Para acabar con esta serie acerca de la manipulación a cuenta de la gasolina, debo reconocer que cuando se anunció la bajada del límite de velocidad, lo primero que se me vino a la cabeza es que estábamos ante un nuevo caso de afán recaudatorio del estado. Está claro que la bajada de los límites de velocidad en teoría debería incrementar los ingresos de la dirección general de tráfico por dos razones principales:
- Cuanto más restrictiva sea una norma, mayor será el número de incumplimientos de la norma; Es decir, si el límite es a 120; las multas saldrán de aquella parte de los conductores que no cumplen el límite de 120; si el límite es 110 lo normal es que las multas sean las anteriores, más aquellos casos en los que no se reduzca la velocidad.
- Por otra parte, el importe de las multas asciende, ya que el mismo hecho, supone un coste mayor en las situaciones actuales; es decir, circular a 140 km/h; (sancionable antes y después del cambio), es ahora más caro, de forma que ahora supone un coste mayor y en consecuencia mayor recaudación).
Sin embargo, al poco de pensarlo lo cierto es que no cuadraba demasiado la explicación del afán recaudatorio. Creo que ya he puesto en varias ocasiones que si queremos entender que es lo que está pasando tenemos que tratar de explicar y sobre todo fijarnos en las contradicciones, de tal forma que podemos equivocarnos o no, pero desde luego tenemos que buscar explicaciones que sean capaces de encajar todas las piezas.
En este caso, el ansia de recaudación como explicación para tomar esta medida no encajaba desde varios puntos de vista:
- Lo primero es que si pretendemos incrementar la recaudación son mucho más efectivas otras medidas, como pueden ser reducir los límites de velocidad no genéricos. Es decir, la mayor recaudación se da en aquellos puntos en los que la velocidad está limitada por señales específicas en zonas concretas, (zonas de 90 en autopistas, o bien travesías), y por supuesto en zonas de velocidad más reducida donde el importe de las multas es mucho mayor al ser los incumplimientos de los límites más relevantes en porcentaje. Por tanto, la capacidad recaudatoria sería mucho mayor alterando cualquier otro límite, como por ejemplo limitar a 30 0 40 aquellas zonas urbanas con sólo un carril por sentido, que era otra idea que se barajaba en la época.
- Lo segundo es que desde que busque los datos para cuantificar el ahorro de gasolina con esta medida, ya me dí cuenta que el ahorro iba a ser completamente despreciable, porque es una medida que afecta muy poco, (sólo a los coches, que van por autopista, fuera de velocidades genéricas con lo que dejamos fuera casi todas las autopistas y autovías de Madrid y Barcelona que concentran la inmensa mayoría de los kilómetros recorridos). Al afectar muy poco, este efecto va en los dos sentidos, ya que si apenas beneficia debemos defender que apenas perjudica.
- Las estimaciones de subida de las multas que nos ofrecieron en su día fueron que se iba a incrementar la recaudación entre 20 y 40 millones al año, (como recogía la prensa), lo cual era un importe ridículo para tomar una decisión muy impopular en vísperas de unas elecciones.
- Por otra parte, resulta que al final las recomendaciones venían de la AIE y realmente coincidían con medidas tomadas en otros países, hasta el punto de que en Holanda en la misma fecha se tomó la medida de pasar de 120 a 130 para ahorrar combustible, (también).
Por todo esto, el día que se conoció la noticia escribí un post en el que exponía que el afán de recaudación de la dirección general de tráfico estaba detrás de esta medida; sin embargo a poco que me paré a pensar, me tuve que dar cuenta de que en realidad estaba muy equivocado. En mi descargo, (o como excusa de mal pagador, tengo que decir que este post lo había escrito en caliente y sin pararme a pensar). Pero olvidé un aspecto muy importante acerca de las multas y sanciones de tráfico.
