El otro día comentaba que la historia no siempre responde a la realidad, sino que depende más bien de la documentación y de los análisis que de esta se hagan en cada momento del tiempo. Si procediese llevarlo a términos matemáticos, tendríamos una ecuación en la que cuanto más veraces sean los documentos, o cuanto más veraces sean los análisis, más veraz será la historia en el sentido de reflejar la realidad fielmente el pasado. Lo que ocurre normalmente es que los intereses por reflejar la veracidad son inferiores a los intereses por reflejar una historia modificada adecuada a determinados planteamientos, de tal forma que lo habitual es que tengamos por uno u otros motivos un trabajo continuo de reescribir la historia “para”; proceso que se recoge fielmente 1984 de Orwell, y que con el paso del tiempo se comprueba en recopilaciones simpáticas como “el florido pensil”, (obras ambas que recomiendo fervientemente).
Este proceso es el que está detrás de las distintas variaciones respecto a la oportunidad de rescatar a la banca, o incluso a los orígenes de esta crisis.
Un argumento muy poco sutil al respecto de las ayudas a la banca, parte del argumento de que “no rescatarlo sería peor”. Para tal afirmación normalmente se usan principalmente dos casos; por un lado nos dicen que en la gran depresión de los años 30 del siglo pasado no se rescataron bancos, (y pasó lo que pasó); el segundo, mucho más cercano, fija el origen de todos los males en la decisión de no rescatar a Lehman Brothers en 2008.
Estos dos casos, sirven para construir una moraleja, en la que como todo cuento, se nos trata de adoctrinar sobre algo; en este particular la mencionada necesidad de rescatar a las entidades financieras porque el no hacerlo será peor. Y esto sirve para justificarlo absolutamente todo.
La pena es que estas dos cosas son directamente mentira. Y en particular me gustaría centrarme en la segunda, (principalmente porque es algo que todos hemos vivido y por tanto podremos entender mejor).
Si nos damos cuenta, el más puro y breve repaso, nos llevaría a 2007 en el que se desata la crisis subprime, que provoca las primeras intervenciones coordinadas de los bancos centrales inundando el mercado de liquidez. Esto no impide que en marzo de 2008 caiga Bear, lo cual al final impone nuevas medidas, hasta que en septiembre de 2008, Lehman Brothers cae. Es este momento el que se fija ahora como inicio de una crisis histórica, y es la decisión de no rescatar a Lehman la que marca los acontecimientos posteriores.
Sin embargo, lo que tenemos que tener claro es que en la segunda quincena de septiembre de 2008, la decisión que se tomó no fue dejar caer a Lehman. Este punto es importante, porque los efectos posteriores deberían ser explicados por la decisión tomada, que no fue otra que la de rescatar a la banca de inversión en pleno, que es un aspecto sobre el que no se habla en ningún lugar. De hecho, la caída de Lehman no fue sino la primera parte de lo que en realidad ocurrió. No es que se haya decidido dejar caer a Lehman, sino que se ha decidido salvar a la banca de inversión, usando la caída y el pánico como excusa. No era este el punto de partida de una crisis, sino que fue uno de los momentos donde se manifestó una crisis más profundamente.
Pero claro, entender que se rescató al resto de bancos de inversión de una crisis que viene derivada precisamente de todo un sistema que beneficiaba a los bancos de inversión, no es precisamente un buen argumento para justificar determinadas medidas. Y el resto simplemente no importa.