Hay veces que es muy difícil entender la difícil ecuación entre inteligencia, coherencia y declaraciones. Está claro que en los tiempos que corren, es muy aventurado presuponer absolutamente nada.
En particular me refiero a las declaraciones de José Bono que pide replantear el subsidio de desempleo, debido a que “no puede ser más atractivo el paro que un trabajo”.
En referencia a la coherencia, quizás debemos recordar que este representante de los ciudadanos, (recordemos esto), es además de los que están en un partido que lleva las palabras Socialista y obrero en sus siglas, además de meter en el discurso que la prioridad es el “estado del bienestar”.
Difícilmente se puede entender, a priori, que un representante del PSOE redacte la frase de esta forma en lugar de “no puede ser menos atractivo un trabajo que el paro”, sobre todo cuando realmente el paro no es muy atractivo. Quizás debemos recordar que por un mínimo de coherencia el partido socialista y de los obreros, deberá defender siempre que los trabajadores mejoren. Alguien podrá decir, (por supuesto), que los trabajadores no pueden mejorar ahora mismo; ¡pues muy bien!, pero se tendrá que cambiar de partido político.
Es algo así como lo de creer en Dios, se puede creer o no creer; pero lo que no tiene sentido ninguno es que siendo no creyente, nos ordenemos sacerdotes y luego digamos que no creemos.
Lo primero que debemos entender es que los parados, en su inmensa mayoría no lo son por gusto. Bien sea por que los empresarios no venden, o bien sea porque según los empresarios necesitan abaratar el despido, la realidad es que todo el mundo parece estar de acuerdo en que el desempleo no es culpa de que a los parados les interese estar en el paro, sino que en millones de casos están en una situación dramática. Por lo tanto, tampoco no tiene demasiada inteligencia, tratar de explicar, (aunque usando un recurso demagógico, que es el de sugerir que unas medidas que apuntan a un problema muy claro, que automáticamente quedará como causa del problema).
Pero más allá de la coherencia, lo que no tiene sentido es tratar de explicar esta situación sin entender que una de las causas profundas de la situación en la que nos encontramos está en el desmoronamiento de la renta disponible de los trabajadores, atrapados en unas políticas, (muy socialistas ellas), que buscan la contención salarial, acompañadas de la especulación salvaje en todos los bienes básicos y con unas políticas monetarias y fiscales diseñadas para beneficiar a las entidades financieras y grandes empresas.
Por lo tanto, se sea supuestamente de izquierdas o supuestamente de derechas, lo que no tiene sentido es hoy tratar de deteriorar más esta situación; y de ahí viene el atentado contra la inteligencia.
En lo que respecta a la prestación de desempleo, aparte de un gasto público completamente necesario para millones de personas que no pueden encontrar su actividad, tiene otros efectos sobre el sistema económico que han de ser tenidos en cuenta.
Si entendemos el sistema de desempleo como una red de seguridad, entenderemos fácilmente que esto afecta no solo a los que caen al vacio, sino que afecta y mucho a la confianza de los que aún están en el alambre. Es decir, tocar unas prestaciones de desempleo, que son claramente insuficientes para el drama que ha caído, impactará directamente sobre la confianza de los trabajadores, lo cual a su vez significa que dado que la inmensa mayoría de los consumidores son trabajadores, significa que la confianza de los consumidores se verá nuevamente afectada. Ya sé que por ahí existen múltiples explicaciones muy exotéricas sobre la caída de la confianza de los consumidores y también soy consciente de que nunca se habla de las condiciones de los trabajadores; pero ¿De verdad se necesita algún motivo más para no tener hijos, para no comprar un coche, para no comprar un piso o para no comprar una lavadora?. Hemos llegado a un punto en que un trabajador se pensará muy seriamente comprar un televisor. ¡Por encima ya es temeridad!.
Pero si queremos algún elemento más para deteriorar la situación de los consumidores, resulta que incluso a los que no corran un riesgo de despido, también les va a afectar. El procedimiento es muy sencillo. Si se empeoran las condiciones de desempleo, se reduce la capacidad de negociación de los trabajadores, (por un lado cada vez están más en el alambre, derivado de las liberalizaciones) y por otro lado, se quita en parte la red.
¿Qué va a significar una caída del poder de negociación de los trabajadores?; pues simple y llanamente bajada de los sueldos, (y cualquier otro empeoramiento de las condiciones laborales). Lo cual, me lleva a una situación curiosa, más allá de otro empeoramiento de la confianza.
La situación curiosa es que cargarse o atacar el sistema de protección al desempleo, provoca directamente un empeoramiento de las condiciones de los trabajadores. De hecho, tan solo que se discuta esto ya tiene efectos sobre la confianza. Pero es que si fuese cierto que los parados no trabajan porque trabajando tienen peores condiciones, la realidad es que aprobando esta medida, no se va a solucionar nada. Si empeoran las condiciones de los desempleados, pero a su vez empeoran las condiciones de los trabajadores, seguiríamos en la misma hipotética situación y tendríamos que volver a bajar las prestaciones de desempleo, para compensar unas peores condiciones laborales.
Por supuesto, a cada una de las fases de toda esta tragicomedia, estaríamos repartiendo miseria por toda la sociedad, lo cual puede ser muy bueno para que unas pocas manos consigan ingentes riquezas, pero que realmente lo que provoca es pobreza generalizada.
Por cierto, como en otras ocasiones me gustaría recordar que el sentido económico de los subsidios de desempleo, (y de las medidas denominadas estado del bienestar), se entiende mucho mejor si nos acordamos que forman parte de los ESTABILIZADORES AUTOMÁTICOS, (estos por lo que se pregunta normalmente, sin darse cuenta de que nos los estamos cargando). También recordar que el estado del bienestar, no fue un lujo, sino que fueron la solución a la gran depresión, que se provocó, entre otras cosas por la especulación masiva, la desregulación, y por supuesto cierta manía de intentar salir de los problemas ¡bajando sueldos!.