En el economista aparece una nueva propuesta para la indemnización del despido. Lo cierto es que es bastante curiosa la citada propuesta y en teoría nadie pierde. Ni las empresas, ni los trabajadores. Pero es que además, curiosamente, además de no perder nadie, resulta que como poco ganan otros.
Este es el grave problema del pensamiento colectivo que tenemos instalado actualmente con su origen en el sector financiero. Al final no sabemos muy bien como, resulta que se buscan formas, para que si A tiene que pagar a B, una cantidad determinada, lo que hacemos es meter a C, (con sus gastos y sus beneficios), para lograr que A, B y C mejoren. En este caso, Juan Carlos Arce, nos muestra que no se baja la indemnización al trabajador, se baja la de la empresa y no genera gasto público.
La teoría es la de siempre con todas las burbujas, especulación y demás. ¡nadie pierde!, hasta que de repente todo se derrumba y resulta que los mismos que propusieron los sistemas infalibles echan en cara a los que se lo creyeron, (y a los que no se lo creyeron pero se lo tuvieron que comer), lo de la irracionalidad.
El sistema se trata de que las empresas cuando despidan paguen dos tercios de la indemnización al trabajador y un tercio a una entidad, (dicen que pública, pero no es difícil asumir que la propuesta de privatización sería inmediata). Esta entidad, que sería un institucional, invertiría en los mercados financieros e iría pagando el tercio a cada nuevo despedido en 12 meses.
En principio, la medida en el primer momento a quién beneficia es a los mercados financieros, porque tendríamos entrada de dinero nueva; concretamente un tercio de las indemnizaciones de despido. Y el que empeora en principio es el trabajador, que como poco, verá como no puede disponer de dinero. Esto de que sea el parado el que financie al sector financiero es un poco surrealista, aunque al proponente no le parece tan mala idea. Pero la realidad es que este dinero lo puede necesitar el trabajador para cancelar un préstamo ahora que se va al paro, montar un negocio, o emigrar a otro país
Nos cuenta el artículo que el trabajador percibe la cantidad íntegra de la indemnización al cabo de 12 meses, incluso aunque no cobre el paro, o incluso aunque encuentre otro empleo. Estas son las ventajas para el trabajador, difícilmente visibles porque resulta que el trabajador sin este sistema ¡también cobra la indemnización integra, incluso aunque no cobre el paro o incluso aunque encuentre otro empleo!. Por tanto a ver si me explica otra vez la ventaja y de paso como es posible que una persona con una indemnización, (x años por trabajo, cuando es despedido), no va a cobrar el paro, que se cobra cuando se es despedido con un año de antigüedad.
El fondo lo que haría es además reembolsar el dinero pagado por la empresa al cabo del año, en función de los despidos que haga la empresa. Es decir, se devuelve el 90% si la empresa despidió a una persona, 86% si es a dos… hasta el 15%, (no pregunte nadie de donde salen estos porcentajes, que ni lo ponen ni se me ocurre una idea lógica para tal progresión).
En definitiva, si una empresa despide a un trabajador y le tiene que pagar 100, resulta que 67 van para el trabajador en el momento inicial, 33 van para el fondo, que le pagará al trabajador mes a mes 2,75; y al final de todo resulta que el fondo devolverá 29,7 a la empresa. Es fácil ver, que el fondo cobra 33 y devuelve en un año 62,7 (los 33 en las cuotas al trabajador y los 29,7 de reembolso a las empresas). Y esto después de pagar los gastos de gestión, las comisiones del plan y todo esto. ¿Qué rentabilidad se necesita para que esto no entre en déficit?.
Por supuesto, nos aclara el articulista que con un ejemplo no es posible verlo, sino que necesitamos verlo con una pluralidad comparándolo con el sistema de la seguridad social, y lo plantea como un sistema de reparto, tal y como es el de la seguridad social. Eso y la ausencia de beneficios, (de la entidad que gestiona los fondos), es lo que le lleva a descartar la idea de que es un esquema piramidal. Claro que no entiende este señor que si existen, ya que con cada euro invertido en el sistema se plantea pagarlo al trabajador y devolver una parte a la empresa. No es la inexistencia de beneficios lo que descarta el esquema Ponzi, sino que sería la inexistencia o insuficiencia de beneficios procedentes de la inversión lo que degeneraría que estemos en un esquema Ponzi.
