Uno de los cambios que introdujo el partido popular, y que el PSOE, (como tantos otros), no ha rectificado, es el famoso MOPU por el Ministerio de Fomento. La verdad es que el nombre es ciertamente significativo de la realidad de los cambios en el funcionamiento del ente.
Independientemente del nombre y las funciones de los dos entes, la realidad es que comparten varias características. La primera es que en ambos casos, controlan las infraestructuras a crear, lo cual a su vez provoca unos efectos en el desarrollo de distintas zonas, ambos generan un impresionante movimiento económico y ambos definen cuales van a ser las infraestructuras del país y como se gestionan.
Pero desde luego entendiendo las similitudes, tenemos que entender las diferencias, que son grandes e importantes. Lo cierto es que analizando las diferencias, podemos entender que los nombres son muy apropiados.
La primera diferencia entre un enfoque basado en la obra pública y un enfoque basado en el fomento, es el objetivo de las actuaciones. Una cosa es tratar de analizar las obras e infraestructuras que necesitamos y tratar de realizarlas al menor coste, y otra muy distinta es encontrar aquellas actuaciones que “fomenten”. La gran diferencia es en el esquema de las decisiones. En este caso es fácil identificar que no es lo mismo tomar la obra pública como un medio o como un fin en sí mismo.
Tradicionalmente en España ha existido un modelo de desarrollo, basado en los polos de atracción, que básicamente se trataba de unir distintas zonas económicas para que unas sirviesen de arrastre a otras. El esquema de España ha sido desde siempre centralista, lo que se aprecia muy bien en el diseño de las infraestructuras, con las nacionales, las autovías y las líneas de ferrocarril e incluso las rutas de aviones que se han desarrollado siguiendo un modelo radial desde Madrid a “provincias”, o intentando desarrollar las provincias comunicándolas con Madrid.
Sea correcto o incorrecto, sea apropiado o inapropiado, lo cierto es que existe un plan de país, y los gobiernos han realizado las obras públicas de forma que al cabo de los años, del análisis de las infraestructuras, logramos inferir el esquema deseado de país.
Por supuesto, el movimiento inversor de las obras públicas, ha generado siempre unos efectos económicos sobre empresas y particulares, de tal forma que existen personas que se han beneficiado siempre de estas actuaciones. Además, como las obras públicas tradicionalmente han sido desarrolladas directamente por los gobiernos, la realidad es que el ratio inversión-empleo era muy elevado, existe una incidencia sobre el empleo en la zona.
El problema está cuando a alguien se le ocurre primar estos efectos secundarios de la obra pública para ponerlos en el papel principal. La realidad es que en algún momento, se empiezan a contratar las obras, desaparecen todas las furgonetas, camiones y excavadoras del MOPU, que son sustituidas por los carteles de Dragados, ACS, FCC, Ferrovial y similares, de forma que empezamos a generar un volumen de negocio impresionante en empresas cotizadas.
Cuando el fomento comienza a estar en el fondo, resulta que la obra pública deja de estar supeditada a una planificación del estado, y comienza a estar planificada en función del negocio que se puede generar.
La consecuencia es que al final nos encontramos con un rosario de obras públicas que si colocásemos en un mapa, nos daría algo completamente aleatorio. La discusión sobre si los polos de desarrollo son una política adecuada o no, simplemente cae en el olvido, y no existe ninguna planificación sobre las infraestructuras y su diseño, y por supuesto, no es posible encontrar algo parecido a una planificación de las infraestructuras de acuerdo a argumentos que beneficien al bien común.
En algún momento, las infraestructuras dejan de ser la razón del diseño y pasan a ser algo parecido a la coartada. Es decir, en las negociaciones sobre la actividad de fomento, no se diseñan infraestructuras, sino que se reparten inversiones. En algún momento del tiempo se ha pasado de que los políticos aparecían en un determinado espacio presumiendo de las obras con el menor coste posible, a simplemente presumir del volumen de fondos destinado a cada zona, (recordemos el post del grupo fomento, en el que recogía un desliz del correo electrónico cometido por Pepe Blanco).
Cuando enfocamos la obra pública desde el punto de vista de las inversiones, la realidad es que de alguna forma, el mayor gasto pasa a ser un punto a favor. Curiosamente si una carretera puede ser construida en una zona por 50 y al final cuesta 100, los dos titulares serían “Fomento compromete obra pública en la zona por importe de …”. ¿En cuál de los casos es más atractivo?.
Por otra parte, resulta que cuando lo que hacemos es fomentar negocios, lo que conseguimos es esto exactamente, (aunque luego nos extrañemos de ciertas culturas del pelotazo), y sí nos paramos a pensar, resulta que en lugar de infraestructuras de calidad, lo que conseguimos son empresas campeonas en el campo de la construcción civil. Lo cierto es que no hay nada que nos garantice que las dos cosas son equivalentes. Por mucho que digan, es realmente difícil que las infraestructuras sean de primera calidad, si no responden a un plan determinado. Pero logrando que los ciudadanos colaboremos en el papel de pagar varias veces lo mismo, lo que se logra es la existencia de unos beneficios extraordinarios para empresas que al final no están operando en un mercado, o sea Fomentar.
Esto lo ha reconocido nuestro insigne presidente, que en medio de un agosto de locos, en el que primero dicen que se han pasado con el ajuste, para luego soltar el globo sonda de que tendremos que subir un poco los “muy bajos impuestos” que pagamos.
Sólo de esta forma entendemos esta frase que ZP ha soltado en agosto en la que nos cuenta que: “un cierto alivio a las comunidades autónomas y un empujón importante a las grandes constructoras”.
Estos “empujones” a los “fomentados”, o lo que vulgarmente se llama por beneficios extraordinarios, lo que provoca es la ruptura del esquema que proponía Keynes, lo cual es simplemente ridículo cuando nos encontramos con que las teorías de Keynes son las que se usan de coartada para esto. Pero se olvidan del multiplicador del consumo, (que he explicado en el post sobre si se preveía la situación actual desde la macroeconomía), de forma que rompen el círculo y nos encontramos con una fuga del sistema económico.
Y esta fuga, ¿a dónde se va?, pues una parte muy importante se va al exterior, si pensamos que una gran parte del IBEX está en manos de inversores extranjeros. Lo cual nos lleva a una situación en la que de repente Pepe Blanco nos avisa que vamos a tener incrementos de impuestos para financiar infraestructuras, que a su vez se han pasado con el ajuste, lo cual va a ser un buen empujón para las grandes constructoras, (esto lo aclara ZP), que por supuesto cotizan en el IBEX lo cual a su vez implica que estamos financiando a alguien.
Si no es tan difícil. El problema es que en muchas ocasiones fomento es incompatible con obras públicas, por lo que tendremos que elegir. ¡y creo que mi opinión es clara!.