Como ya se señaló en la entrada anterior, la que allí se llamó la "hipótesis de la resaca" goza de un singular predicamento entre el personal interesado en asuntos de Economía, como, además, es lo natural de esperar a tenor de ese sesgo psicológico tan humano que nos lleva a remitirnos a la hora de construir una narración interpretativa de cualquier situación exterior, general o social a lo más conocido, o sea, a referencias más cercanas y personales (siguiendo así en último término la recomendación del gran ocultista Hermes Trismegisto de que para descifrar el macrocosmos hay que observar el microcosmos, y a la inversa), y, ¡claro está! ¿quién no ha sufrido los efectos de un exceso de alcohol? Como todo aquel que lo ha pasado sabe que la resaca cumple dos papeles: 1) es el adecuado castigo o penitencia moral pro un comportamiento incorrecto para la economía de nuestro cuerpo, 2) es el proceso por el que nuestro propio cuerpo se recompone. ¿Qué cosa más natural entonces que esperar que tras una "borrachera" económica como es la fase alcista del ciclo cuando a la economía pareciera que se le suben las "burbujas" a la cabeza, vendrá luego la fase de la "resaca", la fase de la contracción, de la penitencia, de los buenos propósitos y de la gestión discreta y eficiente? Sólo que ya, bien lo sabemos, igual que a los pocos días, ya con el cuerpo recuperado, los buenos propósitos quedan en eso, o sea, en nada, y lo mismo pasa en el macrocosmos del cuerpo económico, una vez estabilizado. De nuevo, habrá "alguien" que dirá y a otros convencerá de que hay un activo distinto en que las ganancias están aseguradas, que esta vez será diferente...Y vuelta a empezar.
Pues bien, esta hipótesis de la "resaca", tan simplona y pedrestre, goza también de amplio reconocimiento entre los analistas financiero-económicos y sus "gurús". Y, lo más sorprendente es que una recesión económica como la actual, se ve por ellos satisficiendo exactamente los mismos objetivos que una buena "resaca". Es, de un lado, castigo frente al "pecado" económico de una expansión económica por encima del que debería ser el crecimiento "natural", y es, asimismo, el duro camino a transitar necesariamente para la recuperación. Entender la justificación de esta hipótesis, si es que la tiene, obliga a conocer siquiera un poco el modelo teórico de las crisis económicas en que se basa, la teoría de las crisis y depresiones de la Escuela Austríaca de Economía.
Los economistas austriacos (entre los que podemos mencionar a autores como L. Von Mises, F. von Hayek, J. A. Schumpeter, o más recientemente, M.Rothbard) ofrecen una narrativa del ciclo económico, de las crisis y de las recesiones económicas en los siguientes términos. Supongamos una situación inicial en que el Estado, que tiene el poder monetario en último extremo, realiza una política monetaria expansiva (por ejemplo, para salir de una recesión previa) que hace bajar el tipo de interés. Los empresarios, consecuentemente, en la medida que se supone que la inversión responde de forma muy flexible al tipo de interés, aumentan sus invrersiones en capital y otros bienes duraderos (como por ejemplo la llamada inversión mobiliaria) generándose en consecuencia un boom económico, entrándose pues en la fase alcista del ciclo. Ahora bien, como el tipo de interés que se alcanza debido a esa intervención discrecional del Estado es artificialmente más bajo que el tipo de interés "natural", se llevan a cabo proyectos de inversión que no debieran haberse llevado a cabo, "naturalmente" no rentables, es decir que la inversión es excesiva: se crea, más que mucha, demasiada, capacidad instalada, se construyen demasiadas viviendas, demasiados barcos, etc. El efecto de esta producción excesiva de bienes duraderos (bienes de capital y viviendas) es que se demanda más empleo. El empleo se transfiere, en términos relativos, del sector de bienes de consumo al de bienes de producción (de capital fijo) y de otros bienes duraderos, los salarios suben y los precios de todo tipo de bienes también lo hacen. Ahora bien, en la medida que los proyectos de construcción e inversión en capital fijo llevan bastante tiempo, el boom puede durar mucho antes de que se revele el absurdo económico de tales inversiones excesivas, de tales inversiones "naturalmente" fallidas o no rentables. Pero, no importa, más pronto que tarde, ése momento, el momento de la "verdad económica", la crisis, llega ineludiblemente causada por cualquier circunstancia, no importa en el fondo cuál sea. Puede ser, por ejemplo, los problemas de unas entidades de crédito que han hecho concedido créditos hipotecarios demasiado alegremente, puede ser un ascenso en el tipo de interés si el Estado está preocupado por la inflación, puede ser un aumento en el precio del petróleo o de otras materias primas. En el fondo, da igual. El caso es que cuando la crisis se desata, la inversión se hunde, pues cuando llega ese momento ¿para qué seguir invirtiendo?, y la economía entra en una recesión cuya duración y profundidad estará en proporción al exceso previo. Lo importante, desde esta perspectiva, es que la recesión, además de ser un castigo para quienes invirtieron tan descuidadamente, es también una parte necesaria en el proceso curativo: el exceso de capacidad productiva causado por el exceso de inversión ha de ser eliminado, las viviendas y edificios de oficinas construidos en exceso han de esperar a que la depreciación del stock existente y la caída en los precios haga que vuelvan a ser demandados, que tengan salida, los salarios que los trabajadores disfrutaron durante el boom y que no correspondían a un ascenso real en la productividad (pues el producto que se producía no valía lo que se decía que valía) han de caer para facilitar el tránsito de sus empleos en el sector de bienes de producción enjugar el desempleo generado.
