, FERNANDO ESTEVE MORA
El grandísimo economista Abba P. Lerner recalcaba que todo intercambio económico es un problema político resuelto.. Con ello apuntaba a que hay una diferencia sustancial entre la lógica de la competencia económica y la lógica de la competencia política, ya que entre empresas competidoras, aunque parezca lo contrario, siempre hay un interés común, es decir, que el juego competitivo es un juego de suma mayor de cero de modo que para que una empresa gane más (o sea, para que aumente sus beneficios) no es necesario que otra u otras tengan que disminuir los suyos en la misma medida. Así, por ejemplo, en la competencia vía precios, cuando todas las empresas bajan precios (por ejemplo, como consecuencia del progreso técnico) crean más mercado para todas. Atrayendo a nuevos clientes aumentan la cantidad demandada para todos los vendedores, lo que permite que todas las empresas puedan beneficiarse a la vez (lo que no quiere decir que TODAS acaben beneficiándose) .
Por contra, en la competencia en el mercado político, las empresas/partidos políticos rivales están insertos en un juego de suma cero, donde los votantes/clientes que se "lleva" o gana un partido en unas elecciones son -en el mejor de los casos, pues los votantes que pierde un partido pueden irse a la abstención- los votantes que "pierde" otro. Frente a la competencia entre empresas en los mercados de bienes y servicios, el juego de la competencia política es un juego de suma cero por la sencilla razón de que lo que le importa a cada empresa/partido no es tener más clientes/votantes en términos absolutos sino tener MÁS clientes/votantes que el otro u otros partidos, es decir, que lo que le importa a cada empresa/partido no es su propio "beneficio"/número de votantes, sino su beneficio RELATIVO, o sea si tiene MÁS votantes respecto o en relación a los que obtienen sus rivales. Sencillamente gana el poder el partido que tiene relativamente más votantes independientemente de su número total. En el caso extremo en que sólo votasen tres electores de un cuerpo electoral formado por millones de personas, gana aquel partido que obtiene dos votantes de esos tres.
Desde esta perspectiva, o sea, entendiendo la competencia política como juego de suma cero, tiene todo el sentido la "propuesta" de un grupo de militares en retiro que han abogado por "fusilar a 26 millones de hijos de puta, (incluidos -es un suponer- los "niños" hijos de esos hijos de puta que, obviamente, serían todos ellos votantes de partidos de centro-izquierda o de izquierda, y de partidos nacionalistas no españolistas), como la "política" apropiada para que los "suyos" o sea, los de VOX fundamentalmente (que, por otra parte, ha reconocido explícitamente que estos militares son "de su gente"), ganen así por eliminación física de sus adversarios "cuota de mercado político" y alcanzar así el ansiado poder político "democráticamente". Cierto: si un partido se "carga" a los votantes de los demás, seguro que luego gana todas las elecciones "democráticamente".
Obviamente, tal política de "exterminio" sería completamente estúpida para una empresa en un mercado "normal", o sea, en un mercado económico. El asesinar a los clientes de la o las empresas competidoras no le garantizaría ni mucho menos un mayor beneficio a una empresa que así actuase, pues no ganaría con ella nuevos clientes/demandantes, e incluso, dados los costes que llevar esa política de "soluciones finales", le supondría e pérdidas.
Por supuesto, a efectos prácticos hay que señalar que aquellos que nos podemos contar sin la menor duda dentro de ese amplio colectivo, es decir, quienes somos parte de esos "26 millones de hijos de puta" podemos vivir razonablemente tranquilos. Y ello por tres razones:
1º) Por los problemas logísticos de llevar adelante semejante propuesta. Como se sigue del magnífico libro "La destrucción de los judíos europeos" de Raul Hilberg, no es nada fácil organizar el asesinato de 26 millones de personas (incluidos niños y ancianos). Y es que si la engrasada y alemana maquinaria nazi se enfrentó a problemas tales que hicieron que no pudiera acabar más que con 6 millones de personas en la II Guerra Mundial aún teniéndolo todo a su favor, cabe dudar que tuvieran una tan multiplicada capacidad de exterminio (26 millones de fusilados son más de cuatro veces más que el total de seres humanos sacrificados por los nazis) esos militares españoles retirados, aún seguro que contando con el apoyo entusiasta de muchos otros en activo que es bien conocido comparten sus "ideas"/políticasy de muchos miembros de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado a los que les pasa lo mismo. No, no es fácil "cargarse" a tanta gente.
