Cualquier directivo de cualquier empresa, va a tratar de conseguir mejorar la “competitividad” de su empresa, (por lo menos eso se supone); para ello, lo que trata es de conseguir cobrar un mayor precio por unos bienes o servicios que les suponga un menor coste.
Una de las formas mediante las que se consigue esto es con inversiones, (invirtiendo en unos bienes de equipo), que le permitan sacar mayor rendimiento a los recursos; en todo caso, tal opción tiene un pequeño problema; Implica una inversión, de tal forma que a lo mejor se buscan otras formas.
Por descontado, podemos optar por innovar, o buscar nuevas soluciones tanto en la forma de desarrollar la actividad productiva, como en los bienes y servicios que ofrecemos; pero esta opción de la investigación y desarrollo, aparte de ser una inversión, y por tanto tener el inconveniente anterior, supone un cierto riesgo; ¿y si después de gastar investigando no obtenemos resultados?.
Afortunadamente tenemos soluciones mejores, y podemos ahorrar en los costes de una forma muy sencilla. Menos mal que a alguien se le ha ocurrido la idea de vincular los precios de los factores a la productividad. De esta forma, si no somos productivos, no tenemos más que reducir en consecuencia los costes de los factores utilizados.
Por supuesto esta opción genera determinados problemas, e implica un cierto problema que se ha de solucionar negociando. Y en estas estamos, aunque con resultados desiguales. En cada balance de cada empresa hay una serie de gastos o inversiones, (que al final se acaban convirtiendo en gastos), que podemos tocar.
Lo primero es hablar con los proveedores de nuestra maquinaria. Lo que se estila es que cuando necesitamos una maquina cualquiera o cualquier tipo de activo, (también los intangibles), es que nos confeccionen un presupuesto de acuerdo a lo que queremos y las prestaciones que esta máquina tenga. Probablemente cueste un poco convencer a los fabricantes de los bienes de equipo, de los que grandes empresas Alemanas e Italianas son una parte importante, de un trato que viene a ser:
- Si yo no le saco determinado partido a su maquinaria, bien porque no tenga personal apropiado, bien porque no tenga una adecuada integración con el resto de la cadena o bien porque el mercado cae en situación de crisis, deberemos reducir el importe de la maquinaria.
Lo malo es que las empresas proveedoras de la maquinaria no se han mostrado muy dispuestas que digamos a esto de vincular los precios de la maquinaria a los resultados que la empresa que estamos analizando consiga. Dicen, (puede que sin razón), que ellos ofrecen algo y que la empresa es responsable de sacarle rendimiento.
Afortunadamente, tenemos la posibilidad de alquilar la maquinaria; de hecho los bancos ofrecen este servicio, incluyendo opciones de compra o no incluyéndolas; (leasing o renting); esto significa que las empresas no tienen porque comprar la maquinaria; sino que la adquiere una entidad financiera que la alquila a la empresa. Por lo tanto, se vería normal que se le plantee al banco el mismo trato; en definitiva, se trata de que la cuota al banco dependa de lo que se le pueda sacar al activo financiado. Si le planteamos a la entidad financiera la rebaja en las cuotas del leasing, (o de cualquier operación financiera), en función de los resultados, es probable que cuando se acaben de reír nos recuerden que: ¡si no es capaz de generar beneficios, no vamos a rebajar el coste del leasing o financiación, sino que entenderemos que existe un riesgo mayor y en consecuencia hablaríamos de subirlo).
Por lo tanto si le planteamos a las grandes empresas o a las entidades financieras algo parecido a que el precio que consigan dependa de los rendimientos que saquemos, obtendremos mil razones por las que no será aceptable. Todo el mundo dirá que el empresario es el que asume el riesgo, que es el que tiene que sacar partido a los recursos y que desde luego nadie va a asumir el riesgo de que una determinada maquinaria no genere la rentabilidad esperada; De lo único que se puede hablar es de compensaciones cuando el problema sea que la maquinaria no funcione.
Tras estos dos fracasos, aún no está todo perdido; ya que aún tenemos el factor trabajo; que normalmente lo cubrimos con empleados y en no pocos casos con autónomos (que en ciertas ironías incluso los denominamos “dependientes”). Aquí la cosa es bastante distinta, ya que podemos plantear sin ningún tipo de problema el trato que los anteriores han descartado por múltiples motivos.
En realidad los motivos que afectaban a grandes proveedores o entidades financieras son los mismos, pero la situación y el poder sobre estos dos grupos es muy diferente. Claro que siempre será más conveniente defender que los salarios deban depender de la productividad; que decir aquello de “como tenemos poder sobre este tipo de agentes, el argumento que se deshecha por razones muy obvias con otros poderosos, ahora se defiende sin problemas”.
Y esa es la diferencia, mientras en uno de los casos se negocia con otra gran empresa, (a menudo más grande, o bien con una entidad financiera), en este caso tenemos delante a trabajadores, (parte más débil), representados por sindicatos, (ya incalificable), y un buen número de autónomos que tienen que aceptar las condiciones que su empresa cliente marque en todo momento, todo ello en un entorno en el que todas las normativas han ido para debilitar más aún la capacidad de negociación.
Es lógico pues que todas y cada una de las empresas se apunten a esta medida, para bajar sus costes, lo que les permite en un primer momento bajar sus costes sin tener que realizar inversiones.
Esto tiene efectos secundarios, ya que por un lado nos encontramos con una evidente bajada de productividad. A pesar de que en todos lados se relaciona la baja productividad con la “calidad del empleo”; la realidad es que tiene mucho más que ver con la falta de inversión productiva y desde luego con la nula capacidad de innovación; que a pesar de ser rasgos característicos de nuestro modelo; se obvian hasta lo indecible. Por supuesto, ante los distintos escenarios que he expuesto antes; ¿Cómo producirán las empresas?. Pues con empleados (y con la menor capacidad de negociación posible), y desde luego con un buen número de autónomos, que en una gran parte, no serán más que empleados sin ningún tipo de derecho, ocultos tras un vocablo inglés que es el Spin off, (que siempre da prestancia).