Durante la Ley Seca norteamericana se prohibía el consumo de alcohol. Entonces se pusieron a la venta unos paquetes de zumo de frutas con las siguientes instrucciones:
"ATENCION: el contenido de este paquete no debe ponerse en una vasija de barro, mezclado con levadura y ocho litros de agua, porque entonces se obtendría una bebida alcohólica cuya fabricación está prohibida."
Fue un producto líder en ventas...y no hacía falta ser un lince para descubrir que había un contenido en el mensaje muy distinto del que aportaba.
Salvando las distancias hoy día se ofrecen productos aseguradores imposibles. Por la prima que se pretende cobrar por ellos se adivina que algo turbio subyace bajo una apariencia totalmente correcta. Quienes conocemos los ratios de siniestralidad de las entidades que ofrecen al mercado un producto de calidad, solventes y con una capacidad de respuesta adecuada a sus compromisos, sabemos hasta qué punto pueden permitirse llegar en una eventual guerra de precios. Hay un punto de no retorno a partir del cual se entra en pérdidas ¡SIEMPRE!... si se cumplen los compromisos, claro.
Si otras están vendiendo productos con coberturas pretendidamente similares pero a precios sin margen para la cuenta técnica (primas netas de reaseguro más ingresos por inversiones menos siniestralidad), estaremos ante casos delicados para la supervivencia de las aseguradoras que los ponen en el mercado. A no ser que piensen incumplir parcialmente o totalmente sus compromisos en cuyo caso se trata de una mera estafa encubierta.
Para un mediador de seguros es peligroso poner en manos de su asegurado algo condenado a muerte por suicidio. También lo es poner en sus manos algo destinado a sobrevivir solo si no se cumple lo pactado. Hay mediadores que demuestran tener habilidad para ir siempre de la mano de los futuros perdedores. Hasta el último minuto (y alguno más allá) hubo quien vendió Alba, Lloyd Adriático, Mutua Flequera y tantas otras... sabiendo que eran pasto de la carcoma o del cáncer más destructivo. En momentos de crisis muchas empresas están valorando de nuevo el importe que aparece en el recibo por delante de la seguridad que aporta a la sostenibilidad de la empresa una buena cobertura de sus riesgos. ¿Confiaríamos nuestros hijos a un canguro pederasta solo porque es barato? Las cosas importantes deben hacerse solo con gente seria y eso siempre ha tenido un precio que pagar.
Algo parecido ha ocurrido en el sector financiero con sus recientes fiascos ya que según todos los medios despedían aroma a pufo desde tiempos remotos. Por tanto quienes los comercializaron, incluso en España, podrían no ser ajenos al riesgo que comportaba para sus clientes y ello se demuestra en que algunas han apresurado acuerdos para zanjar el asunto sin mayores daños. Las denuncias ya empezaron su andadura y los clientes bancarios tendrán en el futuro que reflexionar acerca de cómo se ha portado su banco o caja de confianza cuando más lo necesitaba.
Habría que dejar de interpretar las consignas del modo que más convenga al corto plazo, al interés aparente y aplicar la Ley y las buenas prácticas, que es lo que permite mantenerse a largo con ciertas expectativas de supervivencia y, ante todo, sin perder ni un ápice de honorabilidad mercantil.
Fue un producto líder en ventas...y no hacía falta ser un lince para descubrir que había un contenido en el mensaje muy distinto del que aportaba.
Salvando las distancias hoy día se ofrecen productos aseguradores imposibles. Por la prima que se pretende cobrar por ellos se adivina que algo turbio subyace bajo una apariencia totalmente correcta. Quienes conocemos los ratios de siniestralidad de las entidades que ofrecen al mercado un producto de calidad, solventes y con una capacidad de respuesta adecuada a sus compromisos, sabemos hasta qué punto pueden permitirse llegar en una eventual guerra de precios. Hay un punto de no retorno a partir del cual se entra en pérdidas ¡SIEMPRE!... si se cumplen los compromisos, claro.
Si otras están vendiendo productos con coberturas pretendidamente similares pero a precios sin margen para la cuenta técnica (primas netas de reaseguro más ingresos por inversiones menos siniestralidad), estaremos ante casos delicados para la supervivencia de las aseguradoras que los ponen en el mercado. A no ser que piensen incumplir parcialmente o totalmente sus compromisos en cuyo caso se trata de una mera estafa encubierta.
Para un mediador de seguros es peligroso poner en manos de su asegurado algo condenado a muerte por suicidio. También lo es poner en sus manos algo destinado a sobrevivir solo si no se cumple lo pactado. Hay mediadores que demuestran tener habilidad para ir siempre de la mano de los futuros perdedores. Hasta el último minuto (y alguno más allá) hubo quien vendió Alba, Lloyd Adriático, Mutua Flequera y tantas otras... sabiendo que eran pasto de la carcoma o del cáncer más destructivo. En momentos de crisis muchas empresas están valorando de nuevo el importe que aparece en el recibo por delante de la seguridad que aporta a la sostenibilidad de la empresa una buena cobertura de sus riesgos. ¿Confiaríamos nuestros hijos a un canguro pederasta solo porque es barato? Las cosas importantes deben hacerse solo con gente seria y eso siempre ha tenido un precio que pagar.
Algo parecido ha ocurrido en el sector financiero con sus recientes fiascos ya que según todos los medios despedían aroma a pufo desde tiempos remotos. Por tanto quienes los comercializaron, incluso en España, podrían no ser ajenos al riesgo que comportaba para sus clientes y ello se demuestra en que algunas han apresurado acuerdos para zanjar el asunto sin mayores daños. Las denuncias ya empezaron su andadura y los clientes bancarios tendrán en el futuro que reflexionar acerca de cómo se ha portado su banco o caja de confianza cuando más lo necesitaba.
Habría que dejar de interpretar las consignas del modo que más convenga al corto plazo, al interés aparente y aplicar la Ley y las buenas prácticas, que es lo que permite mantenerse a largo con ciertas expectativas de supervivencia y, ante todo, sin perder ni un ápice de honorabilidad mercantil.
Para mí que las amistades peligrosas entrañan peligros desconocidos, traicioneros e innecesarios. Por ello siempre intento mantener al asegurado a salvo de carroñeros y truhanes aunque en este negocio es frecuente que vistan trajes caros, corbatas de club y sus tentadoras ofertas sean tan seductoras como la hipnóptica mirada de la cobra dispuesta al festín.
Desde luego siempre habrá quien faltó a clase el día que se explicaban los fundamentos del sentido común.
Desde luego siempre habrá quien faltó a clase el día que se explicaban los fundamentos del sentido común.