2º) Por la carencia de apoyo político de la suficiente magnitud. Si bien cabe imaginar que en una situación en que realmente "pudieran" llevar adelante sus planes de exterminio, VOX no tuviera reparos en apoyarla, cabe de igual manera cuestionar que bastase con ese apoyo, sin el que -repito- es dudoso que pudieran hacerla efectiva. Y es que aunque la respuesta condenatoria del señor Casado a este tamaño despropósito haya tardado en producirse casi 24 horas, lo cual da mucho que pensar (¿qué razones de cálculo político le han hecho tardar tanto?), cabe presumir o desear que el PP nunca diera coartada política a semejante monstruosidad (si bien -hay que recordar- que las derechas no tuvieron inconveniente en hacerlo en 1936, cuando los Franco, Mola, Millán Astray , Queipo de LLano y demás se pusieron el mandil de carniceros humanos y se dedicaron a acabar sistemáticamente con los que consideraban españoles antiespañoles, los que serían hoy esos 26 millones de los que hablan esos militares en retiro). Queda pendiente, sin embargo, hoy por hoy, la respuesta ante tamaño desatino del rey de España, Felipe VI, cuyas proclividades derechistas son tan sobradamente conocidas que no merece la pena ahondar en ellas. No obstante, sorprende y mucho que conociendo con seguridad el refrán castellano de que "quien calla, otorga", su derechismo sea tal que haya optado por permanecer callado ante esta "propuesta" de unos exmilitares que se definen como sus siervos. ¿Apoyaría el actual rey el fusilamiento de españoles republicanos? La pregunta, hoy por hoy, queda en el aire. Pero el no saber la respuesta sin duda puede razonablemente sembrar intranquilidad entre los "fusilables"
3º) Por ello, y finalmente, puede decirse que los 26 millones de fusilables pueden estar tranquilos por el hecho de que España está en Europa. Como economista, siempre he visto con cierta reticencia la integración en la Unión Monetaria pues no siendo la UE un "área monetaria óptima" y siendo el muy alemán diseño del Banco Central Europeo un disparate, nunca ha estado claro ni lo está aún que la integración en la unión monetaria europea sea a la larga beneficiosa económicamente para España, aunque pueda serlo -curiosamente - para los españoles que gracias a esa integración se pueden ir a vivir fuera de España cuando a consecuencia de la UE España sufre un "shock" asimétrico. Pero, claro está, y como revela la actual situación, el beneficio político de estar dentro de Europa compensa esos potenciales perjuicios económicos. Podemos tener la completa seguridad de que, mientras estemos en Europa, la posibilidad de que nos fusilen a los 26 millones está totalmente descartada.
Pero el que estos deseos de darle al gatillo por parte de esos militares (y de otros muchos más, como he señalado) y también -no nos engañemos- de muchísimos ciudadanos de derechas no puedan verse realizados en la práctica, no quita interés e importancia a esas opiniones, y más cuando VOX se ha desmarcado de ellas tibiamente, y el PP lo ha hecho tarde, tras pensárselo dos o tres o más veces, y el Rey permanece mudo. Y ello tiene un par de implicaciones que -creo- merece la pena analizar.
En primer lugar ocurre que, como ya se señaló en este blog, desde el punto de vista económico, las políticas partidistas en un contexto de competencia política en un entorno/mercado democrático deberían -siguiendo una lógica económica- tratar de conseguir cuántos más votantes mejor, o sea, deberían de tratar estimular la demanda de sus siglas en el mercado político. Y, para ello, los mecanismos serían los mismos a los que recurren las empresas en los mercados normales de bienes y servicios: la propaganda/publicidad y las rebajas en el "precio" que cobran por su producto para hacerlo más atractivo a los compradores.
Pues bien, en los últimos tiempos, a tenor del "nivel" del debate político en el Congreso y en la calle, nadie diría que los partidos de derecha clara y manifiesta (VOX y el PP, y sobre todo este último) se estén comportando con arreglo a las prescripciones de la racionalidad económica. Así, el actual gobierno ha sido adjetivado con epítetos delirantes, estúpidos y exagerados como "socialcomunista", "bolivariano", "filoetarra", "ilegítimo", "terrorista", "antiespañol", "vendido", "sepulturero", "proindependentista", etc., etc, que reflejan un cambio en la percepción del rival político por parte del PP no como alguien con distintos pero legítimos intereses a ser un malvado moral. Ello junto a la total ausencia de colaboración (como se manifiesta en la no-renovación del Consejo del Poder Judicial o de RTVE, por no hablar de la obstruccionista tarea obstruccionista a lo largo de la pandemia de la más decididamente más radical entre los radicales, la señora Ayuso) apunta a las claras a una radicalización derechista, no a una moderación en busca de los votantes de centro y centro-izquierda.
Los economistas suelen partir en sus teorizaciones y modelos del supuesto de que las preferencias de los individuos son poco o nada variables, al menos en el corto y medio plazo. Esto aplicado a la política, se traduciría en que las preferencias políticas de los votantes a lo largo del espectro izquierda-derecha no variarían en demasía por mucha propaganda y ruido mediático ensordecedor, como el que ahora hay en España.
Pues bien, en tal situación, la deriva derechista del PP sería completamente absurda pues, da igual el modelo teórico que se adopte (el de Hotelling, el de Krugman, el de Salop, el de Lancaster), todos ellos llevan a la misma conclusión: la radicalización del PP es absurda pues hace subir el "precio" que, para sus votantes de centro y centro-derecha, les supone votarles, lo cual redundaría en una pérdida de votos difícilmente compensable por los votos que tal política pueda quitarle a VOX.
A menos, eso sí, que el PP haya decidido seguir a VOX en su diseño político/organizativo. Veamos. Una serie de autores dedicados al estudio de los grupos terroristas, las grupos religiosos radicales y las sectas, entre los que destaca Eli Berman y Lawrence Iannacone ha concluido, usando del modelo de Teoría de los Clubs de Buchanan, que hay organizaciones que, al contrario de las empresas en los mercados "normales", que tratan de comportarse como empresas y bajar sus precios para atraerse más clientela, hacen precisamente lo opuesto: se radicalizan, es decir, encarecen el "precio" que exigen a sus partidarios y militantes para garantizarse una lealtad ciega . Esas "organizaciones" dejan de comportarse como empresas a hacerlo como sectas.