El caso es que pensando como contar cuento que hay cosas que está olvidando, me encuentro con un artículo de Juan Carlos Arce, en el mismo medio, en el que nos habla de los sistemas de seguridad social. Resulta que él ahora mismo defensor del sistema de reparto, no se da cuenta de que dice que: “La sostenibilidad de los sistemas de pensiones dependerá del aumento de la tasa de empleo. Pero esa tasa de empleo necesaria no podrá alcanzarse sin contar con los trabajadores de más de 65 años que serán, por otra parte, la gran mayoría”. Evidentemente es un hecho cierto. Por supuesto, los sistemas de reparto necesitan que haya más “cotizantes” que “pensionistas”, (aparte de sus sueldos).
Pues el sistema de seguridad social, asume que siempre serán necesarios más cotizantes que pensionistas y además que los empleados actuales tengan un sueldo mayor al que tuvieron en su día los pensionistas. Evidentemente en el caso de que no haya trabajadores o estos no cobren el sistema se cae. Claro que si no trabaja nadie, ¿Qué se puede mantener en pie?. (en su día ya justifique que en el caso de que la seguridad social estuviese en peligro, la situación hubiese sido insostenible hace tiempo).
Sin embargo, y ante la alergia al sistema de pensiones de reparto que manifestaba este señor, resulta que ahora lo propone, eliminando ahora si la posibilidad de que sea un esquema piramidal, sin darse cuenta de que la sostenibilidad del sistema de reparto significa que existan más personas que causan el ingreso, (trabajadores en la seguridad social), que perceptores, (pensionistas). Dicho de otra forma, este sistema depende para que funcione de la existencia de más despidos que perceptores de la cuota mensual.
Por supuesto, nos dice que no hay ningún tipo de riesgo de pérdidas imponiendo un esquema de reembolso variable a las empresas. Es decir, que resulta que el 90% de devoluciones de antes ya no sería fijo por qué se puede modular. Y nos cuenta que además el sistema es invulnerable ante cambios demográficos y variaciones en las tasas de desempleo. La razón es que considera que los despidos y las indemnizaciones son rígidamente interdependientes.
En puridad esta interdependencia es absolutamente correcta, ya que como nos aclaran, cuantos más despidos existan, mayores serán tanto los ingresos del sistema como de los costes de este sistema, (aportaciones de las empresas por un lado e indemnizaciones por el otro). Lo que no acabo de entender es como el ponente no se da cuenta de un pequeño detalle, y es que la interdependencia no es en absoluto garantía de la sostenibilidad de nada. Y mucho menos cuando resulta que cada despido genera unos costes. Es decir: Las empresas dejan un tercio de la indemnización al sistema que se paga íntegramente a cada trabajador y al cabo de 12 meses se devuelve dinero a la empresa. Por tanto cada euro que entra en el sistema, genera un pago superior al euro en 12 meses. Para entender la falacia de que la interdependencia de ingresos y pagos genera siempre el equilibrio, no hace falta más que imaginar, (o acordarnos), que cuando tenemos un préstamo, resulta que con una interdependencia del 100% va a suponer unos gastos en el futuro, (gastos mayores para más inri, porque resulta que existen intereses). ¿Qué la existencia de la interdependencia elimina los desequilibrios?. Pues nada… ¡a endeudarse más!. Por supuesto, la única forma de que aguante es que la persona genere ingresos por otro lado para pagar estos gastos, (en el caso de este ejemplo sería que el fondo en cuestión ganase dinero en sus inversiones ¡y mucho a la luz de lo que tendría que devolver!, o pedir más créditos de cada vez).
Pero el caso es que tras plantear un esquema Ponzi de libro, la duda que surge es ¿Para qué?. El trabajador percibe la misma indemnización, (aunque con retraso), la empresa pagará la misma indemnización, (aunque al final espera cobrar una parte de esta). Pero el caso es que el trabajador pierde, (hasta que el sistema quiebre), cobrará con retraso. La empresa no gana, (porque paga y ya veremos si cobra). ¿Qué ventajas presenta este sistema para compensar los riesgos que no son difíciles de ver?.
Muy simple. Conseguimos que en los mercados financieros entre un tercio de las indemnizaciones de despido, lo quieran o no los despedidos, que se acabarían convirtiendo en especuladores sin voz, voto, ni información de que es lo que está haciendo su dinero y que por cierto tanto ni ellos, como las empresas que esperen la devolución del dinero, percibirían beneficio alguno por sus inversiones, aunque se coman a pelo el riesgo derivado de un sistema que es simplemente suicida.
¿Mi opinión?. Aparte de los pequeños problemitas de que es un esquema Ponzi de manual, (por mucho que salga en un periódico económico), cierta injusticia, al imponer los costes a todo el mundo y los beneficios que se queden entre los gestores del plan y los beneficios de los que encasqueten sus muertos a este fondo a precio de oro. Lo cierto es que es un robo y a las personas que acaban de ser despedidas, lo que me indica claramente como anda la moralidad de ciertas personas.