Hace unos días topé con el gráfico adjunto.
Y me pregunté qué tenía que ver esto con lo que estaba sucediendo en nuestro país, en términos globales. Me pregunté qué tenía que ver esto con lo de Grecia y cómo se podía seguir auspiciando el modo de vida americano como panacea.
Me pregunté cómo se nos puede acusar de manirrotos, cómo se nos puede siquiera pasar por la cabeza que estemos en el culo del mundo en cuanto a gestión y cómo se puede confiar en que el mismo modelo que ha puesto a los EEUU en esta tesitura será capaz de aliviar nuestros males.
No alcanzo a comprender demasiadas cosas.
Yo me muevo bien en el campo de los riesgos que poco o nada tienen que ver con la especulación, el empobrecimiento de muchos para solaz de unos pocos o la engreida actitud de quien pretende ser el salvador de todos los males a base de dejar que los poderes que no surgen del pueblo controlen todo cuando nos afecta.
Veremos gentes sin trabajo, empresas que se hunden y espacios sin sonrisas donde las hubo. Mientras, los ejecutivos del IBEX35 se suben un 14% de media sus salarios mientras se sacuden felices su granito de arena en todo cuanto está pasando. Veremos como unas Cajas reciben ayudas mientras que a la pyme de la esquina la patean hasta morir mientras solicita una cuenta de crédito que no llega. Veremos tantas cosas injustas que hasta puede que nos de asco pertenecer a este club de países ricos. Ricos, a base de deuda.
Porque mientras esa deuda exista ningún país será soberano y el poder financiero estará gravitando, como una pesada espada, sobre la cabeza de todos.
Dicen que mal de todos, consuelo de tontos. Pero ¡qué tontos podemos llegar a ser!