Cabrían, pues, dos tipos de diseño para un partido político. El partido político como empresa y el partido político como secta. Ejemplos del primer tipo de partidos lo son el PSOE, Ciudadanos y, lo era hasta ahora, el PP. En tanto que ejemplos de partidos-secta lo serían todos aquellos cuya ideología prima sobre cualquier otro tipo de consideraciones, son partidos donde la pureza ideológica toma un tinte de pureza religiosa y su mantenimiento impide negociaciones y acuerdos que son vistos no como las lógicas renuncias típicas en cualquier negociación, sino como traiciones y herejías, como abandonos de la verdadera Fe, como renuncias éticas inasumibles. En otras palabras, cuando un partido político pasa de ser un partido-empresa a ser un partido-secta. el enfrentamiento político habitual se convierte en "jihad", en una "guerra santa" entre "fieles" e "infieles" que sólo puede acabar con la conversión de los infieles o su exterminio físico.
Resulta obvio que VOX y el PP han convertido el debate político en una cuestión religiosa. Su idea de España ("una, grande y libre") ocupa para estas gentes de derechas el mismo papel que Allah ("el único, el omnipotente, el libre") para los jihadistas islámicos. Y, al igual que para esos jihadistas islámicos los apóstatas, o sea, los que pasan a descreer de Allah merecen la muerte, también, a lo que parece, les debe suceder lo mismo para los infieles a la idea de España como Dios, o sea, para los 26 millones que por haber apostadado de SU idea de España mereceríamos la muerte. Curiosa es esta equiparación de las facciones más derechistas del espectro ideológico español con el jihadismo islámico, ¿no?
VOX y los partidos nacionalistas radicales tanto en Cataluña como en el País Vasco serían ejemplos de este tipo de partidos-secta. Nunca lo ha sido hasta ahora ERC ni lo habían sido los partidos nacionalistas catalanes antes de Artur Mas y Puigdemont, y Bildu parece que está dejando de serlo. Desde esta perspectiva, repito, la radicalización del PP buscando parecerse a VOX supone un cambio en su diseño, de pasar de ser el partido-empresa conservador, habitual en todas las democracias occidentales, a pretender ser otro partido-secta de extrema derecha. El problema es que un partido-secta sólo logra alcanzar el poder a través o bien de un golpe de estado, o de la desvirtuación del sistema democrático, como los ejemplos de Polonia y Hungría en la actualidad muestran
Pero nada de lo anterior está todavía hoy claro conceptualmente hablando. Y es que muchos autores señalan que el supuesto de estabilidad en las preferencias, a partir del cual elaboran los economistas sus interpretaciones no se puede sostener. Y, más en concreto, afirman que la globalización y sus negativas consecuencias para buena parte de las clases medias y populares en los países llamados desarrollados, las ha llevado a un corrimiento de sus preferencias hacia posiciones más y más conservadoras, derechistas, buscando el enfrentamiento con unas élites que sí se han beneficiado de la globalización. En entradas anteriores en este blog ya he analizado esta cuestión. La reivindicación de lo nacional, el rechazo a la emigración, la exigencia de proteccionismo frente a las deslocalizaciones de empresas y la competencia internacional con precios imposibles de igualar llevaría a muchos a buscar unos nuevos partidos que defiendan esas posiciones, pues los partidos tradicionales no podrían hacerlo dirigidos como lo están por élites cosmopolitas, que siempre han apostado por la internacionalización y la globalización.
Si esto fuera así, el PP en su radicalización derechista sería perfectamente racional, pues no estaría haciendo otra cosa que seguir el cambio de preferencias de su electorado tradicional que se habría ido radicalizando ante las amenazas percibidas procedentes tanto del "exterior" (emigrantes, intromisión de "Europa" en los asuntos políticos internos, "austericidio" impuesto por Bruselas, etc.) y del "interior" (el separatismo catalán). Si así fuera, el PP seguiría siendo un partido-empresa tradicional que estaría respondiendo a los cambios de preferencias del electorado. Por otra parte, ese cambio de preferencias llevaría a pensar que la cifra a fusilar estaría muy sobrestimada, o sea que en realidad estaría muy por debajo de los famosos 26 millones. Pero en lo que respecta al comportamiento del PP y su evaluación, habrá que esperar a ver cuál de las dos "teorías" que se han expuesto se ve sustentada por la realidad.
Por otro lado, y como ya he señalado en una entrada anterior, un lugar donde esa política de radicalización del PP ha tenido más efectos reales ha sido en Madrid. La asunción por "personajes" como Ayuso y Almeida de todos los postulados de VOX (incluso ¡los estéticos!) está llevando a la clara "batusanización" de la ciudad, por lo que hay que entender el asfixiante dominio de la ideología y las formas "fachas" en el discurso de la ciudad que silencia y amenaza la expresión de las voces disidentes. Es lo que sucedía en el País Vasco cuando la izquierda abertzale logró imponer un control sobre toda forma de expresión que no comulgara con la adoración de la Patria Vasca.
Pues bien, en Madrid, " de siempre" ha habido barrios "fachas"/nacionales y barrios de izquierdas, pero en la actualidad esa diferencia se ha agudizado hasta el punto de que exponer públicamente opiniones distintas a las sustentadas por los partidarios del pacto VOX-PP puede ser en muchos barrios "fachas" peligroso físicamente hablando, como lo fue en tiempos de la Transición. Un ejemplo sintomático y revelador de esta situación lo es el caso de una librería de izquierdas, Traficantes de Sueños, que cada vez sufre más agresiones que recuerdan el histórico caso de la librería Lagun en San Sebastián en los "años del plomo", cuando como se ha dicho, la izquierda abertzale "funcionaba" como secta religiosa y vivía la lucha política como guerra de religión entre buenos y malos.