Obsérvese, por otro lado, que, con arreglo a esta narrativa, las políticas económicas keynesians de estímulo de la demanda son enteramente contraproducentes, pues no tendrían otro objeto que seguir manteniendo artificialmente el valor de unas inversiones que no valen realmente lo que se suponía que valía cuando se hicieron.Mantener artificialmente su demanda no haría así sino generar un nuevo boom, tan falso y aún más peligroso por ser aún más "gordo" que el anterior. Dicho de otra manera, la recesión-resaca es el único aunque costoso camino hacia la recuperación económica.
¿Quién puede negar lo verosímil que es tal descripción de los "hechos" que han acontecido en los últimos años? ¿No ha sido acaso generada esta crisis por la salida en falso del anterior boom, la burbuja de las "puntocom", salida instrumentada desde la Reserva Federal vía una polñítica de tipos de interés bajos? Y ¿no ha sido causada la penosa situación de la economía española por una burbuja inmobiliaria sustentada en los tipos de interés más bajos que los adecuados, los "naturales", para una economía como la nuestra, pero de los que hemos "disfrutado" por estar en la zona euro? Sí es difícil negarle verosimilitud a esta descripción austriaca de los hechos, tan claramente pegados a la realidad.
Pero, como tantas otras veces, lo más evidente puede ser falso. Y, al igual que pasa con los magos de los circos, no hay que dejarse llevar por la habilidad y la rapidez de los juegos de palabras que nos seducen y emboban con tanta facilidad. La pregunta embarazosa para la narrativa de los economistas austriacos es, como señala Krugman, la de que por qué las subidas o las bajadas de la inversión agregada deben traducirse en booms y recesiones de la economía como un todo. Esa fue la pregunta que se hizo Keynes y su respuesta, no referida a la razón que lleva a la inversión a veces a hundirse, sino explicando el mecanismo de que una caída en la demanda de inversión arrastre a toda la economía, es, en opinión de Krugman, lo que hizo a la teoría austriaca y a la hipótesis de la "resaca" tan obsoleta como los epiciclos como explicación de los movimientos de los cuerpos celestes.
Y es que el enfoque austriaco presupone, al igual que la "resaca" en la vida cotidiana para quien una noche se "pasa" se funda en la existencia de un equilibrio homeostático del cuerpo, que existe algo así como un estado natural (un tipo de interés natural) de salud económica al que la economía tendería y con respecto al que juzgar el exceso y la subsiguiente "resaca". Ese estado natural sería el orden espontáneo de la realidad económica la que llegaría un sistema de mercados autorregulados y no intervenidos. Pero, si lo hay, supongamos que lo hay, ¿cómo entonces explicar el desempleo? Veamos, si la inversión en bienes de producción en algunos sectores cae en una crisis por las razones que sea, incluso porque se hace evidente que fueron inversiones absurdas, ¿por qué ese gasto no se desvía a demandar bienes de consumo, de modo que una recesión en el sector de bienes de inversión no venga acompañado por una expansión, un boom, en el sector de bienes de consumo? Y, en tal caso, ¿por qué debiera haber un ascenso en el desempleo agregado? Es decir, por que los despedidos en el sector donde se hicieron inversiones absurdas no encuentran trabajo en otros sectores donde su funcionamiento siguió un patrón más "natural". Cierto, repitamos, en la fase de expansión muchos empresarios hicieron malas inversiones en algunos sectores y muchos bancos concedieron malos créditos. De acuerdo, hay malas inversiones de las que hay que deshacetrse, costes que hay que asumir, al igual que hay malos créditos que aprovisonar, pero ¿por qué esto debiera implicar que los sectores en los que la capacidad productiva no recibió excesivas inversiones también han de entrar en recesión?, o dicho en palabras de Krugman, ¿por qué las malas inversiones del pasado requieren el desempleo de buenos trabajadores hoy, en el presente?
Dicho de otra manera, si las malas inversiones en algunos sectores se convierten en una crisis general, si aparece desempleo masivo, entonces es que la capacidad de la economía de mercado para generar desempleo masivo es más elevada de lo que suponen los austriacos y que su capacidad de volver a una situación de pleno empleo no está ni mucho menos garantizada, y esta es la lección básica del enfoque keynesiano. El desempleo masivo no es una "resaca" de la que se puede salir espontáneamente. no hay un orden espontáneo al que un sistema de mercados pueda siempre regresar espontáneamente. La crisis en un sector puede trasladarse a otros sectores y la intervención pública puede entonces ser el camino menos costoso para volver a una normalidad definida no por un supuesto orden espontáneo al que tendería por sí solo un sistema de mercados interrelacionados, sino en términos políticos, como concreción de un objetivo a alcanzar de modo programático desde el sistema de regulación social.