y la corrección política.
¿Qué supondría Le Pen para el país galo?. A priori sería bastante más dañino de lo que se promulga el Trumpismo, puesto que las atribuciones de un presidente de los EEUU son bastante menos efectivas de las que posee el primer ministro de la República Francesa. Un giro proteccionista, endogámico, antieuropeo y estatalista pudiere ser una estocada mortal en una economía de por sí bastante subyugada al sindicalismo y la subvención, pecados en su día atisbados por un defenestrado Manuel Valls que supo ver que la vía única de solución al estancamiento del país pasaba por la liberalización y la contención de gasto.
Richard Turnill, de BlackRock, parece que lo tiene claro y no quiere arriesgar en Europa más de lo necesario. También Steen Jakobsen de Saxo Bank, quien comparte con nosotros la idea de que la tesitura política actual no es tanto por afinidad con los extremistas sino por desencanto con el “centrismo” y su perenne “alarma social”. ¿Qué podemos hacer pues?.
“Ex contradictione quodlibet”, particularmente confío en el saber hacer de nuestros vecinos y más aún en su envidiable sistema de Segunda Vuelta, en donde salvo sorpresa la balanza tenderá hacia el orden. Para entonces tendremos un CAC 40 todavía contenido, lejos de los niveles inmediatos de Abril de 2015, ofreciendo severas oportunidades de diversificación para nuestra cartera de renta variable. Oigo a lo lejos el Fidelity France Funds o el EdR Tricolore Rendement, pero hoy la perdiz es otra.
UN FONDO PARA CREER: MIRABAUD EQUITIES FRANCE
No es la primera vez que sale a relucir la casa Mirabaud en este blog, si algo tiene Suiza es que sabe aunar lo mejor del franco-prusianismo y el latinismo. En esta ocasión Xavier de Buhren, proveniente de Aurel Leven, nos aporta un expertise avalado por batir constantemente a su benchmark sin por ello incurrir en una mayor volatilidad .
Punto fuerte y distintivo es el carácter “oportunista” de Xavier, lo cual le sirve para procurarse un rédito fértil en épocas de volatilidad e incertidumbre como la que en estos momentos se cierne sobre Francia. No es tarea sencilla ni mucho menos. Como dijo otro “Enfant Terrible”, de apellido Baudelaire, “tu me has dado tu barro y yo lo he convertido en oro”.