En 1956, el desafortunado economista (murió con sólo 43 años), Charles Tiebout elaboró un modelo de política económica que ha soportado muy bien el paso del tiempo. En este modelo, Tiebout venía a decir que los ciudadanos que querían un cambio de dirección en las políticas públicas en una determinada región o ciudad, más que tratar de cambiar la política usando del tradicional, costoso e incierto mecanismo de la competencia electoral tratando de ganar unas elecciones, podían conseguir satisfacer sus preferencias de forma más eficiente mudándose (o sea, "votando con los pies") a los lugares o jurisdicciones donde las políticas que se ofrezcan desde los poderes públicos estuviesen más en sintonía con la propia ideología. Por supuesto, el uso de la alternativa de "votar con los pies" depende de la existencia de jurisdicciones con políticas distintas y de los costes de mudarse de unas zonas a otras.
Ya he señalado en posts anteriores el -en mi opinión- escaso atractivo de las políticas que ofrecen el tandem Ayuso-Almeida-Monasterio en Madrid para las llamadas "clases creativas" lo que, junto con otros factores reales (el aislamiento geográfico y la decsentralización política) anticipan la pérdida de atractivo económico de Madrid. Y la cosa se acentúa si, como consecuencia de la creciente radicalización del PP, el proceso de "batasunización" de Madrid se acelera. Muchos de los que vivimos aquí y formamos parte de los millones de fusilables no tenemos fácil el irnos (los costes de transacción serían demasiado elevados), pero a quienes formando parte de ese colectivo se planteen el venirse aquí o el irse de aquí, o sea, a quienes no tengan problema en "votar con los pies" yo les aconsejaría que se lo pensasen y se planteen encaminarse a lugares donde el ejercicio de su libertad de expresión no les suponga correr ningún riesgo o al menos no se vean forzados a sufrir el insulto atronador de la derecha que, hoy por hoy, considera Madrid como su territorio. También les aconsejaría lo mismo a quienes, aun "pasando" de la política, tengan sin embargo cierta sensibilidad estética y o bien se sientan heridos por la estética facha/casposa de banderitas de feria de pueblo o bien tampoco les sea soportable ver la opresión que sufren los que tienen otras ideas. Sencillamente, han de tener en cuenta todos ellos que no son queridos ni -al menos- aceptados aquí, en Madrid. Salvo algunas zonas que resisten, Madrid ya NO es una ciudad abierta. Es la consecuencia, como ya se ha dicho de la "religiosización" de la vida política que convierte al "otro", al diferente en intereses, en "malo".
Y para acabar una última reflexión acerca de unas obvias implicaciones que van a tener el conocimiento de los deseos homicidas de ese grupo de ex-militares. Por un lado, en las próximas elecciones catalanas, el saber que hay en España grupos bastante numerosos que anteponen su delirante idea sobre el bienestar de España al bienestar e incluso la vida de muchos españoles, es precisamente el mejor apoyo al argumento independentista que con una España dirigida por gente así ninguna componenda es factible, que lo mejor es romper cualquier vínculo emocional, político y hasta físico. Y sería comprensible, ¿no? Si uno es independentista, o incluso si aun no siéndolo, tiene amigos que lo son, saber que hay muchos españoles que no sólo le desean la muerte sino que incluso estarían dispuestos a dársela por el "bien de España", la respuesta más eficiente es poner distancia respecto a esos perseguidores de millones de sus conciuadanos. Así que, con certeza, todo esto va a suponer un ascenso en el número de votos para los independentistas.
Pero hay más. Hay una implicación geoeconómica y geopolítica excepcionalmente grave. En efecto, en otras entradas de este blog se ha argumentado que la última línea de defensa del Estado frente al independentismo catalán la suministra Europa. Es el poder de España para frenar los intentos de permanecer en la Unión Europea de una Cataluña independiente lo que lastra al independentismo catalán, y éste "lo sabe" de sobra. Pero el conocimiento en Europa de que en España hay gente armada con una animosidad delirante hacia los catalanes que no se sienten españoles y que se plantea el fusilamiento de compatriotas (incluso no catalanes), sin la menor duda ha debilitado hoy la posición española frente al independentismo. Es un valiosísimo regalo que estos ex-militares y las políticas de VOX y del PP hacen a los independentistas catalanes del que con total seguridad harán buen uso para sus fines en el Parlamento Europeo, ante la Comisión y en el Tribunal de Estrasburgo.
Sencillamente las opiniones de estos dichararacheros ex militares con sus cartas al rey y sus opiniones de psiquiátrico colocan a España a la altura de las "repúblicas bananeras" o, peor, pueden llevar a pensar a la mayoría de parlamentarios y dirigentes europeos que la situación interna en España se ha deteriorado tanto que puede acabar en su real "balcanización". Y, con toda certeza, ante el fantasma de una posible repetición de lo que sucedió en Yugoslavía hace tres décadas por muy remoto que esto pueda hoy todavía parecer , puede hacer cambiar la posición comunitaria en el sentido de considerar positivamente no sólo la independencia de Cataluña si los independentistas consiguen una mayoría cualificada de votos, sino también el que se integrara como nuevo estado en la Unión Europe, aunque sólo fuese por razones humanitarias de protección a los catalanes frente a una España enloquecida y asesina.
En suma, que con "amantes" de España como estos exmilitares y en general, la gente de VOX, España no necesita enemigos. Hay amores que matan. ¡Virgen Santa! ¡Cuán deseable sería que la política española superase esta infección religiosa que ahora afecta a la derecha, potencialmente mucho peor que el COVID-19 y recuperase su humilde papel economicista como defendía Lerner. de arbitraje entre intereses distintos pero legítimos!
