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Dogmas de fe y sesgos cognitivos en el proceso de inversión

  • Los sesgos son percepciones de la realidad que cambian la forma en la que interpretamos la información que nos llega.
  • Conocer algunos de estos sesgos son el primer paso para no caer en ellos.
  • Jamás podremos eliminarlos definitivamente, ya que son parte de la condición humana.

 

Cuando empiezas en el mundo de la inversión siempre crees que debes tener un método, algo que te diferencie y te ayude a tomar mejores decisiones. Comienzas a leer y a empaparte del vocabulario que utiliza la industria, a aprender tecnicismos anglosajones y a utilizar herramientas de valoración sencillas como el PER.

En este proceso, no sueles tener en cuenta tus emociones, ni siquiera te planteas la posición que tomas (a veces sesgada) ante una determinada información. Cómo interpretamos la información que nos llega, siempre de manera subjetiva, da origen a los llamados sesgos cognitivos, que no son más que interpretaciones propias, y a veces equivocadas, de la realidad que nos rodea.

Pongamos un ejemplo práctico, estamos caminando por la calle mientras vamos mirando al móvil y vemos un destello de luz a nuestra izquierda. Ese destello puede ser cualquier cosa, desde una ilusión óptica o un reflejo de luz que nos da una ventana. Sin embargo, si estamos a punto de cruzar una carretera (seguramente) automáticamente nos exaltaremos ya que suponemos que puede ser un coche. 

Este reflejo que tenemos de manera automática y sin pensar no es más que nuestro cerebro (Sistema 1) actuando rápido ante un determinado estímulo. No es más que un reflejo instintivo de supervivencia, el cerebro se pone en alerta sea o no un riesgo real. Los sesgos no son más que eso, y en muchas ocasiones nos ayudan en nuestra vida diaria, pero no en todas. Hay veces que los vínculos asociativos basados en la experiencia nos engañan, como por ejemplo en la inversión.

Los seres humanos tendemos a buscar respuestas rápidas, que nos ayuden a entender el mundo. Muchas veces confundiendo causalidad con correlación, o incluso con una simple casualidad.

En nuestra toma de decisiones y en los procesos de inversión, tendemos a tomar el camino más corto, lo que puede derivar en falacias y sesgos que nos perjudican. Voy a resumir algunos de los que considero los más importantes de cara a tener en cuenta en los procesos de análisis de inversión: 


  • Sesgo de anclaje:

Si analizamos una compañía seguramente nos veremos influenciados por su cotización actual. Si la compañía cotiza en bolsa $40/acción, lo más probable es que busquemos en nuestra valoración un resultado que no se desvíe mucho de ese precio. Y si encontramos en nuestra valoración (subjetiva) que dicha compañía vale 10 veces más, seguramente adaptaremos nuestras primeras impresiones con el objetivo de acercar la valoración al precio de mercado. Daniel Kahneman comenta a este respecto, que seguir una estrategia deliberadamente contrarían puede ser una buena defensa contra los efectos del anclaje, ya que “niegan el reclutamiento sesgado de pensamientos que producen tales efectos”, aunque no creo que todo el mundo valga para ser contrarían, ya que a veces la línea entre contrarían y suicida es muy fina si no sabes lo que haces.

Un ejemplo práctico: imaginemos que tenemos frente a nosotros tres puertas, de las cuales una contiene un premio (digamos 10 acciones tipo A de Berkshire) y las otras dos nada. Nos dan la opción de elegir y eliges una al azar (ya que no tienes ningún tipo de información). Imaginemos que abren una de las tres puertas, por supuesto se abre una que sepan que no tenga el premio y nos dicen lo siguiente: ¿quieres cambiar de decisión o te quedas con tu decisión inicial?

Creo que absolutamente todos (o al menos si una gran mayoría) elegirá quedarse como está, siendo esta a nivel estadístico la opción incorrecta. La opción matemáticamente más inteligente sería cambiar, ya que inmediatamente duplicarías tus probabilidades. Nos dejamos guiar por la intuición, sí, pero también por algo más. Cuando elegimos una opción, solemos ir a muerte con ella, incluso cuando hay veces que intuimos que podemos habernos equivocado. Este ejemplo al igual que muchos otros ilustra uno de los sesgos más comunes en el ser humano, permanecer irracionalmente fiel a tus ideas, decisiones y acciones.

 

  • Sesgo de confirmación:

Este sesgo te hace invertir tu tiempo en buscar noticias o reflexiones que apoyen tu idea inicial. Si crees que Bitcoin es una burbuja, buscarás de manera incansable información que te haga afianzar esa idea original que tienes; si piensas lo contrario, harás exactamente lo mismo (pero al revés), seguir a gente que lo defiende, leer artículos en su favor y crearte una imagen personal sobre el activo que no te deje ver el bosque detrás del árbol.

La cura a esto sería tratar de seguir a determinadas personas que no piensen igual que tú, y tratar de encontrar validez en sus argumentaciones. Es la mejor manera de mejorar tanto profesional como personalmente.

 

  • Sesgo de disponibilidad:

El sesgo de disponibilidad hace referencia a que las personas, tienden a buscar de manera sesgada la primera información que les viene a la mente para explicar un acontecimiento. No nos suele gustar pensar, queremos responder rápido a preguntas que nos incomodan y pasar palabra.

El ser humano tiende a buscar la causalidad, cuando muchas veces se trata más de mera casualidad. También tiende a olvidar los principios básicos de la estadística, pudiendo dar mayor probabilidad a un suceso específico que a otro suceso general previo que lo antecede.