Todo el mundo tiene claro que las sanciones son un elemento de recaudación, (espectacular, sobre todo teniendo en cuenta que desde que llegó el gobierno socialista, no han parado de caer tanto los accidentes como las infracciones, pero no ha parado de crecer el importe de las sanciones); pero sin embargo existe otro punto tanto o más importante de las sanciones que es el de enviar señales a la sociedad o lo que es lo mismo crear opinión. En su día traté de exponer exactamente esta idea cuando hablaba del invento más tonto para la seguridad vial que no es otro que los limitadores de velocidad, en el que concluía que toda la presión sobre la velocidad superior a los limites tenía como curioso efecto secundario criminalizar a los conductores, descargando toda la responsabilidad de los accidentes del estado de carreteras y otros aspectos imputables a la administración hacia el conductor, hasta el punto de que en la estadística de accidentes la causa: “mal mantenimiento o mal diseño de la carretera” ni tan siquiera es considerada.
Por esto ya antes de la entrada en vigor de la norma, ya había cambiado mi errónea impresión inicial y ya no sólo descartaba el ámbito recaudatorio, sino que lo enfocaba hacía la necesidad de conseguir un informe que probase que se habían tomado una serie de medidas para conseguir demostrar que se iba a conseguir un ahorro importante, de forma que el precio objetivo el petróleo subiese. Por tanto la medida, aunque con objetivos limitados para nuestra circulación y para el ahorro, lo que tendría es un efecto claro sobre todo el mundo, (incluso sobre los que ya iban a 110 o menos e incluso sobre los que apenas pisamos una autopista o que hacemos muy pocos trayectos por ellas que somos mayoría): Apoyaba la subida del petróleo y las gasolinas. Lo perverso de la medida, no eran los efectos reales, sino los que el informe provocaba.
Este matiz es importante porque en este contexto las multas pueden usarse para redactar más, (en un contexto de dificultades presupuestarias), pero también como mensaje de tal forma que (al igual que los impuestos a los carburantes), ya antes de la entrada en vigor, defendía en los comentarios de las razones de la bajada de velocidad, que si se modificaban sería para reducir. No es tan importante la recaudación como transmitir el mensaje para salvar a la banca.
La DGT no desglosa los datos de donde son las multas y las sanciones, (si en cambio de la siniestralidad vial), por tipos de vías, por lo que simplemente no tenemos información disponible sobre el impacto que podía suponer sobre la recaudación está medida. Esto cambió el 7 de abril de 2011, donde nos encontramos una nota de prensa de la dgt en la que aparece el número de denuncias en autopistas y autovías.
Se publica un dato sobre las denuncias en autopistas y autovías en las semanas previas y posteriores a la modificación del límite y los datos son los siguientes:
Si vemos las cifras, nos encontramos con que la cadencia normal de las multas está en unas 5.000 a la semana, lo cual nos lleva a una conclusión de que la subida de 100 euros en la cuantía de las multas, implicaría una recaudación de unos 500.000 euros a la semana, lo cual nos llevaría a los 20 millones anuales.
Pero ya comprobamos un pequeño detalle; las multas se han reducido de forma drástica, de forma que las conclusiones son claras: ¡Se ha reducido la velocidad!; o dicho de otra forma, se ha cumplido el objetivo del gobierno que había expuesto de ahorrar en combustible. La consecuencia es muy lógica y simple; cuanto más se reduzcan las multas y sanciones, el ahorro es mayor que el esperado.
Esta idea final es la que da la justificación a toda la presentación de los primeros resultados de la medida que justifica este post. El ahorro ha sido mayor que el esperado, (con todas las trampas que hemos visto en esta serie de post) y la explicación nos la facilita en el comportamiento de los ciudadanos que hemos colaborado de una forma que es digna de elogio. Pensemos que se ha producido un supuesto cambio tan drástico que realmente no sólo no se ha incrementado el número de sanciones, (como ya comentado sería el resultado lógico al establecer límites más restringidos, sino que se ha reducido el número de sanciones a la mitad).