El grandísimo economista Abba P. Lerner recalcaba que todo intercambio económico es un problema político resuelto.. Con ello apuntaba a que hay una diferencia sustancial entre la lógica de la competencia económica y la lógica de la competencia política, ya que entre empresas competidoras, aunque parezca lo contrario, siempre hay un interés común, es decir, que el juego competitivo es un juego de suma mayor de cero de modo que para que una empresa gane más (o sea, para que aumente sus beneficios) no es necesario que otra u otras tengan que disminuir los suyos en la misma medida. Así, por ejemplo, en la competencia vía precios, cuando todas las empresas bajan precios (por ejemplo, como consecuencia del progreso técnico) crean más mercado para todas. Atrayendo a nuevos clientes aumentan la cantidad demandada para todos los vendedores, lo que permite que todas las empresas puedan beneficiarse a la vez (lo que no quiere decir que TODAS acaben beneficiándose) .
Por contra, en la competencia en el mercado político, las empresas/partidos políticos rivales están insertos en un juego de suma cero, donde los votantes/clientes que se "lleva" o gana un partido en unas elecciones son -en el mejor de los casos, pues los votantes que pierde un partido pueden irse a la abstención- los votantes que "pierde" otro. Frente a la competencia entre empresas en los mercados de bienes y servicios, el juego de la competencia política es un juego de suma cero por la sencilla razón de que lo que le importa a cada empresa/partido no es tener más clientes/votantes en términos absolutos sino tener MÁS clientes/votantes que el otro u otros partidos, es decir, que lo que le importa a cada empresa/partido no es su propio "beneficio"/número de votantes, sino su beneficio RELATIVO, o sea si tiene MÁS votantes respecto o en relación a los que obtienen sus rivales. Sencillamente gana el poder el partido que tiene relativamente más votantes independientemente de su número total. En el caso extremo en que sólo votasen tres electores de un cuerpo electoral formado por millones de personas, gana aquel partido que obtiene dos votantes de esos tres.
Desde esta perspectiva, o sea, entendiendo la competencia política como juego de suma cero, tiene todo el sentido la "propuesta" de un grupo de militares en retiro que han abogado por "fusilar a 26 millones de hijos de puta, (incluidos -es un suponer- los "niños" hijos de esos hijos de puta que, obviamente, serían todos ellos votantes de partidos de centro-izquierda o de izquierda, y de partidos nacionalistas no españolistas), como la "política" apropiada para que los "suyos" o sea, los de VOX fundamentalmente (que, por otra parte, ha reconocido explícitamente que estos militares son "de su gente"), ganen así por eliminación física de sus adversarios "cuota de mercado político" y alcanzar así el ansiado poder político "democráticamente". Cierto: si un partido se "carga" a los votantes de los demás, seguro que luego gana todas las elecciones "democráticamente".
Obviamente, tal política de "exterminio" sería completamente estúpida para una empresa en un mercado "normal", o sea, en un mercado económico. El asesinar a los clientes de la o las empresas competidoras no le garantizaría ni mucho menos un mayor beneficio a una empresa que así actuase, pues no ganaría con ella nuevos clientes/demandantes, e incluso, dados los costes que llevar esa política de "soluciones finales", le supondría e pérdidas.
Por supuesto, a efectos prácticos hay que señalar que aquellos que nos podemos contar sin la menor duda dentro de ese amplio colectivo, es decir, quienes somos parte de esos "26 millones de hijos de puta" podemos vivir razonablemente tranquilos. Y ello por tres razones:
1º) Por los problemas logísticos de llevar adelante semejante propuesta. Como se sigue del magnífico libro "La destrucción de los judíos europeos" de Raul Hilberg, no es nada fácil organizar el asesinato de 26 millones de personas (incluidos niños y ancianos). Y es que si la engrasada y alemana maquinaria nazi se enfrentó a problemas tales que hicieron que no pudiera acabar más que con 6 millones de personas en la II Guerra Mundial aún teniéndolo todo a su favor, cabe dudar que tuvieran una tan multiplicada capacidad de exterminio (26 millones de fusilados son más de cuatro veces más que el total de seres humanos sacrificados por los nazis) esos militares españoles retirados, aún seguro que contando con el apoyo entusiasta de muchos otros en activo que es bien conocido comparten sus "ideas"/políticasy de muchos miembros de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado a los que les pasa lo mismo. No, no es fácil "cargarse" a tanta gente.