La reflexión aquí es clave, pararte, aunque sea 10 minutos para pensar. Muchas veces nuestra respuesta será la misma, pero estoy seguro de que, en otras ocasiones, la respuesta variará. 

  • Sesgo de retrospección:

El clásico ¡te lo dije! Solemos ensalzar los aciertos y hacer omisión de nuestros errores. Cuando acertamos en una tesis, solemos pensar que no ha habido errores en el proceso cuando esto puede no ser así. Este sesgo no nos permite mejorar nuestros procesos y frena nuestro progreso, ya que nos vuelve miopes ante la realidad.


  • Exceso de confianza:

Hay una pregunta clave que hace Kahneman a los inversores: “Cuando usted vende acciones, ¿quién las compra?”

Está claro que en una transacción hay dos partes, la parte compradora y la vendedora, ¿qué sabe la otra parte que yo no? ¿qué información apoya la decisión que está tomando la contraparte? son preguntas que pueden ser muy útiles a la hora de mejorar una tesis.

En muchas ocasiones confiamos de manera ciega en nuestras propias capacidades.

Aunque aquí creo que hay un error al que Kahneman no presta la suficiente atención. No todos los agentes disponen de la misma información, y algo aún más importante, no todos los inversores la utilizan de la misma forma, ni siquiera todos los inversores saben usarla, lo que crea oportunidades en el mercado para ser mejor que el resto.

 
  • Confiar plenamente en la valoración:

Está claro que la planificación es necesaria para acometer un proyecto al igual que la valoración es necesaria para tomar decisiones de compra/venta. Hay que reconocer que, sin ella, estamos ciegos. No es menos cierto que la planificación y la valoración es en muchas ocasiones inútil ya que no podemos predecir el futuro; no podemos saber lo que no sabemos e incluso aunque sepamos lo que va a suceder, no podemos determinar cómo actuarán los demás ante ese hecho, lo que dificulta sobremanera encontrar la tan ansiada “verdad”.

Todos adaptamos un modelo de valoración atendiendo a la nueva información, ahora bien, la subjetividad con la que se trata la información es el quid de la cuestión. Estoy a favor de realizar valoraciones, pero siempre conociendo las limitaciones de estas y no tomándolas como un dogma de fe, sino como una herramienta útil, como una vela en una habitación oscura.

 
  • La importancia de lo cualitativo:

Pasar de una tasa de éxito del 30% al 35% es un cambio positivo del que seguramente nos alegremos, ahora bien, el efecto de la sorpresa y de la certidumbre sería escaso. Si por ejemplo la tasa de éxito de un proyecto pasa del 0% al 5%, el cambio será percibido como más positivo que el primero cuando el cambio es el mismo, el 5%. Sin embargo, el primer cambio indica una mejora de la probabilidad y en el segundo de los casos lo que hay es una esperanza de éxito que antes no existía.

 
  • ¿Cómo afrontamos las decisiones?

Decía Mises, que el ser humano es racional y que, incluso cuando no actúa, está llevando a cabo una acción, la de no actuar, y que dicha acción es perfectamente racional. 

Sin embargo, los seres humanos aceptamos los problemas de decisión tal y como nos vienen enmarcados: imaginemos que nos dicen que al precio actual de la acción de Tesla hay una probabilidad segura del 40% de ganar dinero, seguro que más de uno se inclinaría a comprar. Ahora bien, seguro que si lo planteamos como una probabilidad del 60% de perder dinero más de uno que ha pensado en comprar cuando la probabilidad de éxito era del 40% ahora tenga reticencias para comprar si le plantean el problema de esa otra forma. Y hay que tener en cuenta que la decisión a tomar es exactamente la misma. Enmarcar la pregunta con una connotación positiva o negativa hace que la decisión pueda ser completamente distinta.

Por supuesto que este ejemplo no aplica a aquellas personas que hayan podido estudiar la acción en profundidad y tengan convicción. A estas personas les aplican otros sesgos, por supuesto, pero seguramente no éste.

 
  • ¿Qué hacer para intentar desprenderte de estos sesgos?

Lo más importante para intentar mitigar los riesgos asociados a estos sesgos es conocerlos. Una vez los conoces, es importante saber identificarlos en tu proceso para no dejarse influenciar por ellos. Aunque esto es imposible ya que, somos humanos.

Para quien no se haya dado cuenta, este post ha sido una especie de resumen “práctico” del libro de Daniel Kahneman “Pensar rápido, pensar despacio”. Quizá de vez en cuando realice este tipo de post, más teóricos y conceptuales, que ayuden a establecer modelos mentales para tomar mejores decisiones.

Próximamente comentaré los resultados de una de las compañías que he incorporado a la cartera en el 2020 y de la que ya hablé aquí.

¡Os espero!

Disclaimer: La información aquí contenida se expone a título meramente informativo y no constituye una recomendación de inversión, ni invitación, oferta, solicitud u obligación por mi parte para llevar a cabo operación o transacción alguna. Es una forma de llevar al día mi cartera, y poder contrastar opiniones y debatir con otros inversores acerca de dichas posiciones. 
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  1. #1
    24/01/21 23:16
    Buena aproximación, mejor dicho síntesis, del libro del único premio Nobel de economía que no ha sido economista.

    De lectura ágil y perfectamente entendible para el atesoramiento de conocimiento que es imprescindible para lidiar en el mundo de las inversiones.

    Buen artículo, un saludo.