Se me ocurren dos motivos para hacer los test de stress de los bancos. El primero es saber cómo están las entidades financieras, y el segundo es tratar de generar confianza para que los mercados financieros suban.
Puede parecer que los dos motivos son compatibles, pero el caso es que dependiendo de cuál sea el motivo prioritario, tanto el resultado como la forma de realizar el proceso serán distintos.
Si la banca está tocada, y tratamos de saber cómo está la banca, el objetivo de saber y obtener confianza pueden entrar en contradicción. Y entonces tendremos que elegir entre las dos cosas. O tener confianza, o que los mercados financieros suban inmediatamente.
La realidad es que poco se sabe del proceso de los test de stress. De hecho curiosamente, lo que tenemos son los resultados avanzados por el FMI, el gobierno y demás ¡antes incluso de que se hagan!. Hace bastante tiempo, nos hemos desayunado con la noticia de que el Santander era la entidad que mejor resultado sacaba en los famosos test. ¿Cómo es posible que se sepa tal circunstancia antes de decidir cuáles eran las entidades que se iban a someter a estos procesos?. El hecho de que tengamos los resultados antes de las investigaciones, desde luego es algo que no encaja en un proceso de investigación, sino que es mucho más coherente con un proceso destinado a justificar algo. Y debemos tener en cuenta que es muy distinto tratar de adivinar si las entidades financieras podrán sobrevivir en un escenario determinado a tratar de justificar que las entidades financieras podrán sobrevivir.
Pero en todo caso, uno de los mayores fallos u olvidos que echo de menos en estos test, es aquel sobre la veracidad de los datos. De hecho es curioso que desde el principio de esta crisis, una reclamación de las autoridades monetarias fue que las entidades sacasen las “cosas ocultas de los balances”. Se llamaron activos tóxicos, ilíquidos o activos que temporalmente no podían ser valorados.
Esta reinvindicación era evidentemente puro marketing por parte de los bancos centrales y los analistas, porque desde luego, si querían ver la realidad de las entidades, lo tenían tan fácil como entrar a saco a inspeccionarlas. Sin embargo tal circunstancia no se ha hecho, y desde luego en España, sólo nos hemos encontrado perdidas, agujeros y decisiones inapropiadas en el caso de las cajas intervenidas. Y recordemos que las intervenciones han tratado de ser evitadas hasta el último momento. Dicho de otra forma, si CajaSur, hubiese aceptado la fusión o la absorción por Unicaja, ¿hubiésemos conocido las condiciones en la que está la caja?, ¿se hubiesen expedientado a los consejos?.
Cuando se intervino CCM, lo que se decía y repetía es que no existía un agujero en las cuentas, sino un problema de liquidez. La pregunta es clara: ¿nos podemos fiar de las cuentas de las entidades?.
Hace un par de años hablábamos por todos lados de un ingente volumen de activos tóxicos que de pronto parecen haberse evaporado, porque simplemente no están en ningún lugar y nadie los tiene. Es bien cierto que una parte de estos activos se han traspasado a la sociedad mediante distintos procesos, de tal forma que nos encontramos con un sector financiero recuperado a costa de una sociedad que simplemente está literalmente destrozada. Pero la realidad es que los activos tóxicos han desaparecido a partir de marzo de 2009, ¡porque se ha dejado de hablar de ellos!.
Todo el mundo ha renunciado a saber lo que tenían los bancos y quien más, quien menos, ha decidido dar por buenos los resultados y las valoraciones que los bancos realizan de sus propios balances. Y con esto generamos resultados positivos y una recuperación fulgurante imposible de ver fuera del sector financiero.
Pero ahora estamos decididos a rizar el rizo y hacer unos test que lo que hacen es coger los datos y modelos declarados por los bancos, meterlos en un programa y realizar un test de stress que nos dará los resultados que nos gustaría.
Pero lo que no tiene sentido ninguno es tratar de adivinar la capacidad de aguante de los bancos, sin investigar a fondo los balances. Dicho de otra forma, la credibilidad de estos test, va a depender de la calidad de los datos que tenemos de los bancos y sobre todo de las ganas que tengamos de creérnoslos.
Si la idea fuese conocer el estado y las capacidades de las entidades financieras, lo primero que se haría sería investigar a fondo las entidades y exprimir la información hasta el punto de que salga la información que sí ha salido en los casos en los que las entidades han caído. Por ponerlo de una forma gráfica, no saldrá el mismo resultado aplicando los métodos que queramos a la información que existía de CCM antes de la intervención, a la posterior.
Si queremos conocer la situación de las entidades, primero hemos de definir la metodología del examen, luego contrastar los datos de las entidades a fondo, examinar y dar los resultados.
Sin embargo, en este proceso de los test, lo que nos encontramos es que primero damos los resultados, (o especulamos, aunque apuesto que Santander va a ganar y que la banca Española no va a necesitar nuevo capital), que nos van a dar que las entidades pueden sortear sin problemas el peor de los escenarios, (aunque en mayo de 2010, o sea hace dos meses, estaban sin posibilidades de financiarse). Una vez tenemos los resultados, resulta que nadie tiene clara la metodología, y por supuesto a nadie se le ocurre plantearse la necesidad de verificar la bondad de los datos que se van a introducir en la olla.
Y esto sólo puede ser explicado desde la óptica de considerar los test de stress como una forma de generar confianza, y simplemente tener otro argumento más para defender que las entidades están muy bien, de forma que puedan seguir captando financiación y por tanto que no caigan.
Cuando CCM cayó, se dijo que era un problema de financiación, lo cual era completamente cierto, pero no era toda la verdad. Pero una cosa está clara, si hubiese conseguido financiación, independientemente del agujero contable que tenía oculta, hubiese aguantado más. Es algo que ha pasado en todas las caídas de todas las entidades, (patrias y extranjeras), donde realmente las pérdidas se han mostrado cuando la entidad ha caído. Teniendo liquidez para aguantar, y teniendo a los reguladores con los ojos vendados, los agujeros que puedan tener en sus balances, simplemente se esconden.
En este terreno, entramos en una nebulosa, pero por cómo se han hecho las cosas, como se desarrollan los acontecimientos y como nos llega la información, no puedo aceptar que los test de stress sean unos instrumentos para conocer la realidad de las entidades, sino que son unos instrumentos que nos van a demostrar que las entidades están muy bien. Claro que como todo, puede que la realidad esté escondida y bien escondida.
Los test de stress no son más que una formula, pero el problema no está en las formulas que cada cual puede hacer las que le da la gana. El problema está y siempre ha estado en los datos que se van a meter en la batidora. Y sin datos buenos, el resultado nunca puede ser transparencia, sino exactamente lo contrario.