2º) Por la carencia de apoyo político de la suficiente magnitud. Si bien cabe imaginar que en una situación en que realmente "pudieran" llevar adelante sus planes de exterminio, VOX no tuviera reparos en apoyarla, cabe de igual manera cuestionar que bastase con ese apoyo, sin el que -repito- es dudoso que pudieran hacerla efectiva. Y es que aunque la respuesta condenatoria del señor Casado a este tamaño despropósito haya tardado en producirse casi 24 horas, lo cual da mucho que pensar (¿qué razones de cálculo político le han hecho tardar tanto?), cabe presumir o desear que el PP nunca diera coartada política a semejante monstruosidad (si bien -hay que recordar- que las derechas no tuvieron inconveniente en hacerlo en 1936, cuando los Franco, Mola, Millán Astray , Queipo de LLano y demás se pusieron el mandil de carniceros humanos y se dedicaron a acabar sistemáticamente con los que consideraban españoles antiespañoles, los que serían hoy esos 26 millones de los que hablan esos militares en retiro). Queda pendiente, sin embargo, hoy por hoy, la respuesta ante tamaño desatino del rey de España, Felipe VI, cuyas proclividades derechistas son tan sobradamente conocidas que no merece la pena ahondar en ellas. No obstante, sorprende y mucho que conociendo con seguridad el refrán castellano de que "quien calla, otorga", su derechismo sea tal que haya optado por permanecer callado ante esta "propuesta" de unos exmilitares que se definen como sus siervos. ¿Apoyaría el actual rey el fusilamiento de españoles republicanos? La pregunta, hoy por hoy, queda en el aire. Pero el no saber la respuesta sin duda puede razonablemente sembrar intranquilidad entre los "fusilables"
3º) Por ello, y finalmente, puede decirse que los 26 millones de fusilables pueden estar tranquilos por el hecho de que España está en Europa. Como economista, siempre he visto con cierta reticencia la integración en la Unión Monetaria pues no siendo la UE un "área monetaria óptima" y siendo el muy alemán diseño del Banco Central Europeo un disparate, nunca ha estado claro ni lo está aún que la integración en la unión monetaria europea sea a la larga beneficiosa económicamente para España, aunque pueda serlo -curiosamente - para los españoles que gracias a esa integración se pueden ir a vivir fuera de España cuando a consecuencia de la UE España sufre un "shock" asimétrico. Pero, claro está, y como revela la actual situación, el beneficio político de estar dentro de Europa compensa esos potenciales perjuicios económicos. Podemos tener la completa seguridad de que, mientras estemos en Europa, la posibilidad de que nos fusilen a los 26 millones está totalmente descartada.
Pero el que estos deseos de darle al gatillo por parte de esos militares (y de otros muchos más, como he señalado) y también -no nos engañemos- de muchísimos ciudadanos de derechas no puedan verse realizados en la práctica, no quita interés e importancia a esas opiniones, y más cuando VOX se ha desmarcado de ellas tibiamente, y el PP lo ha hecho tarde, tras pensárselo dos o tres o más veces, y el Rey permanece mudo. Y ello tiene un par de implicaciones que -creo- merece la pena analizar.
En primer lugar ocurre que, como ya se señaló en este blog, desde el punto de vista económico, las políticas partidistas en un contexto de competencia política en un entorno/mercado democrático deberían -siguiendo una lógica económica- tratar de conseguir cuántos más votantes mejor, o sea, deberían de tratar estimular la demanda de sus siglas en el mercado político. Y, para ello, los mecanismos serían los mismos a los que recurren las empresas en los mercados normales de bienes y servicios: la propaganda/publicidad y las rebajas en el "precio" que cobran por su producto para hacerlo más atractivo a los compradores.
Pues bien, en los últimos tiempos, a tenor del "nivel" del debate político en el Congreso y en la calle, nadie diría que los partidos de derecha clara y manifiesta (VOX y el PP, y sobre todo este último) se estén comportando con arreglo a las prescripciones de la racionalidad económica. Así, el actual gobierno ha sido adjetivado con epítetos delirantes, estúpidos y exagerados como "socialcomunista", "bolivariano", "filoetarra", "ilegítimo", "terrorista", "antiespañol", "vendido", "sepulturero", "proindependentista", etc., etc, que reflejan un cambio en la percepción del rival político por parte del PP no como alguien con distintos pero legítimos intereses a ser un malvado moral. Ello junto a la total ausencia de colaboración (como se manifiesta en la no-renovación del Consejo del Poder Judicial o de RTVE, por no hablar de la obstruccionista tarea obstruccionista a lo largo de la pandemia de la más decididamente más radical entre los radicales, la señora Ayuso) apunta a las claras a una radicalización derechista, no a una moderación en busca de los votantes de centro y centro-izquierda.
Los economistas suelen partir en sus teorizaciones y modelos del supuesto de que las preferencias de los individuos son poco o nada variables, al menos en el corto y medio plazo. Esto aplicado a la política, se traduciría en que las preferencias políticas de los votantes a lo largo del espectro izquierda-derecha no variarían en demasía por mucha propaganda y ruido mediático ensordecedor, como el que ahora hay en España.
Pues bien, en tal situación, la deriva derechista del PP sería completamente absurda pues, da igual el modelo teórico que se adopte (el de Hotelling, el de Krugman, el de Salop, el de Lancaster), todos ellos llevan a la misma conclusión: la radicalización del PP es absurda pues hace subir el "precio" que, para sus votantes de centro y centro-derecha, les supone votarles, lo cual redundaría en una pérdida de votos difícilmente compensable por los votos que tal política pueda quitarle a VOX.
A menos, eso sí, que el PP haya decidido seguir a VOX en su diseño político/organizativo. Veamos. Una serie de autores dedicados al estudio de los grupos terroristas, las grupos religiosos radicales y las sectas, entre los que destaca Eli Berman y Lawrence Iannacone ha concluido, usando del modelo de Teoría de los Clubs de Buchanan, que hay organizaciones que, al contrario de las empresas en los mercados "normales", que tratan de comportarse como empresas y bajar sus precios para atraerse más clientela, hacen precisamente lo opuesto: se radicalizan, es decir, encarecen el "precio" que exigen a sus partidarios y militantes para garantizarse una lealtad ciega . Esas "organizaciones" dejan de comportarse como empresas a hacerlo como sectas.
