El descalabro en el sector del oil-gas no tiene parangón en la historia. Consecuencias.
Inmersos como estamos en la vorágine del coronavirus, está pasando desapercibido un hecho con una importancia capital en el futuro de la humanidad.
Desde hace unos años, el sector de petróleo y gas (combustibles fósiles) se enfrenta a fuertes vientos en contra que han ido minando su fortaleza. La economía mundial se encuentra en un posición muy débil y las deudas han llegado a unos niveles que suprimen la posibilidad de incrementar el consumo. Sin que los precios del petróleo y gas, sean excesivamente altos, hemos llegado a un punto, donde el consumo ha empezado a frenarse con claridad. En Occidente, desde el 2008 el consumo no aumenta, sino que desciende levemente. Solo la pujanza asiática encabezada por China, ha permitido que las cifras de consumo de petróleo se eleven año tras año, hasta llegar a 2020, con un frenazo espectacular.
En 2019, con las guerras comerciales, el comercio mundial se resintió y una de sus principales secuelas, ha sido la caída en el consumo de petróleo , muy ligado al comercio y turismo mundial.
En el inicio de 2020, el coronavirus ha sido la puntilla a un sector herido de muerte. El consumo del primer trimestre del año, va a caer en picado y los inventarios crecerán lo bastante para tener superávit el resto del año.
Pero lo peor vino el año pasado con la introducción en los medios de la "emergencia climática". Una campaña como no se ha visto en mucho tiempo, alertaba a la población de los peligros del calentamiento global debido a las emisiones de CO2, encabezadas por los combustibles fósiles. Poco a poco, se ha introducido en el ADN humano, la noción de la crisis climática con responsabilidad prácticamente exclusiva de los combustibles fósiles. La satanización ha llegado al punto de prohibir algunos bancos importantes, la financiación de nuevos proyectos de gas y petróleo (no digamos carbón, que todavía lo tiene mucho peor).
La transición a energías renovables parece que debe hacerse a costa de los combustibles fósiles, a pesar de incurrir en una contradicción, pues estos son imprescindibles para avanzar en el desarrollo de las infraestructuras necesarias para desarrollar las energías renovables.
Asi tenemos una situación insostenible. Estamos matando la industria del petróleo-gas, mientras seguimos siendo completamente dependientes de su uso.
La combinación de la falta de financiación, unida a los costes crecientes (por cuanto es una industria madura , donde los rendimientos decrecientes elevan las gastos para el desarrollo de nueva producción) y al hundimiento del consumo, como consecuencia de las guerras comerciales primero y a la reciente crisis del coronavirus, ha dejado al sector del petróleo-gas en un momento de crisis nunca visto.
Las cotizaciones de las principales empresas del sector se han derrumbado a mínimos por debajo de la crisis de 2008, empezando por su buque insignia (Exxon Mobil) y acabando por todo el subsector del shale oil-gas.
Caídas en la cotización de muchísimas empresas por encima del 90-95% son el pan nuestro de cada día. Las gaseras y carboneras americanas han caído en los últimos meses en picado, alcanzando unas cotizaciones que impiden financiarse vía ampliaciones de capital. El crash del 29 ya se ha quedado corto, en las caídas de muchas empresas, tanto de petróleo como de gas y carbón.
Por lo tanto, ya tenemos una consecuencia clara que se va a amplificar con las caídas recientes del petróleo debidas al coronavirus. Las empresas van a reducir su inversión hasta niveles mínimos. Y esto a su vez va a provocar un desplome en la producción de petróleo, aminorado por los países del golfo y Rusia, pero con un fuerte impacto en la producción de shale oil, en los próximos años.
Puede darse el caso, que si superamos la crisis del coronavirus, nos esté esperando otra crisis, por la ausencia de inversiones. La demanda de petróleo se recuperaría, pero la oferta puede que nunca se recupere, si como pienso hemos visto el pico del petróleo por el retrovisor.
El sector de servicios que debería ayudar a recuperar la producción, cuando los precios del petróleo empezaran a subir, se está desmantelando, enviando al desguace muchos equipos viejos y no tan viejos. Tampoco este hecho ayudará a una futura y quizás imposible recuperación de la producción de petróleo.
Otro factor limitante es la elevada deuda de casi todas las empresas de petróleo-gas. Muchos años de costes crecientes y precios menguantes han colocado el sector al completo, en una situación financiera muy difícil. La reciente animadversión del sistema bancario a prestar más dinero al sector, va a colocar a muchas empresas al borde de la bancarrota entre este año y el próximo. La producción va a ser la pagana de este desastre.Y llueve sobre mojado.
Por último el sector del gas y el carbón, tienen una doble vela negra. Compiten con las energías renovables por la generación de electricidad, mientras las deudas les ahogan y los precios del gas están por debajo del subsuelo, con lo que la generación de caja es muy negativa y otra vuelta de tuerca, en un sector completamente ahogado por las deudas.
Saludos.