De esta forma, hay días que preferiría no leer ciertas cosas; aunque lo cierto es que lo que tenemos que conseguir todos es que no se digan. Estamos en una crisis económica, que a mi me parece consecuencia de la mayor conjunción de chapuzas, informes interesados y demagogias, para conseguir un poco de negocio por todo el que pueda. Pues ya vale que los economistas hayamos estado en la luna, lo cual es grave, porque si alguien se ha de preocupar por la estabilidad de sistema es aquel que en su programa de estudios tiene algo que creo que se llamaba Macroeconomía.
Pero, no es sólo que los economistas, estemos fuera de juego, es que cuando entramos, lo hacemos como todo formador de opinión; “arréglenme lo mío”. A ver si nos enteramos ya de una puñetera vez que esto es un sistema, un circulo, un conjunto de relaciones o lo que les de la real gana, y no un estanque, donde todo grupito trata de pescar sin control alguno entre los cada vez menos pececitos.
Ahora tenemos a los economistas, pidiendo a cuenta de la reforma de la ley de auditoría. Y como siempre, los intereses generales aquí importan un pimiento, y lo que se buscan son los intereses particulares. En este caso los auditores. Claro que la primera duda que me asalta es que coño pintamos los economistas en el mundo de la auditoría. Por ir a un símil médico es como si los traumatólogos, hiciesen trasplantes de corazón. La única explicación es que ya que a nadie parece interesarle lo más mínimo el concepto de sistema económico, resulta que nos dedicamos a las empresas.
¿y que piden?. Pues principalmente bajar los límites para las auditorias, bajo la premisa de que es importante que más empresas estén auditadas. El argumento, desde luego no parece malo, y por supuesto, no voy a ser yo el que diga que no se necesita más control. Sin embargo, parece increíble que el problema de las auditorias, este en si se auditan 50 o 100 empresas. Esta discusión sólo tiene sentido si por cada auditoría emitimos una factura. Por supuesto, es importante para el que emite la factura, (y para el que la paga).
Pero el problema es que antes de preocuparnos por cuantas empresas deben auditarse, debemos solucionar algunos problemas con las empresas que ya se auditan.
¿Cuál es el valor de una auditoría?. Pues mire, tecnicismos aparte, es que alguien haga lo que sea necesario, para asegurarnos que mirando un balance podemos saber como está la empresa. Sin embargo, en plena borrachera de informes, expertos y demás, olvidamos todo esto y ya ni nos acordamos para que es una auditoría. Es en ese momento cuando de repente a alguien se le ocurre la brillante idea, de hacerlas obligatorias a todo el mundo. Si ya nadie recuerda para que sirven, lo importante para que como auditor siga cobrando es que se obligue a pagar como un impuesto más. Pues esta es una buena idea para que los auditores ganen más dinero, a costa de que las empresas paguen más dinero. Absolutamente nada más. Si usted es presunto economista, le parecerá una idea genial.
Resulta que los bancos son empresas auditadas, y se han llenado y llenado periódicos afirmando que nadie sabe exactamente lo que hay en los balances. Desde los bancos centrales y gobiernos, se ha urgido al principio de esta crisis a que limpien sus balances y saquen sus pérdidas, (otros que parece que no tienen servicios de inspección para comprobar los balances de las entidades en lugar de estar pidiendo lo que deberían exigir). Este detalle nos muestra un gran problema en el sistema de auditorias.
En lugar de verificar si los balances y las cuentas reflejan fielmente la situación de la empresa, las auditoras hacen un trabajo que en realidad no es diferente de aquel de un profesor de contabilidad corrigiendo un examen. Pues mire, es lo que conseguimos con los checks, los parámetros de selección y desde luego con los procedimientos de auditoría.
¿Qué hace un auditor?. Pues buscar fallos en la contabilización de apuntes. Y al final cuando cogemos un balance auditado, ¿tenemos la seguridad de que ese balance es real?. Pues mire, ese es el problema, y desde luego, va mas allá de los casos extremos de Enron, de Lehman y de tantas otras que no han salido en los periódicos.
¿Qué significa que una empresa esté auditada?. Pues que alguna norma legal lo exige. ¿Implica en algún caso que la empresa quiera someterse a un escrutinio duro para convencer a inversores o acreedores de la seriedad de sus cuentas?. Pues hombre, alguna habrá, pero habría que ver cuanto hay de marketing y cuanto de realmente demostrar algo.
Y hablando de acreedores o inversores, es donde estriba el principal problema, porque a estos no les suele gustar aquello de que de repente se encuentren con que los balances no tienen nada que ver con la realidad y que los auditores, no se han enterado de nada. Pero para evitar este problema tampoco hay que mejorar los procedimientos, ser innovadores y lo que sea. Lo que se pide es no responder si al final las cuentas no tienen nada que ver con la realidad ya que los auditores sólo “pasaba por ahí”.
Todo esto, se acompaña debidamente de una serie de gobiernos, que parece que se han convertido en mercados persas, que olvidan los intereses generales a la hora de regalar, (perdón; quise decir regular), y se les concede la responsabilidad limitada. Y tenemos servido el cocktail.
Pues hoy me toca estar avergonzado de ser economista. Muy avergonzado, pero estos no son economistas, estos son mercaderes y caraduras con poder en el boe y generando negocio en el B.O.E., mientras piden liberalización; ¡tócate los huevos!. Por no hablar de que se apunten, (permitanme que no me identifique con tales recomendaciones), a la solución de “escribir la carta a los reyes”, que tal y como he explicado en el post es pedir lo necesario para que cada grupo en particular, gane lo suyo y, en el colmo del surrealismo, venderlo como una buena medida para la sociedad, esa que importa aún menos que el sistema.
Pues sinceramente, a día de hoy, ya que parece claro que existe cierta desconfianza en cuanto a los balances de las empresas, en un entorno en el que al final estamos discutiendo si tal cosa vale o no vale, o si nos creemos o no nos creemos, una reforma de la ley de auditoría era completamente necesaria. Pero el sentido debería ser completamente distinto.
Debe reformarse para primar la investigación y la fiscalización de las cuentas. Mi opinión es que a mi me da exactamente igual que una empresa este o no este auditada. Lo que quiero es tener la razonable seguridad de que en aquellas que estén auditadas, sé lo que hay.
¿Qué es difícil detectar los fraudes, las incoherencias, los aspectos ocultos de los balances?. Pues lo puedo entender. Lo que no puedo entender al que me suelte ese argumento es que luego defienda el papel de “esa auditoría”, llamen a los del CSI o a la de “se ha escrito un crimen”, busquen innovación, procedimientos distintos, formas de llegar a saber. Y en caso de que no se le ocurra nada, pues simplemente dedíquense a otra cosa, (que yo sepa nadie está obligado a ser auditor).
Y quizás incrementando la responsabilidad de los auditores, se agudiza el ingenio.
Quizás eso vaya contra los intereses directos de los auditores y los “presuntos economistas”, pero créame que iría contra mis intereses directos, que pasan por poder presumir de ser economista. Y oiga, que a veces no se puede conseguir todo lo que se pide.
Por favor, pidamos seriedad, honestidad, esfuerzo y responsabilidad; (sí, esas palabras que siempre pedimos para Don José Pérez, empleado de la fabrica del pueblo. Y los “presuntos economistas”, a crear valor y ofrecer algo distinto a conseguir que una norma legal, obligue a las empresas a pasar por caja.