Cabrían, pues, dos tipos de diseño para un partido político. El partido político como empresa y el partido político como secta. Ejemplos del primer tipo de partidos lo son el PSOE, Ciudadanos y, lo era hasta ahora, el PP. En tanto que ejemplos de partidos-secta lo serían todos aquellos cuya ideología prima sobre cualquier otro tipo de consideraciones, son partidos donde la pureza ideológica toma un tinte de pureza religiosa y su mantenimiento impide negociaciones y acuerdos que son vistos no como las lógicas renuncias típicas en cualquier negociación, sino como traiciones y herejías, como abandonos de la verdadera Fe, como renuncias éticas inasumibles. En otras palabras, cuando un partido político pasa de ser un partido-empresa a ser un partido-secta. el enfrentamiento político habitual se convierte en "jihad", en una "guerra santa" entre "fieles" e "infieles" que sólo puede acabar con la conversión de los infieles o su exterminio físico.
Resulta obvio que VOX y el PP han convertido el debate político en una cuestión religiosa. Su idea de España ("una, grande y libre") ocupa para estas gentes de derechas el mismo papel que Allah ("el único, el omnipotente, el libre") para los jihadistas islámicos. Y, al igual que para esos jihadistas islámicos los apóstatas, o sea, los que pasan a descreer de Allah merecen la muerte, también, a lo que parece, les debe suceder lo mismo para los infieles a la idea de España como Dios, o sea, para los 26 millones que por haber apostadado de SU idea de España mereceríamos la muerte. Curiosa es esta equiparación de las facciones más derechistas del espectro ideológico español con el jihadismo islámico, ¿no?
VOX y los partidos nacionalistas radicales tanto en Cataluña como en el País Vasco serían ejemplos de este tipo de partidos-secta. Nunca lo ha sido hasta ahora ERC ni lo habían sido los partidos nacionalistas catalanes antes de Artur Mas y Puigdemont, y Bildu parece que está dejando de serlo. Desde esta perspectiva, repito, la radicalización del PP buscando parecerse a VOX supone un cambio en su diseño, de pasar de ser el partido-empresa conservador, habitual en todas las democracias occidentales, a pretender ser otro partido-secta de extrema derecha. El problema es que un partido-secta sólo logra alcanzar el poder a través o bien de un golpe de estado, o de la desvirtuación del sistema democrático, como los ejemplos de Polonia y Hungría en la actualidad muestran
Pero nada de lo anterior está todavía hoy claro conceptualmente hablando. Y es que muchos autores señalan que el supuesto de estabilidad en las preferencias, a partir del cual elaboran los economistas sus interpretaciones no se puede sostener. Y, más en concreto, afirman que la globalización y sus negativas consecuencias para buena parte de las clases medias y populares en los países llamados desarrollados, las ha llevado a un corrimiento de sus preferencias hacia posiciones más y más conservadoras, derechistas, buscando el enfrentamiento con unas élites que sí se han beneficiado de la globalización. En entradas anteriores en este blog ya he analizado esta cuestión. La reivindicación de lo nacional, el rechazo a la emigración, la exigencia de proteccionismo frente a las deslocalizaciones de empresas y la competencia internacional con precios imposibles de igualar llevaría a muchos a buscar unos nuevos partidos que defiendan esas posiciones, pues los partidos tradicionales no podrían hacerlo dirigidos como lo están por élites cosmopolitas, que siempre han apostado por la internacionalización y la globalización.
Si esto fuera así, el PP en su radicalización derechista sería perfectamente racional, pues no estaría haciendo otra cosa que seguir el cambio de preferencias de su electorado tradicional que se habría ido radicalizando ante las amenazas percibidas procedentes tanto del "exterior" (emigrantes, intromisión de "Europa" en los asuntos políticos internos, "austericidio" impuesto por Bruselas, etc.) y del "interior" (el separatismo catalán). Si así fuera, el PP seguiría siendo un partido-empresa tradicional que estaría respondiendo a los cambios de preferencias del electorado. Por otra parte, ese cambio de preferencias llevaría a pensar que la cifra a fusilar estaría muy sobrestimada, o sea que en realidad estaría muy por debajo de los famosos 26 millones. Pero en lo que respecta al comportamiento del PP y su evaluación, habrá que esperar a ver cuál de las dos "teorías" que se han expuesto se ve sustentada por la realidad.
Por otro lado, y como ya he señalado en una entrada anterior, un lugar donde esa política de radicalización del PP ha tenido más efectos reales ha sido en Madrid. La asunción por "personajes" como Ayuso y Almeida de todos los postulados de VOX (incluso ¡los estéticos!) está llevando a la clara "batusanización" de la ciudad, por lo que hay que entender el asfixiante dominio de la ideología y las formas "fachas" en el discurso de la ciudad que silencia y amenaza la expresión de las voces disidentes. Es lo que sucedía en el País Vasco cuando la izquierda abertzale logró imponer un control sobre toda forma de expresión que no comulgara con la adoración de la Patria Vasca.
Pues bien, en Madrid, " de siempre" ha habido barrios "fachas"/nacionales y barrios de izquierdas, pero en la actualidad esa diferencia se ha agudizado hasta el punto de que exponer públicamente opiniones distintas a las sustentadas por los partidarios del pacto VOX-PP puede ser en muchos barrios "fachas" peligroso físicamente hablando, como lo fue en tiempos de la Transición. Un ejemplo sintomático y revelador de esta situación lo es el caso de una librería de izquierdas, Traficantes de Sueños, que cada vez sufre más agresiones que recuerdan el histórico caso de la librería Lagun en San Sebastián en los "años del plomo", cuando como se ha dicho, la izquierda abertzale "funcionaba" como secta religiosa y vivía la lucha política como guerra de religión entre buenos y malos.
