Hubo un tiempo en que la primera guerra mundial, se llamaba “la gran guerra”. Evidentemente perdió este nombre tras la segunda guerra mundial, cuando la segunda obligó al plural y a comenzar una clasificación ordinal. Si nos damos cuenta, lo mismo ocurre con la primera guerra del golfo, (que durante todos los años 90 fue llamada la guerra del golfo).
Pues en el mundo económico tenemos hasta ahora unas cuantas crisis financieras, (normalmente identificadas con algún nombre que exprese de alguna forma su origen), y un gran número de recesiones. Pero desde luego destaca con nombre propio “la gran depresión” que asoló el mundo entero en los años 30 del siglo pasado. Este fenómeno cambió el mundo, pero a costa de un sufrimiento que ha pasado a la historia, y en definitiva de que la segunda guerra mundial, provocó que la gran guerra pasase a ser “la primera guerra mundial”.
A pesar de que este período se sigue denominando como la gran depresión, es de esperar que pronto surja la necesidad de cambiarle el nombre. Cuando todo el mundo comience a entender que esto no es un problema de confianza, que se soluciona engañando y empobreciendo a todo el mundo con tal de arreglar unos cuantos balances, comenzaremos a estar en el camino de la solución, en lugar de este camino a ningún lado y a un rescate cada vez mayor como estamos ahora. Todas las medidas que se están tomando ahora, suponen invariablemente solucionar una urgencia, a costa de empeorar la situación global. Y parece que nadie tiene el mínimo interés en pararse a pensar y darse cuenta de la situación en la que estamos.
Sin embargo, nos pongamos como nos pongamos, la realidad es la que es y lo será. Podemos llenarnos de mensajes positivos, de soluciones definitivas que duran nada, de decir que no hay más problema que algunos millones de personas que lo están pasando realmente mal, pero esto no ocultará el hecho de que la situación económica ha colapsado.
Y el colapso de la situación económica en el que se encuentra el mundo, no se puede definir de otra forma como el de una gran depresión, sobre todo teniendo en cuenta que en mayor o menor medida es a nivel mundial. Por tanto hoy no debemos conocer “la gran depresión”, por tal nombre, sino que debemos comenzar a usar la terminología de “la primera gran depresión” para referirnos al período de los años 30, y estaremos metidos en plena época de la segunda gran depresión.
Por ahora en cambio seguimos analizando, no sin una miopía alarmante, en el sentido de preguntarnos acerca de una “década perdida”, cuando hablamos de una situación económica realmente grave que se ha destapado hace casi cinco años y para la que no se le ve fin. Si nos damos cuenta, los análisis, cada vez son a menor plazo; hemos pasado de esperar la recuperación en unos pocos meses, o quizás años a no tener ni la menor pista de cuando, ni como se producirá. De hecho, ya hace tiempo que no se habla de “el desempleo ha tocado techo”, ni frases por el estilo.
Sé que quizás este período no se parezca a lo que hemos leído acerca de la primera; la gran diferencia es que sobre esta no hemos leído sino que estamos comprobando todos de alguna forma la parálisis, las pérdidas, los miedos, y todo lo que en realidad significa la gran depresión.
Y esta es quizás el único consuelo, (aunque muy pobre), que nos queda en esta situación. Estamos en una situación que pasará a la historia, y quizás muchos en el futuro escriban sobre la situación actual. Lo más curioso es que es fácil entender que desde el futuro quizás tengan más perspectiva, por lo que se sabrá lo que han significado estos momentos, pero no se entenderán las sensaciones, los momentos y los acontecimientos que nos ocupan ahora mismo.
En el futuro se apreciará más la realidad de la situación, aunque se perderán todos los detalles que realmente sirven para pintar el cuadro. Cuando pensamos en la primera gran depresión a todos se nos viene a la mente una situación apocalíptica en la que no entendemos como las personas podían sobrevivir. Pero lo cierto es que la gente en su mayoría sobrevivía, con muchas penalidades, en un entorno totalmente hostil.
Algún día alguien hablará de estos días en estos términos, preguntándose cómo es posible que las personas sobreviviesen en este entorno. En el momento en que los análisis comiencen a tratar de intentar explicar la situación, estaremos en disposición de cambiar el nombre de la primera gran depresión y solucionar los problemas actuales.
Por ahora seguiremos leyendo con cierta frecuencia, proyecciones simplistas vestidas de sesudos informes que nos cuentan que millones de personas van a seguir sin empleo durante muchos años, pensando que un sistema económico que esté tirando de esta forma el recurso que el trabajo supone y aguantando todos estos dramas y este ambiente hostil para la inmensa mayoría de los ciudadanos es viable.
Todo ello para tratar de justificar que bajando los sueldos, subiendo impuestos a las capas bajas, (y lo que queda de medio), cargándose la democracia, las normas, la justicia, las condiciones de los consumidores y lo que sea, con tal de dar el tiempo a los mercados financieros para llegar al siguiente rescate cada vez más grande. Curioso. Igual que en la primera ocasión en la que nos encontramos en estos momentos, hasta que llegó el momento en que no se pudo más.