Estos días estoy con una larga serie de post acerca de la situación de Grecia. Y me encuentro con un comentario con un par de cuestiones que me conviene aclarar.
El primero es que lamento ser cansino; El objetivo es que se trate de entender lo mejor posible, lo que me lleva a “ser cansino”. Ante todo mis disculpas y reiterar que trato siempre de que sea lo menos cansino que pueda. Lo que me extraña es la segunda crítica en el mismo comentario: “hubiese sido un vendedor perfecto de preferentes”.
De los pocos conocimientos de marketing que tengo creo recordar que alguien cansino no es precisamente un gran vendedor de preferentes. De lo que conozco de la forma de comercializar preferentes creo recordar que tampoco es que se hayan dedicado muchos esfuerzos a explicarlas.
Estoy de acuerdo en que he intentado explicar de forma cansina (aunque no obligo a nadie a leer) que existen diferencias entre prestar y avalar; y que existen diferencias entre avalar a Grecia y a un fondo y unos cuantos puntos más. De hecho, he declarado en muchas ocasiones que todos estos post vienen derivados de aclarar una situación en la que todo se asimila y se acaba concluyendo que Grecia nos debe 26.000 millones.
De repente me cae el sambenito de que hubiese vendido perfectamente preferentes. Pues no deja de ser irónico si tenemos en cuenta como se han vendido las preferentes.
El discurso era: “Tenemos los depósitos a plazo fijo de toda la vida que no dan nada y tenemos esto que es casi igual pero que no está cubierto por el fondo de garantía de depósitos que por otra parte no tiene fondos para cubrir los depósitos”.
Todos tenemos claro a estas alturas que las similitudes entre preferentes e i.p.f. son obvias; llevas dinero que debe el banco, si el banco no paga no cobras, los modelos incluían los términos contrato por depósitos, que tendrías el dinero a tu disposición vendiéndolas….Son cosas tan similares que una gran parte de la gente que compraba preferentes creía que contrataba depósitos. Los vendedores de preferentes se agarraban a estas similitudes, obviando las diferencias para vender estos productos.
Hoy nos hemos encontrado que además de las similitudes obvias, había diferencias que tuvieron una importancia mayúscula. Supongo que hoy no tendré que explicar que ¡vaya con las diferencias!
¿Quién se parece más a lo que fue un vendedor de preferentes? Una persona cansina que dedica unos cuantos post al tema paso a paso, o una persona dinámica que dice: ¿Qué diferencia hay entre haber avalado, prestado o prestado indirectamente si al final el resultado será el mismo?
Por último si tenemos que determinar si hubiese sido yo el vendedor perfecto de preferentes o, al contrario, lo hubiese sido el que todo lo ve igual independientemente de cómo se instrumenten las cosas tendremos que acotar un poco más ya que no se aclara si es desde el punto de vista del banco o del cliente. Lo que sí tengo claro es que los bancos no contratan comerciales cansinos a los que les lleva unos cuantos post explicar que va a pasar explicando las diferencias entre una y otra cosa.
Es decir, no espero que me caigan demasiadas ofertas laborales; entre otras cosas porque me lleva cerca de 600 páginas explicar cuáles son los tipos de análisis parecidos a los de los vendedores de preferentes y afirmar que el que se aburra y busque entretenimiento debe ir a leer a otro sitio.