En 1956, el desafortunado economista (murió con sólo 43 años), Charles Tiebout elaboró un modelo de política económica que ha soportado muy bien el paso del tiempo. En este modelo, Tiebout venía a decir que los ciudadanos que querían un cambio de dirección en las políticas públicas en una determinada región o ciudad, más que tratar de cambiar la política usando del tradicional, costoso e incierto mecanismo de la competencia electoral tratando de ganar unas elecciones, podían conseguir satisfacer sus preferencias de forma más eficiente mudándose (o sea, "votando con los pies") a los lugares o jurisdicciones donde las políticas que se ofrezcan desde los poderes públicos estuviesen más en sintonía con la propia ideología. Por supuesto, el uso de la alternativa de "votar con los pies" depende de la existencia de jurisdicciones con políticas distintas y de los costes de mudarse de unas zonas a otras.
Ya he señalado en posts anteriores el -en mi opinión- escaso atractivo de las políticas que ofrecen el tandem Ayuso-Almeida-Monasterio en Madrid para las llamadas "clases creativas" lo que, junto con otros factores reales (el aislamiento geográfico y la decsentralización política) anticipan la pérdida de atractivo económico de Madrid. Y la cosa se acentúa si, como consecuencia de la creciente radicalización del PP, el proceso de "batasunización" de Madrid se acelera. Muchos de los que vivimos aquí y formamos parte de los millones de fusilables no tenemos fácil el irnos (los costes de transacción serían demasiado elevados), pero a quienes formando parte de ese colectivo se planteen el venirse aquí o el irse de aquí, o sea, a quienes no tengan problema en "votar con los pies" yo les aconsejaría que se lo pensasen y se planteen encaminarse a lugares donde el ejercicio de su libertad de expresión no les suponga correr ningún riesgo o al menos no se vean forzados a sufrir el insulto atronador de la derecha que, hoy por hoy, considera Madrid como su territorio. También les aconsejaría lo mismo a quienes, aun "pasando" de la política, tengan sin embargo cierta sensibilidad estética y o bien se sientan heridos por la estética facha/casposa de banderitas de feria de pueblo o bien tampoco les sea soportable ver la opresión que sufren los que tienen otras ideas. Sencillamente, han de tener en cuenta todos ellos que no son queridos ni -al menos- aceptados aquí, en Madrid. Salvo algunas zonas que resisten, Madrid ya NO es una ciudad abierta. Es la consecuencia, como ya se ha dicho de la "religiosización" de la vida política que convierte al "otro", al diferente en intereses, en "malo".
Y para acabar una última reflexión acerca de unas obvias implicaciones que van a tener el conocimiento de los deseos homicidas de ese grupo de ex-militares. Por un lado, en las próximas elecciones catalanas, el saber que hay en España grupos bastante numerosos que anteponen su delirante idea sobre el bienestar de España al bienestar e incluso la vida de muchos españoles, es precisamente el mejor apoyo al argumento independentista que con una España dirigida por gente así ninguna componenda es factible, que lo mejor es romper cualquier vínculo emocional, político y hasta físico. Y sería comprensible, ¿no? Si uno es independentista, o incluso si aun no siéndolo, tiene amigos que lo son, saber que hay muchos españoles que no sólo le desean la muerte sino que incluso estarían dispuestos a dársela por el "bien de España", la respuesta más eficiente es poner distancia respecto a esos perseguidores de millones de sus conciuadanos. Así que, con certeza, todo esto va a suponer un ascenso en el número de votos para los independentistas.
Pero hay más. Hay una implicación geoeconómica y geopolítica excepcionalmente grave. En efecto, en otras entradas de este blog se ha argumentado que la última línea de defensa del Estado frente al independentismo catalán la suministra Europa. Es el poder de España para frenar los intentos de permanecer en la Unión Europea de una Cataluña independiente lo que lastra al independentismo catalán, y éste "lo sabe" de sobra. Pero el conocimiento en Europa de que en España hay gente armada con una animosidad delirante hacia los catalanes que no se sienten españoles y que se plantea el fusilamiento de compatriotas (incluso no catalanes), sin la menor duda ha debilitado hoy la posición española frente al independentismo. Es un valiosísimo regalo que estos ex-militares y las políticas de VOX y del PP hacen a los independentistas catalanes del que con total seguridad harán buen uso para sus fines en el Parlamento Europeo, ante la Comisión y en el Tribunal de Estrasburgo.
Sencillamente las opiniones de estos dichararacheros ex militares con sus cartas al rey y sus opiniones de psiquiátrico colocan a España a la altura de las "repúblicas bananeras" o, peor, pueden llevar a pensar a la mayoría de parlamentarios y dirigentes europeos que la situación interna en España se ha deteriorado tanto que puede acabar en su real "balcanización". Y, con toda certeza, ante el fantasma de una posible repetición de lo que sucedió en Yugoslavía hace tres décadas por muy remoto que esto pueda hoy todavía parecer , puede hacer cambiar la posición comunitaria en el sentido de considerar positivamente no sólo la independencia de Cataluña si los independentistas consiguen una mayoría cualificada de votos, sino también el que se integrara como nuevo estado en la Unión Europe, aunque sólo fuese por razones humanitarias de protección a los catalanes frente a una España enloquecida y asesina.
En suma, que con "amantes" de España como estos exmilitares y en general, la gente de VOX, España no necesita enemigos. Hay amores que matan. ¡Virgen Santa! ¡Cuán deseable sería que la política española superase esta infección religiosa que ahora afecta a la derecha, potencialmente mucho peor que el COVID-19 y recuperase su humilde papel economicista como defendía Lerner. de arbitraje entre intereses distintos pero legítimos!