De hecho estas son las dos conclusiones de la presentación sobre el informe sobre el plan de ahorro, (página 7 del pdf); Lo primero es que las medidas funcionan; y la segunda es que los ciudadanos nos hemos concienzado perfectamente.
Ahora bien, ¿Era previsible la reducción de multas?. ¿Existe alguna explicación a esta reducción?. Pues como en todo, puede ser que hayamos reducido sensiblemente la velocidad, aunque lo que es cierto es que hay otra explicación y no es otra que la reducción de la presión sobre la velocidad en las autopistas.
En este sentido nos encontramos con una denuncia de la asociación unificada de guardias civiles, en la que nos menciona que no se habían recibido instrucciones escritas sobre la modificación de los límites a lo que saltan los radar; y que de hecho, las instrucciones verbales recibidas hablaban de mantener los límites. Esta explicación es coherente con el resultado final de que se hayan reducido las denuncias por exceso de velocidad. Está claro que bajando los límites y con la campaña de concienciación, nos encontramos con una reducción de la velocidad o cuando menos una alerta mayor ante los radar. Por tanto, y sin cambiar las velocidades a las que se controlan, sí que sería entendible una reducción de las sanciones que parece que se está buscando.
Por otra parte, y esto es sólo una apreciación personal, que me gustaría contrastar con otros comentarios, si he notado cierto cambio en el control de tráfico en marzo de 2011. Hago bastantes kilómetros y la verdad he notado que existía menos control de velocidad. Sin embargo para compensar tengo que decir que jamás he visto tanto control de alcoholemia en esas semanas. Claro que incluso estos controles de alcoholemia eran un tanto extraños, y no parecía que estaban diseñados con fines recaudatorios. ¿Por qué?. Pues en un par de semanas me he encontrado tres controles en días laborales a las 20,30; me han hecho soplar tres veces a media tarde en días de semanas y dos veces ¡antes de entrar a trabajar!.
Evidentemente en todo momento y lugar existen personas que dan positivo, pero lo que está claro es que si se busca recaudación, esto de interrumpir los dos carriles de circulación con un dispositivo que incluye furgonetas de atestados, tres o cuatro coches patrullas en cada sentido con todos sus conos y señalizaciones en zonas de trabajo y sin discotecas, bares ni nada por el estilo cercanos a las 8 de la mañana no parece la mejor forma de maximizar los ingresos por multas.
En definitiva, como quiera que la medida parece diseñada quirúrgicamente para causar la mínima molestia real, pero el máximo ruido real; como todo hace indicar que la actividad de la D.G.T, ha pasado de la persecución, (con fines recaudatorios y con fines de criminalizar al conductor), llegando a una situación en la que la visibilidad es máxima pero los efectos mínimos, y que los datos de ahorro, el informe e incluso los resultados de sanciones son claramente sesgados y tramposos; la conclusión solo puede ser la de siempre:
¡Lo importante no es otra cosa que apoyar la idea de que los ciudadanos tenemos ahora una capacidad de pago de cada uno de los litros de combustible mayor, por lo que el precio puede subir tanto el ahorro que se estimaba cuando se aprobaron las medidas sino que incluso más!.
En definitiva reafirmo mi segunda opinión, (la expuesta en el post de las razones de la bajada de los límites de velocidad, que como se puede comprobar es anterior a la entrada en vigor) y rectifico la primera del día que se anunció la medida, (porque efectivamente no ha sido con motivos recaudatorios ni para introducir mayores impuestos a las gasolinas).
Y para concluir, esto es lo que defino como manipulación; inventarse un cálculo, para justificar una medida que se toma para que no tenga demasiados efectos, sea vendida como muy efectiva para a su vez vender un ahorro, que además será apoyado por informes llenos de trampas y un cambio radical en la estrategia de la D.G.T. todo ello para conseguir que todo el mundo que vive de lo que pagamos en la gasolina pueda seguir percibiendo importes mayores en un entorno en el que el consumo no deja de caer.